Capítulo 28

86 5 2
                                    

Hubiese deseado avisarle a Sofía que tampoco podría asistir está vez a su invitación. Lamento mucho haberle dejado plantada, le escribí una carta disculpándome y explicándole la verdadera razón pero no tenía caso. Su paradero era desconocido como el mío para ella.

Al cabo de una semana partimos a Los Ángeles, en el distrito más famoso, Hollywood, la casa estaba a nombre de uno de sus amigos americanos quien también poseía el aeropuerto donde aterrizamos. Ninguno de los dos teníamos visa americana.

Ahí pasé con él la mejor tiempo de mi vida, todo fue romanticismo, nada de peleas, nada de adiciones, realmente creí que mi vida sería una luna de miel. Por las tardes salíamos a caminar y conocer la ciudad, al regresar encendíamos la radio y bailábamos sin parar, los fines de semana íbamos al cine a ver los estrenos más recientes, íbamos de shopping; al mismo tiempo planteé la idea de formar una familia pero Javier dijo que sería imposible. La última actividad que realizamos fue visitar el monumento nacional del letrero de Hollywood, dónde un turista nos tomó una foto juntos con el letrero de fondo. Después la luna de miel se terminó.

Me sentía como una diva de Hollywood, pero una diva en decadencia. El amor y la amistad me habían dado la espalda, en menos de lo que canta un gallo la luna de miel en la que vivíamos se acabó, y cómo a todas la mujeres del narco les sucede, mi esposo se fue durante meses y no puede verle ni el polvo.

Sólo quisiera que fuera como antes cuando bailábamos toda la noche pero él estaba persiguiendo grandes sueños

FLASHBACK

Javier y yo nos asentamos en Quintana Roo, él  se mostraba molesto y estresado casi todo el tiempo, lo que alteraba mis nervios al extremo.

La idealización se extinguió un día cuando buscaba un arete, abrí todos los cajones de nuestra habitación, no tuve éxito en mi búsqueda pero vaya que me llevé la sorpresa de mi vida.

En nuestro hogar ya hacia la maldita cocaína que vuelve a Javier un neurótico, tomé la elegante caja de cristal en mis manos, caminé hasta su oficina.
Frente a él dejé caer la caja que se estrelló contra el piso arruinando el contenido, me miraba con resentimiento pero no actuaba.

—¡Me prometiste que dejarías esta mierda si me casaba contigo!—exclamé, se levantó de su asiento fúrico, desabrochaba su cinturón a medida que se acercaba peligrosamente a mí, tomó mi brazo izquierdo, de forma violenta me lanzó al suelo, a medida que caía sentía el cuero del cinturón estrellarse y herirme, mi posición era pecho tierra,me arrastraba hasta conseguir levantarme, era inútil, Javier me perseguía proporcionándome azotes cada vez más intensos, le supliqué que se detuviese pero tan sólo le había enfadar más.

—Estás son las consecuencias por incordiar en mis asuntos personales—entregó el último azote, chillé, el cuerpo entero me ardía y estaba dolorida. Uno de los trabajadores mi agresor me miraba con lástima pero temía en ayudarme por represalias de su jefe.

•••••••••••••••••••

Mi vestido rosa estaba manchado de sangre en su totalidad.

Me senté en la tina de baño de la habitación principal, las heridas ardían, poco a poco me fui sumergiendo hasta quedar completamente cubierta por el agua.

Quiero morir.

—¡Señor Carrillo!—el grito desgarrador llamó la atención de mi esposo, escuche los pasos acelerados hasta mi paradero. Me tomó en su brazos, cubrió delicadamente mi cuerpo con una toalla blanca, me recostó en las sábanas de lino de nuestra cama. Adopté la posición fetal y rompí en lágrimas.

The Drug Lord Donde viven las historias. Descúbrelo ahora