Capítulo XVII

4 7 0
                                    

Kilian

Esto está pasando.

Sara me a preparado un platillo que me a remontado a el pasado, pero extrañamente esta vez no me siento mal, no extraño nada, me siento en paz.

Nos retiramos de su casa, respondí cada una de sus preguntas, ella por fin se a convencido de que fui Kasidy después de que le mostrará a todos mi habitación.

Todo está en su lugar, tal como lo dejé, a Sara aún le duele mi partida, me dió un largo abrazo para después decirme que si quería llevarme algo lo podía hacer.

Su esposo, Jessi y Victor, no estaban presentes en casa, por lo que nos decidimos quedar dos semanas aquí en Madrid para esperar a que Víctor venga desde Estados Unidos para nuestra despedida final, mientras estamos hospedados en un hotel cercano.

Hoy visitaré a Hugo, aunque antes quiero ir a el parque.

Mamá y papá están haciendo el desayuno.

— Kili, cariño, ¡Los waffles con ¿Miel o chocolate?!

Me pregunta papá desde la cocina, yo aún me encuentro recostado en la cama.

Ayer fue un día muy agotado. El reencuentro me dejó con mis pensamientos revueltos, el estar en esa casa me sentí un poco confundido, con ganas de correr y jamás regresar, con ganas de huir y olvidar todo.

— ¡Con chocolate y miel papi!
Grito para que me puedan escuchar.

— ¡Está listo bebé!
Me informa mamá.

Salgo de la cama con pasos perezosos, estoy descalzo paseando por la habitación del hotel, extraño mi casita, a Rita y obviamente a Rabito.

Pobrecito seguro no puede dormir sin mí, eso me pone triste.

Después de ir al baño a lavarme los dientes, llego a la cocina tallando mis ojos con el dorso de mi mano, haciendo un puchero.

— Mi amor ¿Qué pasa? ¿Te sientes mal? ¿Quieres que nos vayamos, ya?

Cuestiona con preocupación mamá.

Niego rápidamente. — Es quee... se-ñor rabi-to-to me-e extra-ña-a segu-guro no du-duerme bien

Mis sollozos interrumpen las palabras por lo que no las puedo decir bien, tengo un nudo en la garganta tan solo pensar en los recuerdos con Rabito.

— Ay, mi vida, Rita está cuidando muy bien de él, tienes suerte de que la diferencia horaria no es mucha, te prometo que harás una videollamada con Rabito cuando vayamos a el parque ¿Trato hecho?

Me propone.

Yo acepto satisfactoriamente.

— ¡Si! ¡Si!

Después de tomar desayuno, mamá me a traído a el parque, es genial.
Lo recuerdo perfectamente, aquí pasé parte de mi infancia pasada junto a mis hermanos. Creo que sí los echo de menos.

Subo las escaleras para deslizarme por la resbaladilla pero una niña pone la mano en un tubo para evitar que continúe subiendo.

¿Será correcto seguir mi camino? Mamá dice que nada ni nadie me puede detener en mis metas.

Así que no me importa y pongo mi pie sobre su mano y llego a mi meta por lo que instalo una sonrisa de triunfo que es reemplazada por un mohín de disgusto debido a que esa niña suelta un chillido.

— ¡Ay! ¡Mami ese niño me lastimó!
Grita mientras me señala con su dedo.

— ¡Ella no me dejaba pasar!
Me defiendo.

Dónde surgen las almas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora