Dónde surgen las almas ©

Capítulo XIV

Kilian

Tía Coti se marchó ya.

La echaré demasiado de menos, pero se que en menos de lo que puedo contar ella me estará cocinando y yo siendo su pinche ayudándole en cada una de sus recetas.

Han sido semanas difíciles, aún no consigo subirme a un auto, me dan pánico, mamá lo a solucionado con traer a el doctor Lam a casa y si ella tiene que salir a trabajar al mismo tiempo que papá me quedo a cargo de Rita.

Las investigaciones están siendo un poco tardías, pero me han asegurado que encontrarán a mi antigua familia.

Precisamente hoy me han dicho que el doctor Lam viene por la tarde con excelentes noticias, creo que escuché un poco quizá acerca de una conversación telefónica donde hablaban sobre unos padres que perdieron a su hija hace seis años.

Tengo miedo, mucho.

Aunque probablemente en un par de años olvide todo esto porque tengo tan solo tres años y me han dicho que la mayoría de los casos de reencarnación olvidan su vida con el pasar del tiempo, sin embargo,  siento la necesidad de despedirme para poder soltar por completo todo esto, sin recordar pero sin peso alguno del pasado o sentir la sensación de el estar incompleto en el futuro.

Mamá me pasa una mano por enfrente de mi rostro llamando mi atención, logrando sacarme de mis pequeños y maduros pensamientos.

— ¿Otra vez pensando Kili?
Dice con diversión.

— Si mami
Respondí con una sonrisa malévola.

— ¿A sí? ¿Qué pasaba por esa cabecilla tan inteligente?

Dice pasando su mano por mi cabello con la intensión de revolverlo.

— Que podemos comer galletas de papá con el helado que hay en la nevera mientras llamamos a la tía Coti

Ahora digo con una cara angelical, mientras hago un puchero.

— Parece que ya hiciste el plan perfectamente, está bien pero promete que después de eso vamos a intentar ir a el parque ¿Okey?

Me propone mientras me extiende su mano en forma de sellar un trato.

Rápidamente tomó su mano.

— Lo intentaré mami
Murmuró con vergüenza.

Me da un poco de pena no poder subirme a un auto porque me pongo muy nervioso y comienzo a desesperarme y querer salir huyendo porque mi respiración se vuelve un desastre.

— Ey, mírame

Me ordena por lo que hago lo que me dice.

— Cariño, yo sé que es difícil, lo comprendo nene, no debes porque avergonzarte de algo que no tienes culpa, estoy muy orgullosa de tí, porque a pesar de todo eres muy valiente, siempre voy a entenderte y estar para tí

Me lanzo a sus brazos.

Quizá en un par de años -muchos- haga una investigación a profundidad acerca de lo que contiene un abrazo de mamá.

Te brindan, cariño, calidez, una fuerza, un poder una magia que te hace sentirte bien en segundos.

— Te amo mami

— Yo te amo más Kili

Después de bañar a el gato (que en realidad mamá lo hizo porque a mí me da alergia) hicimos lo que le pedí acerca de comer y llamar a la tía Coti.

Tiene una semana que Coti se marchó y la extraño muchísimo, la casa no es la misma sin ella.

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Él doctor Lam entra poniendo su portafolios en el sillón más pequeño de la sala de estar.

Todo esto lo logro observar desde lo oscuro del pasillo, comienzo a caminar mientras lo escucho hablar.

— Buenas tardes Sra. Kappor, tengo noticias sobre la investigación como se lo decía por teléfono a sido difíciles estos últim...

No continuó porque aparecí en la sala, la cara se le ilumina tan solo de notar mi presencia.

— ¿Qué tal? Enorme Kili ¿Cómo estás?
Pregunta entusiasmado.

— Muy bien doctor, hoy dormí sin pesadillas ¡Ni una sola!

Grito emocionado.

— Eso es genial, siéntate que platicaremos

Nos sentamos y mientras yo jugaba a formar una figura con bloques de colores en la mesita de centro, el doctor hablaba.

— Bueno como le decía han sido difíciles los últimos días de la investigación pero tenemos información sólida, fotos, imágenes, coordenadas, incluso números de teléfonos y direcciones de tres familias distintas, Kilian ¿Estás preparado?

Trago gordo pero asiento temeroso.

Abre su portafolio sacando unas hojas con fotos de lugares.

— ¿Puedes reconoce alguno de estos lugares?

Miro atentamente las tres hojas.

Sí, ese kiosco.

Asiento rápidamente mientras los nervios cruzan por mí.

— ¡Sí! ¡Ese kiosco!

Digo levantándome rápidamente aunque un mareo me sacude todo y me detengo calmado y retomando mi postura anterior.

— En ese kiosco hiba a hacer mis tareas muchas veces, cerca de ahí venden unos helados riquísimos, no está tan lejos de la universidad

Dijo susurrando lo último.

Ellos se quedan estupefactos.

— Pues ya tenemos a la familia correcta Kilian