Capítulo XV

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Kilian

— Entonces ¿Puedo ir?

Pregunto nervioso a mis papás, ellos asienten estoy más nervioso de lo que me gustaría aceptar.

— Solo si estás preparado Kilian, es mucho para tí y lo que queremos es que nada te pase mi amor

Habla mi mamá con firmeza.

— Quiero hacerlo mami, estoy seguro de hacerlo, se que lo necesito, quizá en un par de años lo olvide

Digo con una sonrisa tímida.

— Entonces a empacar que hay un viaje a España que hacer, serás el guía Kili

Dice papá y mamá asiente.

Haremos este viaje, iremos en busca de mi paz, de mi despedida a mi antigua familia.

Dentro de dos semanas mamá, papá y el doctor Lam me llevarán a Madrid para poner a prueba mi memoria, mi reconocimiento y ver si realmente estoy en condiciones de reencontrarme con la familia Sauceddt.

Lo poco que me dijeron es que esa familia perdió a su hija hace seis años en un accidente automovilístico, no me dijeron más para no afectarme.

— ¿Quieres salir a algún lugar mi amor?

Pregunta papá con una sonrisa enorme.

— ¡Si! ¡Si! ¡Helado! ¡Helado!

Grito mientras salto lo más alto que mis piernas me permiten, como no logro saltar a la altura de ellos -que son muy altos- me subo a el sofá y salto desde ahí.

— Entonces ponte un abrigo que hace frío
Ordena mi mamá.

Corro rápidamente hacia mi habitación, entro y busco en mi clóset pero no logro alcanzar mi abrigo de color azúl, así que busco algo que me haga crecer unos centímetros por un momento.

Después de hacer lo que odio -desordenar-, por fin encontré un banco del que no recordaba su existencia.

Lo coloco debajo del abrigo y me intento subir, pero soy demasiado pequeño y caigo.

— ¡Kilian! ¡Yaaaaa!

Grita desde la cocina mamá, apenas la escucho de tan grande que es la casa.
Me paro rápidamente fingiendo que no a pasado nada, logro alcanzar el abrigo azul que me queda muy pequeño de las mangas.

Cuando llego a la sala mamá me da una mirada reprobatoria.

— Cariño, ese abrigo es de cuando tenías un año, te queda muy pequeño, creo que alguien se debe deshacer de su ropa

Dice divertida.

Hago un puchero. — ¡No!
Chillo.

— Es mi favorito, ¿Nos podemos ir ya?

Mamá asiente con una cara de preocupación que no puede ocultar.

No he podido superar el miedo a los autos, aunque de verdad lo estoy intentando.

— Si te sientes mal solo avísanos por favor, papá irá a atrás contigo ¿Bien?

Me informa mamá.

— Tranquila mami, está vez lo haré

Digo entusiasmado.

Me tiemblan las manos, las piernas, todo en general, siento unas gotas de sudor en mi frente que se enfrían al salir.

En la cochera está la camioneta color blanca con las puertas abiertas, mis pasitos se vuelves lentos e inseguros.
No sé si hacerlo. Tengo miedo, mucho.
No sé si me pasará algo.

¿Y si muero? ¿Y si pierdo a mamá y papá nuevamente?

Con cuidado subo a la camioneta junto a papá que se sienta junto a mí y me abraza, como estoy tembloroso, me toma de la cintura y me alza hasta quedar sentado en su regazo, con mi mejilla en su pecho, puedo escuchar su corazón acelerado igual al mío.

Mamá sube y enciende la camioneta, comienza a marchar, siento un calor invadir mi cuerpo y lágrimas comienzan a correr por mis mejillas, aprieto mis puños con todas mis fuerzas y me escondo en el pecho de papá.

— ¿Todo bien cariño?

Pregunta mamá preocupada.

Lo que menos quiero es asustarla y que pueda perder el control en este momento, podría chocar y morir y ya no quiero que vuelva a suceder.

Después de unos minutos hemos llegado a el parque, en este momento me estoy columpiando mientras saboreo mi helado favorito de vainilla con trozos de chocolate.
Es delicioso.

Observo a los demás niños con sus padres. Ellos son normales, nada los atormenta, no se acuerdan de su muerte, de su familia pasada.

Tienen una vida normal, feliz, sin preocupaciones, sin dolor.
Espero y algún día pueda vivir feliz, sin recordar el pasado o al menos, sin que duela.

Dónde surgen las almas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora