Capítulo 1

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El primer encuentro

Tom Riddle, temido por los muggles, envidiado y deseado por magos y brujas por igual. A Tom no le importaba nada de eso, lo único que le importaba era ser el mago más poderoso y rico de todo Londres, solo necesitaba su mente y constancia para lograrlo, cualquier otra cosa era insignificante.

Todos sus planes cambiaron el día que conoció a Severus Snape.

Estaba caminando en el callejón Diagon cuando paso enfrente de la tienda de calderos, se detuvo, algo había cegado momentáneamente su vista y quiso saber que lo causo.

Un joven de cabello oscuro, piel pálida y figura esbelta que examinaba detenidamente uno de los calderos, era el causante de su ceguera momentánea y de que ahora le costará respirar.

Antes de que siquiera pudiera pensar que estaba haciendo entro a la tienda. Sus piernas se movían solas.

-Le aseguró que una calidad tan excelente como está, no encontrará en otra tienda -afirmaba el vendedor al joven

-Quiero este, uno de cobre del mismo tamaño y otros tres de cobre medianos.

El vendedor encantado asintió, le dio una mirada rápida a Tom -en un momento lo atiendo -y desapareció en la trastienda

Tom ni siquiera lo escucho, solo tenía ojos y oídos para el joven, quien no le prestaba la más mínima atención y se concentraba en un pedazo de pergamino en sus manos o eso creía él.

-Invades mi espacio personal -dijo el pelinegro sin despegar la vista del pergamino

Aturdido parpadeó para después darse cuenta que era verdad, se alejó un par de pasos -¿Tienes sangre Veela? -preguntó sin rodeos, eso debía ser porque no había forma de que él reaccionara de esa forma ante alguien

La mirada confundida del joven por fin conecto con la suya y ¡oh maldito infierno! Todo a su alrededor desapareció, lo único que podía enfocar eran los ojos oscuros, penetrantes y hermosos enfrente de él.

-No que yo esté enterado.

Tardó unos segundos en comprender el significado de las palabras, hizo una pregunta y le respondió, se recordó.

-Por supuesto, tus encantos son superiores a los de esas criaturas -aseguró con fascinación

-¿Me estás coqueteando? -cuestionó levantando una ceja

-No, en cuanto logré conectar mi cerebro con mi boca lo haré.

Rio, su risa era la canción más gloriosa que jamás había escuchado y fue cortada por el vendedor, Tom deseo matarlo por tener el atrevimiento y la osadía de interrumpir.

-Su pedido está listo -anunció el hombre, el joven saco algunas monedas y se las entrego al mismo tiempo que recibía su compra -¿Ya sabe que va llevar o le gustaría...

-Lo quiero a él -sin pena alguna señaló el pelinegro

-Que buen... -con una mirada asesina de parte de Tom se quedó callado el vendedor

En los pocos segundos que ocupo para fulminar al hombre que ya no sabía dónde esconderse, el joven escapó de la tienda susurrando un «loco». Se apresuro a seguirlo.

-Espera debes decirme tu nombre, cómo puedo encontrarte y cuándo te volveré a ver.

El joven sonrió -por qué quitarte toda la diversión de descubrirlo por ti mismo -y desapareció

Tom Riddle quedó completamente flechado de alguien con quien solo hablo un par de minutos. Era una locura. En el pasado le habían gustado otros hombres, pero con ninguno se había sentido tan atraído como hoy se sintió por ese pelinegro, quién con una sola mirada logro desatar un tornado dentro de él.

Tenía que volver a verlo sin importar nada.



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