Capítulo 2

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Obsequio/ soborno

Severus Snape era un hombre inteligente, recién graduado de Hogwarts, con un futuro prometedor que estaba a punto de abrir su propio negoció de pociones en el callejón Diagon. En cuanto a su vida personal tenía pocos amigos, estos mismos eran leales a morir, honestos cuando se requería, abiertos de mente y siempre dispuestos a escuchar, pero eso no evitaba que fueran burlones cuando se trataba de la poca o inexistente vida sentimental que tenía, si era honesto.

Por este motivo es que recién conoció al tipo loco en la tienda de calderos —aunque necesitaba contárselo a alguien—, en lugar de elegir a sus amigos, decidió hablar con la esposa de uno de ellos.

Narcissa Malfoy, sentada elegantemente en una caja con una pierna detrás de la otra, tomaba de su taza de té mientras él acomodaba las pociones recién hechas en una de los estantes vacíos y hablaba de su corto encuentro.

—Ojos verdes, mira como de asesino, cabello negro, confiando y sin un filtro en la boca al parecer.

Durante medio segundo medito la descripción —se escucha aceptable y me suena familiar, quizás Lu lo conozca.

—No quiero decirle.

Sabiendo el motivo de esta decisión quiso defender a su esposo —él insiste en que fue una coincidencia y nunca quiso arruinar tu cita con Zabini.

—No quiero hablar de eso, ni volver a ver a Zabini en mi vida.

—De acuerdo, volviendo a tu hombre ¿cuánto tiempo crees que tarde en encontrarte?

—No es mi hombre…

—Por ahora.

Ignorando el comentario continuo —y si tarda siete días no es tan inteligente, sin son cinco pasable pero no lo suficiente, entre dos y tres sería lo ideal.

Apenas terminó de hablar Narcissa notó como alguien estaba apunto de entrar a la tienda, sin importar que aún faltan unos días para la inauguración. Severus que esperaba una respuesta y no la recibió se giro para ver qué pasaba, la emoción lo inundó en cuanto vio ahí justo a unos pasos suyos al hombre del que hablaba, con una enorme sonrisa de demente.

Se aclaró la garganta, no queriendo que sus emociones se notarán —aún no está abierto, vuelva en unos días señor —la mirada desconcertada que recibió lo hizo sonreír internamente

—Que cruel, no te conformas con adueñarte de mis pensamientos, ahora finges no conocerme —sonrió con tristeza antes de regresar a una sonrisa enorme y alegré, —juegas conmigo, sigue haciéndolo.

—Es un poco extravagante, —ambos voltearon a ver a Narcissa —tal vez completamente.

—Perdone señora Malfoy, no la había notado.

—Solo Narcissa por favor, no soy mi suegra —un pequeño escalofrío la recorrió solo de decirlo —¿nos conocemos?

—No realmente, solo por su esposo que siempre la presume en el ministerio y ahora entiendo el porque.

—Él me agrada, Severus.

—Caes por un pequeño cumplido —le reprochó el nombrado —en cuanto a ti…

—Tom Riddle, quién te llevará a comer en los siguientes minutos.

—¿Qué te hace creer que iré? —Tom saco del bolsillo internó de su traje una rosa y se la ofreció —ah lindo, —dijo decepcionado sin tomarla —no me convence.

Con un chasquear de dedos la rosa quedó flotando, se giro hasta quedar boca abajo y el tallo desapareció, sus pétalos se volvieron más largos, anaranjados y puntiagudos.

Finalmente la reconoció —una trompeta angelical —exclamó asombrado —¿es un soborno?

—Definitivamente.

—Bien iré por mi capa —anunció Severus al tiempo que hacia que la flor lo siguiera con un movimiento de su varita

Severus de verdad quería hacerlo suplicar un poco por una cita, pero él hombre la había traído una flor venenosa no solo rara, sino que también difícil de cultivar en climas fríos como los de Londres, combinada con los ingredientes adecuados se podía crear una poción parecida a la maldición imperio, ¿cómo rechazar a quién le dio tan estupendo obsequio?.

 

Aprendiendo a enamorarnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora