Antes y después
Tom se sentía molestó, no, furioso era una mejor descripción para su estado de ánimo. Por culpa del idiota de su jefe ahora debía quedarse horas extras e incluso existía la posibilidad que no tuviera libre su fin de semana y ¿por qué? Porque el hombre no era capaz de hacer una propuesta decente para organizar los fondos asignados de cada departamento.
En el pasado no se hubiera encolerizado con la incompetencia del susodicho, hasta le hubiera hecho algo de gracia, sin embargo, ahora todo era diferente. El solo pensar en no ver durante casi dos semanas a Severus parecía una muy injusto castigo, su único consuelo eran las cartas que éste le escribía para saber si seguía vivo.
Decidió concentrarse en su trabajo, terminar cuanto antes, su motivación para terminar pronto era poder ser libre e ir con su chico.
Cuando llegó el martes de la segunda semana, encontró la mejor de las sorpresas al abrir la puerta de su oficina y ver al pelinegro. De inmediato en su rostro se dibujo la sonrisa más amplía y deslumbrante que jamás había usado.
—¿Ya comiste? —negó sin dejar de sonreír —¿Te gustan las hamburguesas? —cuestionó al mismo tiempo que dejó ver la bolsa de papel que escondía detrás de él
—¿A quién no le gustan?
—A personas raras —Tom rio —¿me dejaras pasar o debo quedarme aquí?
Antes de moverse para dejarlo pasar y probar esas hamburguesas que olían tan bien, lo atrajo hacia él, sujetó sus mejillas y lo besó.
Se tomó su tiempo para disfrutar de esos dulces y cálidos labios, alargó el momento hasta que le faltó el aire.
—Hola —sin soltarlo y sonriendo lo saludo
—Hola —Severus también le sonrió
Como siempre a Tom le pareció extraordinario poder provocar aquella sonrisa en el pelinegro.
Tom no sabía que una hora podía ser tan perfecta que te hacía desear que no terminara nunca y curiosamente se volvía un momento demasiado corto. Tampoco sabía que una comida tan común como hamburguesas al medio día, podían volverse su comida favorita si era con él con quién las comía. Y sin duda alguna nunca imaginó que existía una persona en el mundo que con solo sonreírle podría volver su día el mejor de todos.
Estaba seguro de que Severus no tenía idea del antes y después que estaba marcando en su vida, pero ni siquiera él lo sabía. Solo algo era cierto, muchas cosas estaban cambiando en él y descubrirlo día con día era interesante y maravilloso a partes iguales.
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Aprendiendo a enamorarnos
FanfictionUn destello lo llevo a aquella tienda en el callejón Diagon, lo que lo mantuvo ahí fue el chico de piel pálida y ojos hermosos. Solo compartieron un par de palabras y eso fue suficiente para que Tom quedará completamente flechado. Quizás el destino...