Innocent

Tres

Ese extraño se parecía bastante a Daishinkan. Sólo que era más alto y con un peinado raro. La muchacha se apartó de la criatura durmiente sin quitarle los ojos de encima al fin individuo que flotaba a su costado. Se veía un poco asustada. No respondió la pregunta y se echo a volar para huir de ahí. Era muy veloz, pero no llegó lejos. Ese sujeto apareció delante de ella, fuera del palacio. Malta intentó escapar de nuevo, volando en otra dirección. Ese ser se atravesó nuevamente en su camino, sin embargo, en esa oportunidad la muchacha realizó una maniobra de vuelo digna de un ave. Hizo un giro virtuoso cambiando la trayectoria y alcanzando una mayor velocidad. Aquello tomó por sorpresa al ángel, que tuvo que incrementar su rapidez para alcanzarla. Cuando estaba por lograrlo, ella volteó a él y lo atacó. No le lanzó ki, tampoco le dió un golpe usando los puños, pero se sintió como ambas cosas. Aquello lo motivo a contenerse menos e inyectar un poco más de fuerza en su vuelo consiguiendo detenerla de una manera un tanto brusca. La tomó por las muñecas, desde atrás. Disficultando que la muchacha usará las piernas para atacarlo. Pronto descubrió que no tenía que preocuparse por eso. La chica no parecía saber pelear. Tenía una enorme fuerza, pero no la empleaba y sólo se sacudía intentando soltarse.

-Dejame por favor- suplicó Malta, pero ese ser no tenía intenciones de responder a su petición.

Cuando la muchacha miró arriba y a atrás descubrió que ese sujeto la miraba con mucha seriedad, mas no parecía querer hacerle daño así que dejó de debatirse, logrando que él dejara de aplicar fuerza en su agarre.

-No es correcto entrar en las casas ajenas, señorita- le dijo con un tono simpático y juguetón.

-Yo...yo no quería hacer algo malo. Perdón- dijo Malta con un tono dócil y dulce.

-Entiendo- exclamó ese ser y la soltó- ¿Cuál es su nombre?- preguntó cuando ella volteó a verlo.

-Soy Malta- respondió la chica poniendo las manos tras la espalda y bajando la cabeza.

-Es un bonito nombre, Malta. Yo me llamo Whis- le dijo él, inclinándose un poco para ver los ojos de la chica.

Ella lo miró con bastante timidez. Como una niña regañada que teme una dura represalia de parte de un padre severo. Pasó un buen rato antes de que se atreviera a hacer una pregunta:

-¿Conoces a Daishinkan?

Whis arqueo una ceja y volvió a mirarla de pies a cabeza. Ella era blanca como el papel, pero su piel tenía unas vetas púrpura. Esa característica física era lo único, en apariencia, diferente a un ángel. Sin embargo, su presencia le recordó demasiado a su estirpe. Si era o no era un ángel, Whis no hubiera podido decidirlo en ese momento. Desde luego que Malta mencionara al Gran Sacerdote sembró en él toda clase de preguntas y suspicacias.

-Es que...-continuo la muchacha con la misma candidez- Te...- Malta volvió a interrumpirse, pero en esa ocasión parecía no saber que decir. Era como si estuviera buscando una palabra que no encontraba en su vocabulario.

-Seguramente crees que soy parecido al Daishinkan- la interrumpió Whis- Es cierto. Eso se debe a que él es mi padre, señorita Malta.

La muchacha lo miró con curiosidad e inclinando la cabeza a un costado preguntó, tras una breve reflexión:

-¿Qué es que él sea tu padre?

Whis no ocultó su desconcierto ante esa pregunta, pero antes de que dijera algo al respecto, ella le pidió que no la regresará con él.

-No aún. Yo nunca había salido de ese lugar- agregó bajando la cabeza.

-No te preocupes, no le diré al Gran Sacerdote que saliste sin su permiso, sin embargo, él no tardará en notarlo. Es difícil ocultar algo en lo que ha puesto su atención- le señaló Whis- ¿Te gustaría tomar el té conmigo, Malta? Te prometo que yo mismo hablaré con mi padre para que no se enfade contigo...