Ocho

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-Lamento mucho haberlo lastimado, señor Whis- le dijo la muchacha, por tercera vez, mientras envolvía la venda en el brazo del ángel.

-Esta bien. En realidad fue culpa mía. No estime tu fuerza correctamente- le respondió Whis que con los ojos cerrados y sentado sobre su cetro. Estiraba su paciencia para con la muchacha.

-También lamento haberlo lastimado, señor Bills- le dijo la chica.

-¡Ya te dije que estoy bien. No hace falta que te disculpes cada dos minutos!- exclamó el dios, mientras flotaba, entorno a ella y Whis, cubierto de vendas como si fuera una momia.

Malta escondió la cabeza entre los hombros y continúo con lo que hacía, hasta que Whis la llamó por su nombre.

-¿Sí?

-Sólo me fracture el dedo, no hacia falta que vendaras todo mi brazo- le señaló el ángel.

-Lo siento- le dijo la muchacha sacándole una sonrisa a Whis y un gruñido al fastidiado dios que levitaba detrás de ella.

Malta era literalmente como una niña. Había que educarla en todos los aspectos. Su poder y fuerza eran algo a lo que tenía que dar prioridad, sin embargo, Whis prefirió consultar con su padre respecto a ese detalle. Esa noche, mientras Malta intentaba hacer un postre en la cocina, Whis se apartó para poder hablar con el Gran Sacerdote.

La muchacha era muy entusiasta y estaba poniendo todo su empeño en hacer un buen trabajo, pero el resultado dictaba  un poco de las instrucciones de Whis. El intento de pastel lucía como la comida de plastilina de un niño. Algo sin forma definida y muy colorido.

-No probaré está cosa- exclamó Bills cruzando los brazos y girando su cabeza a un costado, casi ofendido por el platillo delante de él.

-Pero si quedó muy sabroso. Lo hice tal y como el señor Whis dijo que debía hacerlo- le contestó Malta.

-Whis jamás a puesto en la mesa un esperpento como este- señaló el dios.

-Hice lo mejor que pude- murmuró la muchacha poniendo las manos en su espalda y hundiendo la cabeza entre los hombros.

-Será mejor que aprendas una casa, niña- le hablo el dios con gravedad, apoyando un brazo sobre la mesa y viéndola a los ojos- Hacer lo mejor que puedes no significa lograr algo. Si vas a hacer algo, hazlo bien.

Malta inclinó la cabeza a un costado y se quedó viendo a Bills un momento, después miró el postre que hizo.

-Le pediré al señor Whis que llame a Daishinkan, quizá él si lo quiera probar...

-¡¿Qué?! ¡No hace falta que hagas eso! ¡Yo lo probaré!- exclamó Bills estirando los brazos por encima de la mesa y agitando las manos de forma nerviosa-Mira, me lo estoy comiendo...Mira como... Está bueno...

Malta de se quedó viendo como Bills se comía el postre, que tal y como él descubrió se veía mal, pero tenía buen sabor. La muchacha sonrió contenta y cuando Whis apareció a su costado, le ofreció un poco. A diferencia de su señor, el ángel quiso probar todo de buena gana. Ese noche su maestro le comunico que comenzaría un entrenamiento marcial. Malta no estaba familiarizada con el término, pero aceptó sin protesta.

-¿Crees que sea buena idea?- le cuestinó Bills hablando casi al oído de su asistente, que se sentó a su lado- Entre más pienso al respecto, más peligroso me parece que está niña se vuelva conciente del poder que tiene.

-El Gran Sacerdote opina parecido, sin embargo, es inevitable que sus habilidades continúen saliendo a la luz a medida que explora el mundo. Entre más rápido aprenda de si misma, será mejor- le dijo Whis, recordando la charla con su padre y viendo fijamente a Malta lavando platos en la cocina.

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