Dieseiete

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La lluvia era algo nuevo para Malta. Ella solo conocía el clima soleado, el día y la noche, pero no la lluvia. Descubrió que le gustaba. Ese sonido que hacía al caer le recordaba mucho al que hacía el agua en su habitación. Ese Plinc, plinc, plinc incesante  rompía el silencio de la soledad en que siempre estuvo. Sentada el el marco de la ventana veía la lluvia como quien mira la gloria inalcanzable.

Hace dos días había despertado con unos brazaletes y una tiara puestas. El señor Whis le dijo que por orden de Zen Oh Sama tenía que llevar esas piezas de joyería. No le dió otra razón, ni dijo más al respecto. Ella estaba molesta y no hizo preguntas, aunque tenía muchas. Había tanto que no entendía y nadie parecía dispuesto a aclarar sus dudas. Esas últimas jornadas las paso en la soledad de su habitación. No necesitaba comer, tampoco dormir ¿Necesitaba algo realmente? A Daishinkan. A él lo necesitaba a toda hora y en todo lugar. Quería verlo en ese momento, pero al mismo tiempo no quería hacerlo. Hundiendo el rostro entre sus rodillas, Malta cerró los ojos para quedarse ahí hasta que no fuera capaz de resistir el hastio.

Bills estaba en la cocina cenando. Ocupado devorando los deliciosos platillos que su asistente preparó para él, pero no dejó de advertir la ausencia de la muchacha preguntando al ángel por ella.

-No quiere salir de su habitación- respondió Whis dejando un plato con el postre ante su señor- No imagino lo difícil que tiene que ser lidiar con el hecho de que es un ser artificial.

-Es una chica muy tonta- comentó Bills después de tragar un trozo de carne- Sin importar de que está hecha, está viva. Además todo lo que existe puede ser destruído.

Whis miró a su señor con bastante curiosidad al oír esa última parte. Iba a preguntar a qué se refería, mas en ese momento advirtió que Malta había estado oyendo desde el pasillo. Un poco preocupado por como la muchacha podía interpretar las palabras del dios, el ángel fue tras ella dando las pertinentes disculpas a su señor por dejarlo durante la cena. Pero no encontró a la muchacha en el corredor sino en una de las ramas del árbol, sentada bajo la lluvia. Parecía estar reflexionando por lo que prefirió no interrumpir.

A la mañana siguiente el cielo de aquel mundo tenía algunos nubarrones, pero las flores y los árboles resplandecian bajo el tibio sol. Todo parecía estar más vivo, excepto Malta que temprano voló hasta la cama del dios para despertarlo, pero Whis se lo impidió y la invitó a la Tierra. Malta se negó a acompañarlo, mas él terminó persuadiendola para que lo hiciera. Treinta minutos después estaban en Corporación Cápsula. Bulma les dió la bienvenida y se quedó viendo las joyas de la muchacha. Le hizo un cumplido por amabilidad, pero Malta no respondió y se escondió detrás del ángel un poco triste.

-Lo siento, la señorita Malta ha estado un poco indispuesta estos días- le dijo Whis a Bulma.

El ángel continúo hablando con la mujer. Malta se apartó un poco de Whis para mirar hacia el costado. Allí estaba Vegeta viéndola de esa manera extraña a la que ella nunca le puso atención. Siempre fue conciente de que esas personas la veían raro, pero ella también los veía así y pensó que aquello tenía que ver con la curiosidad recíproca, mas al estar en conocimiento de su origen, al comprender que más allá de la raza ella no era igual a esa gente, esas miradas adquirieron otra connotación. Una terrible. Una dolorosa y cruel.

Esa ida a la Tierra lejos de relajarla la puso más tensa. La hizo sentirse fuera de lugar. Como una flor de plástico puesta en el jardín. Todo se sentía tan diferente que llegó un momento en que se levantó de la mesa e intentó alejarse ignorando la llamada de Whis. De no ser porque Goku apareció en ese momento se hubiera terminado yendo a cualquier parte, pero la presencia de ese hombre la hizo volver a buscar el amparo del ángel.

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