Doce

620 124 4
                                    


Daishinkan la llevó a un lugar completamente nuevo. Un mundo primitivo donde la naturaleza reinaba colorida y fresca. El cielo tenía un tono ámbar y rosa con nubes blancas a través de las cuales se asomaban dos lunas en cuarto menguante, pese a que era de día. Malta quedó extasiada con aquel paisaje. Algo en ella se removió de una forma que jamás hubiera podido explicar.

-Se siente parecido a como cuando te veo, después de días- murmuró y se llevó la mano al pecho- Es como nostalgia, pero...

Daishinkan se quedó atrás. No se lo dijo y tampoco lo haría, pero el mundo en que Malta fue creada era muy parecida a ese. Posiblemente algunos fragmentos de memoria se agitaron en la muchacha gracias al paisaje. Un revuelo insuficientes para formar un recuerdo nítido que pudiera hacerla saber lo que era en verdad.

-¿Quieres jugar?- le preguntó el Gran Sacerdote y Malta se emociono ante esa propuesta.

Cuando estaba encerrada en aquella habitación, antes de su primer intento de escape, el Gran Sacerdote y Malta solían jugar entre los jóvenes árboles. Él se ocultaba de ella, pero cada vez que Malta decía:

-La gotita hace...

-Plinc- contestaba Daishinkan desde donde se estuviera escondiendo.

Era un juego sencillo, pero a Malta la divertía bastante, mas en esa ocasión la muchacha se aburrió rápido y le enseño al Gran Sacerdote un juego que  aprendió de la pequeña Maron. Para cuando la noche cayó, en ese mundo, la muchacha se había dormido. Estaba muy cansada en verdad. Daishinkan la llevó de regreso al mundo del dios de la destrucción, que estaba dormitando en el jardín a su llegada. A él entrego a Malta y cuando Bills la tuvo en sus brazos acabó con una rodilla en el piso.

-Esta chica está más pesada- murmuró la deidad a quien antes le había costado trabajo cargarla, pero en ese momento apenas podía sostenerse en pie.

El comentario de Bills se ganó la atención de Daishinkan, pero antes de poder averiguar a qué se refería apareció Whis, solicitando con él una breve audiencia. El dios se fue volando al palacio y dejó a Malta en la cama que su ángel le dió, pero al hacerlo notó algo extraño. Las vetas color púrpura en la piel de la muchacha parecían estar un tanto hundidas. Era algo muy difícil de apreciar. Era necesaria una vista muy aguda para verlo y él la tenía. Curioso se inclinó un poco para ver uno de los brazos de Malta de cerca, pero entonces la chica despertó y él retrocedió como si estuviera haciendo algo malo.

-Hola señor Bills- le dijo ella frontando sus ojos.

-Hola- le respondió el dios levantando la mano derecha.

Daishinkan y Whis hablaron un rato. No más de cinco minutos. Cuando la charla terminó, el Gran Sacerdote se marchó con una expresión muy sería y Whis se quedó con un semblante un tanto triste. Se giró hacia el palacio y miró hacia allá un instante, antes de echarse a andar por la adoquinada senda a través de los campos floridos. 

Unos días después, mientras intentaba que Malta practicará artes marciales con él, la muchacha le preguntó si podía ir a ver a Maron otra vez. Whis le dijo que era posible, pero antes tenía que cumplir con sus deberes. Aquello no le cayó nada bien a la muchacha que descendió sobre el campo, se abrazó a sus piernas y se quedó así, negándose a moverse. Nada de lo que Whis le dijo logró que ella moviera un músculo. Cuando la amenazó con no darle postre, Malta le saco la lengua.

-Llevó años lidiando con el señor Bills, tu actitud caprichosa no podrá conmigo señorita- le advirtió en un tono bastante severo.

Malta lo miró haciendo un puchero.

-Usted no me agrada- le dijo la chica.

-Entonces no tiene sentido que estés aquí. Deberías pedirle al Gran Sacerdote que te lleve de regreso a esa habitación vacía, para ya no tener que lidiar conmigo...

-Pero no quiero estar sola otra vez- fue la tímida respuesta que le dió la muchacha y llorando en silencio hundió el rostro entre sus rodillas.

Sintiéndose un poco culpable por haberla puesto triste, Whis se flexibilizó un poco y le prometió que la llevaría a la Tierra cuando fuera a buscar provisiones. También le dijo que le enseñaría a hacer un nuevo postre si practicaba con él. Malta se animó y se puso de pie para intercambiar golpes con su maestro, que no tenía demasiados problemas para evadirla o percibir sus ataques, pero tenía que reconocer que soportar los impactos de los puños y piernas de Malta, le causaba dolor. Cuando la jornada de entrenamiento acabó, Whis se retiró a un cuarto para su descanso. Allí subió las mangas de su túnica descubriendo las marcas de los golpes en sus brazos. Eran pequeñas, en comparación a las que quedaban en el cuerpo de su señor, pero todo un mérito considerando que él era un ángel.

Unas semanas después Whis llevó a Malta a Corporación Cápsula. Él había hablado con Bulma para que la pequeña Maron estuviera ahí y Malta pudiera verla. No pusieron muchos problemas a eso aunque se les hizo una petición extraña. Vegeta que iba a entrenar esa jornada, decidió quedarse para vigilar a esa muchacha, que al ver al grupo reunido allí se escondió detrás del ángel. Fue la niña quien la saco de ese estado invitandola a jugar con ella en el jardín.

-¿Qué edad tiene esa chica?- preguntó Bulma viéndola correr detrás de Maron.

-Varios millones- contestó Whis sentandose en una de las mesas- A escala humana unos dieciocho a veinte años- añadió.

-Se comporta como una niña- comentó Vegeta.

-Les había mencionado que ella creció aislada- señaló Whis.

-Es una chica muy linda. Es una pena que haya crecido así- dijo Bulma- Sin embargo, hay algo  extraño en ella que me inquieta.

Whis daba las gracias al mesero por la taza de té. No respondió a lo dicho por Bulma, pero si mostró gratitud por darle la oportunidad de convivir con ellos un momento.

Maron le enseño a Malta una muñeca pequeña que le dió su padre para su cumpleaños. Le hablo de la fiesta y otro montón de cosas que Malta no entendía, acabando por preguntar cuando estaba ella de cumpleaños. La muchacha que estaba sentada sobre la hierba, con las piernas haciendo una w, inclinó la cabeza a un costado y se llevó el dedo índice a la barbilla como buscando una respuesta.

-¿No sabes cuándo es tu cumpleaños?- preguntó la pequeña y Malta negó con la cabeza- ¿Nunca has tenido una fiesta? ¿Tus papás no celebran el día que naciste?

-Yo no tengo papás- respondió Malta- Daishinkan dice que murieron hace mucho.

-¿Daishin-kan? ¿Quién es él?

-Es quien me cuidaba. Ahora lo hace el señor Whis, pero antes lo hacía él- respondió Malta recibiendo la taza de té de juguete.

-¿Es un pariente tuyo? A mí a veces me dejan con la señora Bulma o la señora Milk...

-Daishinkan es padre del señor Whis, pero no tienen nada que ver conmigo- le dijo Malta y siguió hablando con la pequeña Maron.

Era asombroso como Malta podía comunicarse con aquella niña, aunque teniendo en cuenta que ella tenía una mente de una edad cercana a la de Maron, no era de extrañar. De una forma muy sencilla, la muchacha le contó de su vida en la habitación inundada. Aquello provocó algunos cuestionamientos que ella nunca hubiera podido concebir. Maron le preguntó si ella había hecho algo malo y la habían castigado por eso, pues cuando ella hacía una travesura su mamá la mandaba a su cuarto y no la dejaba salir de ahí. Por supuesto Malta le dijo que sólo una vez hizo algo malo y fue cuando hizo un hueco en la pared de la habitación, para salir de ahí. Entonces Daishinkan la metió en una jaula y ella estuvo allí mucho tiempo.

-Ese señor es muy malo. No puede meterte en una jaula- le dijo la pequeña.

-Daishinkan no es malo. Él me trata bien...

-Pero no te dejaba tener amigos. Ni ir a la escuela o jugar fuera. Eso no está bien...

¿Daishinkan malo? Esa era una idea demasiado desconcertante para Malta. Algo que no podía asimilar y mucho menos entender. Cuando volvió al planeta del señor Bills, lo hizo con un ánimo algo pensativo y triste. Algo que para Whis no pasó desapercibido.

Innocent Donde viven las historias. Descúbrelo ahora