Diecinueve

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Malta nunca se había sentido tan sola. Y en esa oportunidad no había alguien que mitigara esa incómoda sensación. Flotando en el oscuro espacio permaneció quieta por varios minutos antes de salir volando hacia la Tierra. Su llegada allí no fue precisamente discreta. En torno a ella se había formado un fuerte campo de estática que al entrar en contacto el campo electromagnético de aquel planeta causó varios estragos. Lo primero fue la falla masiva de todo tipo de máquinas y lo segundo una nube de tormenta eléctrica que comenzó a causar grandes daños en las ciudades. A Malta nada de eso le importaba. Ni siquiera lo advertía en realidad. Ella fue allí porque era el único sitio que conocía además del planeta del dios se la destrucción que acaba de volver pedazos. Acurrucada en un rincón rocoso entre las montañas se puso a llorar y a cada lágrima que derramaba se iba perdiendo más y más en si misma.

El odio era un peso muy grande en su corazón donde siempre hubo un solo y puro sentimiento, por mucho tiempo sin nombre, pero que era algo bueno, cálido y pacífico. Mas todo eso se desvaneció tan súbitamente que Malta no era capaz de comprender del todo que había pasado. Todavía se sentía ignorante y sobretodo atolondrada. Lo bueno, lo malo, las luces y las sombras se entremezclanban ante sus ojos haciendo de sus pensamientos, como de sus emociones, una masa sin forma y sin color definible que giraba entorno al odio. Al terrible odio que era lo opuesto al amor, a la puro y pacífico. 

Había gritado que iría por Daishinkan. Que quería verlo. Sintió con vehemencia que deseaba confrontarlo, pero no era cierto. No quería ir por él y encararlo. Lo que realmente anhelaba era que él apareciera y apartara de ella ese sufrimiento. Mas sabía que no pasaría. Que Daishinkan no la salvaría de ese dolor, sino todo lo contrario.

Desde luego todos en la Tierra advirtieron que una gran amenaza había llegado y aunque no sabían de que se trataba acudieron al origen de la tormenta. Vegeta, Piccolo y todos los demás estaban ahí menos Gokú. A él lo interceptó Daishinkan.

-Necesito pedirle un favor- le dijo al Saiyajin- Necesito que detenga a Malta-agrego con un semblante que no dejo cabida a ningún cuestionamiento.

Gokú se sorprendió un poco de ver allí a ese ser, pero él estaba en conocimiento de que era Malta y de que tan peligroso era su estado en ese momento. Whis se lo contó como en ese preciso instante se lo estaba contando a Bills.

Malbec era un ángel jóven. Siempre mostró gran curiosidad por todo lo que los hombres, mortales, era capaces de hacer. Decía que el potencial de esas criaturas era infinito. Él fue clonado sin su consentimiento. Pero no fue por ello que tuvo que ser destruido. Lo que lo condenó a seguir el destino del universo en que cumplía sus funciones fue otra cosa. Los universos fueron creados hace mucho tiempo. Tanto que hay muy pocos seres en la existencia capaces de recordar ese evento. Los angeles no son unos de esos, aun cuando para ellos no hay  demasiados secretos. De ese instante todavía hay vestigios en el espacio y algunos mundos. Residuos de la energía primordial que alcanzó un estado de materia único, pero que lamentablemente a estado  deteriorándose con el paso del tiempo. Malbec encontró una partícula del génesis. Entusiasmado por ver lo que los hombres podían hacer con ella, es que se la dió a Adán y este hombre, esclavo de su temor a la muerte, creo a Malta a partir de esta materia primitiva. Pero hizo a otros más. Solo que ellos no consiguieron conciencia como si lo hizo ella. La primera de todos.

-La materia que ese hombre sintetizó por medio de esa partícula es lo que dió forma al cuerpo de Malta- continúo explicando Whis- De ahí que ella tenga una estructura tan densa. Pero...esa misma densidad puede hacerla colapsar de manera abrupta. En tal caso las consecuencias pueden ser desastrosas para ella y todo lo que esté a su alrededor.

-Eso quiere decir que esa chica es una bomba de tiempo apunto de explotar- señaló Bills- ¿No hubiera sido más sencillo que me dejarán destruirla?

-Esa hubiera sido la acción lógica de no ser porque Malta no puede ser destruida ni por Zen Oh Sama. La partícula del génesis es una materia muy especial y unida a un ángel resultó ser extremadamente poderosa. Demasiado para sostenerse en si misma.

Innocent Donde viven las historias. Descúbrelo ahora