Catorce

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Whis se sorprendió bastante de la expresión de su padre. No estaba molesto, sino enojado y estaba seguro que si Gokú no contará con la simpatía de Zen Oh Sama, Daishinkan se las hubiera arreglado para acabar con él sin misericordia.

-Yo no quería pelear- le dijo Malta al borde de las lágrimas.

-Lo sé- fue la respuesta del Gran Sacerdote, que ignoró a Gokú para fijar sus ojos en Whis, quién se mostró bastante nervioso- Hablaré contigo después- le dijo y tomando a Malta por la cintura se marchó con ella.

Whis respiró aliviado. Se llevó la mano al pecho logrando sentir los frenéticos latidos de su corazón. De forma terrible miró a Gokú que flotaba maltrecho a su costado.

-Espero estés satisfecho- le dijo sin disimular su enojo- Te advertí que no molestaras a Malta. Tú no eres rival para ella si se decide a pelear en serio y usando su verdadero poder.

Gokú se disculpó, pero no sonó muy sincero.

-Oiga señor Whis ¿Por qué el Gran Sacerdote se llevó a Malta? Es que Bulma tiene razón y es hija suya...

-¡Que no es mi hija!- le gritó Whis, pero enseguida se disculpó por su actitud- Mi padre esta muy molesto conmigo porque permití está pelea. Sólo espero no se exalte como la última vez. El Gran Sacerdote es terrible cuando realmente se enfada... Respecto a Malta hay algo muy particular en ella y que creo debes saber Gokú. Después de todo...

La actitud del ángel advirtió a Gokú que se trataba de algo bastante grave, sin embargo, después de escupir un poco de sangre perdió la conciencia.

Daishinkan llevó a Malta a un mundo tranquilo con hierba baja. Estaban en una depresión circular. Como un cráter que el tiempo cubrió de vegetación. El cielo tenía un bonito tono turquesa y violeta, que contrastaba con las amarillas lunas al oeste. La muchacha estaba de rodillas ahí, llorando. Daishinkan estaba hincado frente a ella sosteniendo una de las manos de Malta que tardo un poco en recobrar la compostura.
Ella no lo advertía, pero las vetas púrpuras en su piel brillaban un poco.

-No estoy molesto contigo, querida- le dijo Daishinkan y ella lo miró, todavía sollozando- Sé que no fue tu culpa. Por favor, no llores más- le pidió y le dió un tierno beso en el dorso de la mano.

-¿Por qué a ese hombre le gusta pelear?- le preguntó- Yo lo odio.
No me gusta, no quiero hacerlo.

Él no le dio una respuesta. La llevó hacia su pecho y la retuvo ahí, para que acabará de calmarse. Nunca hubiera sospechado que aquello desató una terrible controversia en la muchacha.

Malta había estado aprendiendo muchas cosas, pero de manera muy rápida por lo que su mente aunque se estaba ampliando también estaba algo saturada. Y en esos días que estuvo visitando la Tierra una de las decenas de preguntas que formuló fue: ¿Qué clase de amor sentía él por ella y ella por él? Amor era algo muy amplio, por lo que Malta había podido entender. Había amor de familia como el que sentía Maron por sus padres y ellos por ella. Los padres de su pequeña amiga siempre la estaban cuidando y brindando cosas para que ella estuviera bien. Más o menos como el Gran Sacerdote hizo con ella durante el tiempo que permaneció en aquella habitación. También había un amor de amigos como el que sentían Trunks y Goten, amor de compañeros y el más extraño de todos: el amor entre un hombre y una mujer que se juntaban para tener hijos. Parecía que había mucho de ese amor, pues la Tierra estaba llena de familias, pero a Malta no dejaba de ser extraño porque según escuchó y observó, las parejas se formaban entre dos personas que no vivían juntas, sino que se encontraban por casualidad. Una vez se asomó a ver un manga del señor Bills donde había una pareja que se besaba y le preguntó al dios si esas personas estaban enamoradas.

Innocent Donde viven las historias. Descúbrelo ahora