Hoseok transitaba con tranquilidad por las concurridas calles de la ciudad.
De vez en cuando alguien lo tropezaba o pisaba, tal vez él era muy lento o la gente muy rápida, pero no le daba importancia, después de todo solo quería llegar a su trabajo temprano.
Ya había cumplido un mes en su trabajo y estaba por llegar a los dos meses viviendo solo. Aunque a los ojos de todos era un adulto joven recién independizado, bastaba con prestar un poco de atención para notar que no era más que un chiquillo al cual sus padres prácticamente lanzaron al mundo real a la fuerza.
Hoseok era incapaz de negar que en un inicio le emocionó la idea de tener su propio apartamento, pero bastó con pasar su primera semana solo para que comenzará a llorar deseando tener 15 años de nuevo.
Fue ese el momento en el que se arrepintió de tener padres tan generosos.
No era común que tus padres pagaran todo un apartamento como regalo por tus 19 años, pero Hoseok había sido bendecido, o maldecido, con progenitores tan generosos. Realmente querían que su hijo aprendiera ser autosuficiente e independiente, con una casa y trabajo ya estaba viviendo mejor que muchos.
Al mudarse, ya tenía todo el lugar amueblado, solo tuvo que organizar las pocas cosas que antes decoraban su habitación y ya podía decir que estaba completamente instalado. No era el mejor cocinero, por lo que su madre le regaló varios libros de cocina, para él eran guías sobre cómo no morir tratando de alimentarse y gracias ellos con el tiempo logró mejorar.
No tardó en encontrar un trabajo a tiempo completo, aunque la mayoría de los chicos de su edad estaban entrando en la universidad, él había decidido tomarse unos años antes de comenzar. Para asegurarse de no perder el tiempo, comenzó a hacer pequeños cursos virtuales; desde fotografía, hasta los niveles más básicos de idiomas que le interesaran. Aún así, por muy ocupado que se mantuviera, la soledad se convirtió en su única compañía y eso no le gustaba.
Un semáforo en rojo frenó su caminata, suspiró ante la idea de tener que esperar poco más de un minuto hasta que aquel dispositivo volviera a verde. Rápidamente se sintió abrumado entre tanta gente desesperada por continuar caminando, a los ojos de Hoseok las personas que le rodeaban eran como animales esperando a ser liberados del corral.
Mientras esperaba, una tienda le llamó la atención por lo que decidió cambiar un poco su ruta, con suerte ir por otra calle sería más tranquilo, de esa forma acabó descubriendo varios locales y algunos restaurantes que se escondían tras las calles principales. Agradecía el haber salido varios minutos antes de casa, gracias a ello pudo entrar a varias tiendas, incluida una de mascotas.
―Bienvenido, ¿en qué le puedo ayudar? ―la trabajadora tras el mostrador saludó, aunque sus palabras fueron opacadas por los ladridos de los perros y el canturreo de las aves, todos parecían estar recibiendo al cliente nuevo.
―Estoy buscando una mascota, creo que un cachorro estaría bien ―se acercó hasta donde estaban lo pequeños de cuatro patas. Una cerca casi miniatura los mantenía en un espacio aparte y seguro, pero accesible para los clientes ―. Mi apartamento es bastante pequeño, no sería bueno elegir uno muy grande.
―Entiendo, aquí tienes variedad de opciones, todos estos pequeños son rescatados y esperan ser adoptados ¿Hay alguna característica en especial que quieres que tenga tu futuro amigo? ―la mujer se inclinó tomando uno de los cachorros que se sacudía alegre entre sus brazos.
―Me gustaría que sea fácil de cuidar y entrenar.
―Creo que este pequeño es para ti... ―dejó el cachorro que tenía entre brazos para tomar otra pequeña bola de pelos, esta vez marrón ―. Es un poodle, macho, lo encontramos en un callejón, estimamos que tiene 2 o 3 años ―extendió sus brazos efreciéndoselo, el canino parecía más que feliz de estar entre los brazos de Hoseok. Era pequeño, peludo y adorable, su mirada parecía rogar que lo eligiera.
―Creo que ya se quien elegir ―decidió confiado.
Luego de varios días de papeleo y preparación a Hoseok le fue entregado el pequeño Cookie, como había decidido nombrarlo por su color café como el de una galleta. No pensó que un proceso de adopción sería tan largo, pero gracias a eso pudo comprar todo lo necesario para su nuevo amigo; comida, juguetes, ropa, camas y una guía de entrenamiento.
El primer día de Cookie en casa fue caótico.
El cachorro exploró cada rincón de la casa, hizo sus necesidades por doquier y mordisqueó todo lo que cabía en su pequeño osico, claramente estaba feliz y emocionado por explorar.
El desastre causado por aquella bola de pelos fue una constante por varias semanas, al ser un cachorro, al parecer, sin entrenamiento hacía caos sin entender que estaba mal. Hoseok dedicó varios días a educarlo, no era fácil y el resultado no fue rápido, pero había decidido tener aquella responsabilidad por lo que tenía que afrontarla con paciencia y dedicación.
Para el primer mes Cookie ya no hacía sus necesidades fuera del lugar asignado, tampoco mordisqueaba los muebles ni ladraba excesivamente ante cualquier mínimo sonido. Aún así seguía siendo un perro bastante activo, su energía no parecía acabar ni siquiera durante sueños, el pequeño siempre estaba moviéndose.
Pero ni todo el entrenamiento del mundo lograría que dejara de robar el calzado de Hoseok cada vez que podía.
― ¡Oye! ―Hoseok gritó al observar como su pantufla era secuestrada por aquella bola de pelo ―. Eso es mío.
Fue tras Cookie, quien huyó en dirección a su habitación, con esfuerzo logró subirse a la cama donde se sentó sin soltar la pantufla.
»― ¡Cookie! ―se acercó cuidadosamente con una sonrisa, la orejas del cachorro mostraron su reacción de inmediata al escuchar su nombre ―. Devuelvela por favor.
Como si entendiera lo dicho, se bajó de la cama y dejó el objeto cerca de los pies de Hoseok para luego comenzar a menear su cola mientras observaba a su dueño.
―Buen chico ―tomó a Cookie entre sus brazos y de inmediato fue atacado por el pequeño cachorro que comenzó a lamer su cara provocándole risas ―. ¿Quieres salir a pasear? ―cómo respuesta optuvo varios ladridos ―. Tomaré eso como un sí.
Dejó al animal en el suelo para buscar su correa y algunos zapatitos para ponerle, Hoseok no pudo resistirse a comprar más y más ropa y zapatos, menos aún cuando el pequeño parecía disfrutar el usarlos y lucir distintos conjuntos en miniatura.
Una vez ambos estuvieron listos, salieron con el parque como su destino.
Thighs~
ESTÁS LEYENDO
ᴀᴅᴏᴘᴛɪɴɢ ᴀ ʟᴏᴠᴇʀ
Fanfiction┏━━━━━━━━━━━•❅•°•❈•°•❅•━━━━━━━━━━━┓ Desde el inicio de la humanidad los perros desempeñaron un papel especial; El mejor amigo del hombre. Un compañero, amigo y mascota. Eran más que simples animales. Jung Hoseok era un joven que en el inicio de su...