El arte de un buen ataque

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—Él es Kuroo Tetsuro —dice con voz simple y hasta algo amargada Shirabu Kenjirou, el secretario personal de Kiyoomi, mientras que señala al hombre que está a su lado y que está más preocupado en revisar su teléfono—. Será su asistente —indica Shirabu—. Tal como lo pidió, un hombre capaz e inteligente.

Atsumu está terminando sus roles de canela que ha preparado junto con las cocineras para enseñarles como prepararlos, justo la receta que a él le gusta, está sorprendido de lo curioso que es el hombre parado frente a él, no lo ha visto ni siquiera una sola vez. Ladea el rostro tratando de verle mejor la cara, el omega se jacta de ser capaz de juzgar bien a las personas, o al menos eso es lo que siempre ha querido creer, aunque no juzgó para nada bien al otro omega que le rompió el corazón pero eso era un tema aparte. 

—Se ve que le gusta la tecnología —señala Atsumu dando un bocado a su pan. 

—¿Qué-é? —Shirabu gira su mirada hacia el hombre a su lado y le da un codazo para que ponga atención—. Señor Tetsuro. 

—Ah... lo siento —sonríe levemente, baja el teléfono y sonríe a Atsumu, pero cuando sus ojos se fijan en el omega se queda en silencio, los ojos dorados se han fijado sobre los propios. Reacciona a los segundos y hace una reverencia rápida—. Perdón, señor Sakusa. 

—No te disculpes —señala Atsumu sonriendo mientras que daba un sorbo a su café—. ¿Qué es eso tan importante que ves en tu teléfono, Tetsucchan. 

"Tetsucchan", repite en su pensamiento Shirabu. 

—Oh... estaba corroborando la agenda del señor Sakusa —se acerca para mostrarle el teléfono—, pero dice que tenía una cita con Miss Simone para ver lo de su traje para la primera visita al templo en año nuevo. 

—¡Mierda! —Atsumu ve el teléfono de Tetsuro y empuja al hombre—. Bien hecho, Tetsucchan, Shirabu-kun, gracias... —añade mientras que jala su té y un rol de canela más—. Vamos, Tetsucchan, te mostraré todo —indica adentrándose a la residencia a paso apresurado. 

Shirabu frunce el ceño. No es que odie o algo por el estilo pero debe de confesar que le gustaría un omega más organizado, o mínimo más tierno y educado. Aunque Miya Atsumu provenía de una familia bastante acaudalada, sus modales eran... bastante peculiares y desagradables. Tuerce los labios suspirando. Su teléfono comienza a sonar. 

—¿Sí? —responde mientras camina hacia la salida de la enorme residencia, el auto de la compañía lo espera.

—¿Ya terminaste? —pregunta Kiyoomi desde el otro lado de la línea. 

—Sí, señor, el señor Sakusa se está alistando para ir a ver a Miss Simone para su traje de año nuevo —sube al auto. 

—Hmm... se supone que tenía esa cita hace diez minutos, llama al estudio de la diseñara y pídele que atienda a Atsumu aunque sea fuera de su horario de cita.

—Sí, señor —seguido cuelga y suspira. ¿Por qué tiene que hacerlo él si ya tenía un asistente?, piensa Shirabu acariciándose el entrecejo, además, es la primera vez que escucha sobre un marido que tuviera tanto cuidado con la agenda de su pareja, y que además le brindara un capricho tan caro como lo era Tetsuro Kuroo.

Shirabu acaricia su entrecejo y mientras avanza se da la libertad de relajarse recordando lo ocurrido hace una semana. El señor Sakusa le había pedido verlo después de que entregará su agenda del día, el Presidente seguía de viaje así que supuso se trataría de algo relacionado a ello, pero la petición le sorprendió.

—Quiero un asistente. 

—¿Un asistente? —cuestionó Shirabu curioso ladeando el rostro, aunque su atención fue llamada desde el pasillo, ahí vio de reojo como la gente de servicio de la casa movía cosas de un lado a otro. No estaba enterado de ninguna remodelación, hablaría con el administrador de la propiedad para saber qué ocurría, de momento debía de poner atención a Atsumu. 

Los omegas también huelen a alquitrán [Haikyuu!! - SakuAtsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora