Soñando con zorros

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Su madre siempre se ha sentido desvalorizada cada vez que su padre sale de viaje, aún ahora que llevan más de cuarenta años de matrimonio. Ella suele llorar mientras las sirvientas hacen las maletas para que el señor de la casa viaje, y si se va más de tres días llama a los abogados para exigir el acta de divorcio. A Kiyoomi siempre le pareció una actitud desesperada.

—Es porque me gusta —explicó Yuta Sakusa el día en que su hijo lo increpó al respecto. 

—¿Te gusta que mi mamá te acose y te interrumpa? —preguntó Kiyoomi.

Yuta se rió bebiendo su té.

—Si un día te casas, sea por amor o compromiso —porque Yuta sabía que su hijo iba a dar prioridad a su estatus y negocios antes que el amor—, lo vas a comprender. 

El día anterior pensó justamente en lo mismo, había pensado en su padre diciéndole que cuando se casara lo iba a comprender. Lo dudó hasta ese momento en que se encuentra en la sala de emergencia. Sus hombres han estado investigando información con respecto a lo que ha ocurrido. Espera que le den información por parte de los médicos y por parte de las autoridades porque es un ataque que no dejará impune. 

—Presidente —llama un vez que reconoce de inmediato.

—Shirabu —saluda Kiyoomi con una expresión cansada a pesar de que solo han ocurrido tres horas desde que llegó al hospital. 

—El señor Miya —señala al suegro del presidente que se recompone casi de inmediato y hace una reverencia profunda y marcada. 

—Padre —dice con voz solemne. 

—Omi —lo saluda el hombre que viste un kimono menos vistoso que el que Atsumu vestía, pero Kiyoomi se da cuenta que es la familia la que tiene una predisposición casi genética para lucir la ropa tradicional con garbo—. ¿Cómo está, Tsumu? —cuestiona serio pero con una expresión que hace notar la preocupación. Puede ser el alfa más duro del país pero ante una situación como un hijo omega cualquiera se quebraba. 

—Estable, sigue en cirugía... me dijo el doctor algo de tumefacción y... quemaduras extensas... perdió sangre y no encontrábamos de su tipo... —explica con racionalidad Kiyoomi, aunque está totalmente desesperado. 

Miya Taiki asiente y suspira. 

—¿Podemos hablar en privado? —pregunta serio el padre del omega y el alfa asiente, mira a Shirabu y su secretario se mueve para hacer posible una reunión más confidencial. 

Les proporcionan un consultorio deshabitado y solo quedan suegro y yerno. 

—Tu asistente es muy eficaz, Omi. 

—Sí, Shirabu es un gran trabajador —expresa con simpleza Kiyoomi, aunque duda que le haya pedido un lugar más íntimo solo para decir eso, y lo confirma cuando nota como Taiki mira a la nada, como si buscara las palabras adecuadas. 

—¿Sabes por qué dejé que te casaras con Tsumu, Omi? —pregunta con voz suave. 

—No lo sé, padre. 

—Porque no estabas metido en este mundillo... —dice como si nada—, fue nacional hace tres años que la Yamaguchi-Gumi sufrió una escindida, y de ahí nació la Kobe Yamaguchi-Gumi, hace poco también hubo una escindida y se creó un tercer clan Ninkyou Yamaguchi-Gumi... fue después de que Atsumu se casará contigo... sabía que contigo iba a estar a salvo... incluso después de que perdieron al bebé, vi como cuidaste de mi hijo... como líder del Kobe Yamaguchi-Gumi siempre pondré por delante la vida de mis hijos, y quiero que eso lo tengas presente, tú ahora también eres mi hijo.

Los omegas también huelen a alquitrán [Haikyuu!! - SakuAtsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora