El alfa que huela a bosque y el omega que huele a alquitrán

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El sonido del agua es sorda, los movimientos suaves provocan un leve eco que se reproduce entre las paredes del baño hasta que se queda en silencio y no hay un sólo ruido, ni siquiera la respiración del omega. Él mira todo desde el fondo de la bañera. Una capa de agua lo cubre y todo se ve distorsionado. 

Cierra los ojos cuando le arden y emerge por completo dando una larga bocanada, se sostiene de los laterales de la bañera y se queja, porque todo le arde y le duele, sin embargo una toalla cae sobre su cabello y unos brazos lo ayudan a salir de ahí, con cuidado, para que no se caiga. 

El agua se sale de la tina, y no importa el desastre, su atención está puesta en la persona que le seca el cuerpo. Sólo deja de verle cuando le secan el cabello y el rostro. Aunque se queja abiertamente con un gemido por el movimiento de su cabello, aún tiene sensible el área de donde le arrancaron directamente los mechones de cabello durante el breve tiempo que lo tuvieron cautivo queriéndolo hacer hablar sobre dónde estaban los niños. 

—¿Ya te vio un médico? —pregunta desde su espalda Kiyoomi que le mueve los largos mechones de cabello para revisar cómo ha crecido ya una costa en las zonas que no tiene cabello. 

—No he tenido tiempo para eso —explica el omega—. Me han ayudado a curarme pero... es todo —responde mientras que lo deja terminar de secarle. 

Kiyoomi solo se concentra en eso. Ignora lo maltratado que tiene el cuerpo, en general, el omega. Ve más heridas de las que quisiera ver, y cardenales que resaltan sobre la piel ajena que no tiene el coraje para imaginar cómo o quién se las ha hecho, porque le hierve la sangre. Es la mano del omega que le sostiene del rostro el que lo hace reaccionar, el alfa se ha quedado viendo el pecho del omega, ahí hay mordidas, lunas rojas y moradas. 

—Puedo terminar de arreglarme yo solo —indica con una sonrisa plástica y Kiyoomi aprieta los labios, niega para abrazar ese húmedo cuerpo, hunde su nariz en el cabello mojado y huele el shampoo que se ha puesto. 

Hay indicios del hedor del otro alfa pero Kiyoomi no repara en eso, la sonrisa que le ha regalado Atsumu lo atraviesan, y en cambio lo envuelve con su aroma. Atsumu se deja abrazar y sus mejillas se mojan ahora al sentir que es reclamado por la única persona que él aceptaría, se abraza a él de regreso. 

En cualquier otro momento, tener al omega desnudo contra él, temblando y suplicante, sería invitación para juntos probar las mieles del placer, sin embargo, ahora, sólo es indicio de tregua en medio de una guerra emocional en la que ambos están participando en bandos diferentes pero contra un enemigo común. 

Atsumu conoce la cara de ese enemigo, Kiyoomi quiere conocerla sólo para borrarla. 

Apresuran entre los dos el ritual, y terminan de vestir a Atsumu que poco después es llevado hasta la cama donde ambos se acuestan, el rubio toma una pastilla para dormir y después se dedica a tocar cada tramo del cuerpo de Kiyoomi que encuentra cerca a él. Su pecho, sus brazos, su cuello, su cadera, su vientre, lo toca por completo sobre la ropa y después se hace un ovillo que se clava en el costado ajeno, como una espina que se entierra y se niega a salir.

Kiyoomi lo deja ser hasta que lo nota quedarse muy quieto, tranquilo, duerme por fin. Lo envuelve en su aroma y peina sus cabellos en silencio, le toma la mano y la observa, la besa varias veces, y acaricia sus nudillos lastimados, el ángulo de la unión de sus dedos roto, debe ser doloroso y se pregunta que tan fuerte es ese omega suyo, suyo, que es capaz de aguantar todas esas torturas en su cuerpo, cómo es posible que haya aguantado. Su omega es increíble, su omega es especial, su omega es maravilloso y está ahí con él. 

Parece un sueño, parece que todo eso es irreal. 

La misma sensación de incredulidad llena a Atsumu cuando despierta y encuentra su cama vacía, se levanta agitado, de golpe respirando por la boca y transpirado. Busca con la mirada algo que no hay en la habitación. Se toca el rostro sintiendo ese toque y después entierra sus dedos, sus uñas, en su cuero cabelludo, desde donde jala el cabello. Está despierto, entonces... ¿qué pasó? 

Los omegas también huelen a alquitrán [Haikyuu!! - SakuAtsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora