Buenas madrugadas

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Tres días antes

La lluvia caía furiosamente desde hacía dos días sobre todo Kobe. Cada rincón de la ciudad escurría, para algunos parecía ser una bendición, pero para Tanaka Saeko que tenía que correr desde su auto en el estacionamiento hasta la puerta de la entrada al burdel que administraba era un infierno.

Llevaba en sus manos las zapatillas de tacón de aguja y en sus pies los snickers que usaba cuando no estaba en servicio vigilando que sus chicas y chicos trabajaran bien. Era una beta de edad con dos hijas mayores de edad, aún vivían con ella, una estudiaba medicina y la otra trabajaba con el señor Osamu en la villa principal de la Kobe Yamaguchi, su marido, Akiteru había servido para los yakuza como abogado hasta que fue asesinado y ella tuvo que sacar adelante a sus dos retoños, sin embargo, el señor Taiki Miya fue quien más le ayudó en esos difíciles momentos. 

Por eso no podía abandonar a la Kobe, eran su familia, y como tal cuidaba el Black Fox, un divertido burdel que se encontraba en el corazón del territorio Kobe, a pesar de que hubieron ataques desde hacía un par de años a la fecha a otras casa de apuestas, bares y burdeles que manejaba el grupo Miya, el Black Fox seguía intacto, a Saeko no le daba miedo en lo absoluto y si ocurría, no se iba a quedar de brazos cruzados. Su madre y su mamá se habían conocido precisamente en un bar en Sendai, cuando la madre de Saeko era guardaespaldas del jefe de aquella zona, por seguridad y aprecio, transfirió al matrimonio Tanaka hasta Kobe, y ahí lograron hacer familia. Su hermano menor, un alfa bastante irritable, y ella habían aprendido a disparar desde muy temprana edad.

Ryucchan había sido transferido a Hiroshima, donde vivía el que en su momento fue el prometido del omega de la casa Miya, una forma de demostrar solidaridad, mientras que ella se quedó a administrar uno de los burdeles más prominentes de la Kobe. Ahí solían ser las juntas sociales de los efes, además de que los peces gordos amigos de su patrón es donde se iban a relajar. 

—Buenas tardes, señorita Tanaka —dijo una bonita mujer que, como Saeko, usaba un elegante vestido negro, era el uniforme para los administrativos, mientras que los barrenderos y meseros usaban un traje genérico, los omegas que trabajaban como escort usaban ropa mucho más detallados, llamativos y exquisitos que iban acorde a la personalidad de algunos, a excepción de los meseros de la zona especial, nadie mostraba más piel de la necesaria. 

Sólo se ubicaban en el tercer piso, y sólo servían un menú totalmente sexual. Ellos iban desnudos la mayor parte del tiempo y pocas veces se dejaban ver en la planta baja donde el servicio era de mero entretenimiento y acompañamiento, había clientes que pagaba por estar con los escorts, sin embargo los costos solían ser sumamente altos y pocos podían pagar por pasar la noche con alguna de esas personas.

La diferencia entre los escorts del primer piso y los del tercero, era que aquellos que estaban en primer piso, en su mayoría, habían recibido algún entrenamiento mieko, e incluso eran geishas que jamás debutaron o no encontraron suficiente apoyo para continuar con su entrenamiento, los del tercer piso solo eran prostitutos y ganaban comisiones además de su sueldo base. En el piso segundo piso estaban las habitaciones para los meseros especiales y los escort del primer piso.

Saeko caminó entre las mesas, vio cómo limpiaban el escenario principal y después revisó cada uno de las secciones privadas. El edificio era de corte tradicional, construida alrededor de un bonito jardín que poseía quioscos individuales erguidos en medio del bonito estanque donde nadaban peces koi. Los escorts y los meseros especiales iban llegando, platicaban entre ellos, faltaba más o menos tres horas antes de que las puertas se abrieran y las mesas privadas estaban reservadas en casi su totalidad, había muchos pedimentos de chicas y chicos omegas. Era un buen día para el Black Fox. 

Los omegas también huelen a alquitrán [Haikyuu!! - SakuAtsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora