El esposo del presidente Kiyoomi

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El chófer revisa por última vez el interior del vehículo, quita con un rodillo adherente las pelusas que han logrado salvarse de ser absorbidas por la aspiradora con la que limpió cada uno de los rincones del auto, después de todo, esperaba a su jefe, el presidente Sakusa. Es bien conocida su obsesión con la limpieza. El chófer no quiere incurrir en una falta, así que apenas termina de pasar el rodillo por el auto, se lo pasa por el uniforme y guarda los instrumentos de trabajo en la cajuela junto con la muda de ropa que llevaba de emergencia su patrón y aguarda. 

—Fuyuki-san —llama alguien a su lado y el chófer sonríe al director Komori, la mano derecha del presidente Sakusa. 

—Director Motoya —hace una reverencia. 

Motoya Komori es un hombre menudillo de cabello castaño, es joven, de la misma edad que el presidente Sakusa, pero a diferencia de éste, Motoya es parece ser más social y amable, aunque eso no resta autoridad al momento de hablar con los encargados de las diferentes sucursales de la empresa que dirige. 

—¿Puede poner esto en la cajuela? —pregunta Motoya y el chófer mira que unos hombres entregan otra muda de ropa y una maleta casi idéntica a la que antes guardó. 

El chófer está por decir que ya hay una muda emergencia, pero apenas ve las iniciales rotuladas en la funda de la ropa y la maleta sonríe levemente, se apresura a abrir la cajuela y acomodar lo que le entregan. Regresa a su sitio justo a tiempo para abrir la puerta al presidente Sakusa que baja las escaleras de la entrada lateral de la residencia Sakusa. 

—Buenas noches, presidente —saluda amablemente el chófer. 

Sakusa sólo se limita a dar un educado movimiento de cabeza dando a tender que lo ha escuchado. 

—Komori, hazte cargo del resto de los pendientes... quiero regresar a dormir —susurra Sakusa antes de entrar al auto. 

—Como ordene, presidente —sonríe Komori haciendo una reverencia. Los últimos tres meses no ha hecho otra cosa más que regresar a casa a dormir tan pronto como puede. 

Ciertamente, la productividad del presidente no ha dismiuído ni un poco, no obstante, es obvio la concentración y precisión que emplea en cada una de sus labores para acabarlas a tiempo para regresar a su hogar, y cuando se trata de los eventos sociales, suele estar sólo lo necesario para volver de inmediato. El presidente Sakusa Kiyoomi lo ha negado, pero Komori ha vivido cerca de Sakusa desde que son niños que es bastante obvio el motivo, por eso sonríe cuando lo ve bajando por las escaleras. 

—Señor Sakusa —hace una reverencia Komori, y recibe una encantadora sonrisa. 

Kiyoomi dentro del auto sigue luchando por abrocharse el maldito reloj al que rompió hace unos días el broche, ha olvidado dárselo a Komori para que lo mande a arreglar, se empieza a frustrar por no poder abrocharlo. Sin embargo, la impaciencia llega a su límite cuando nota que el auto no se mueve a pesar de que su chófer ya está en el asiento del piloto. 

—¿Qué ocurre? —pregunta el presidente. 

—Perdón, no encontraba mi otro pendiente —susurra una voz a su lado mientras la figura amplia de otro hombre termina por llenar el espacio en el auto. 

—Buenas noches, señor Sakusa —saluda el chófer mirando por el espejo retrovisor al rubio que ha abordado.

—Buenas noches, Fuyuki —sonríe el recién llegado.

El auto empieza a moverse hacia la salida de la enorme residencia. 

El presidente no se ha movido ni un centímetro de su postura después de escuchar la voz del otro, y es hasta que salen de la propiedad que ve a sentado a su costado a Atsumu, su esposo. Baja las manos dándose por vencido en ponerse el reloj, de hecho, se siente ridículo luchando por ponérselo. Le avergonzaría que su esposo notara la desesperación que tiene por ponerse el reloj. 

Los omegas también huelen a alquitrán [Haikyuu!! - SakuAtsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora