No es mañana de navidad, pero recibí un regalo

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Cuando abre sus ojos es consciente de lo afortunado que terminó siendo, no lo piensa por el alfa que a su lado lo abraza como si fuera lo más importante en ese mundo porque Atsumu es consciente que no lo es, corrección no es la persona más importante en su mundo. Sin embargo la forma en que lo abraza queriendo cubrir cada una de sus heridas lo hace sentir especial. Su instinto como omega, al que siempre ha odiado, se siente complacido y no le queda más que disfrutarlo.

Sabe que es afortunado porque poco menos de un año había estado durmiendo en un cuartito de dos por dos, esperando a que su estómago no hiciera ruido porque eso iba a significar tener que sangrar un poco el presupuesto, quizás hambre tenia mucha pero dinero era poco. Su sueldo y el de su novio Shoyo apenas alcanzaba para llegar a finales de mes. Y aunque Shoyo ganaba muy buen dinero como scort, mucho mejor de lo que Atsumu ganaba como bartender, ambos sabían que Shoyo no podía disponer de ese dinero. Su sueldo lo enviaba hasta Sendai casi sin ser tocado. Ambos vivían de las propinas y los salarios de Atsumu, y la mesada que cada tanto el padre de Atsumu le enviaba por lastima, dinero que no iba a rechazar porque hacía falta.

¿Cómo había acabado viviendo una opulenta rutina con diez sirvientes que esperaban el mínimo de sus gestos para ponerle el mundo a sus pies? Pues era más o menos culpa de su pequeño y adorado exnovio, y del (insufrible y desagradable) amante de Sakusa Kiyoomi, quien ahora es su alfa y su esposo.

Definitivamente, su alfa y esposo no es feo, para nada, es alguien bien parecido. Con bonitas cejas, bonita piel y un sobrio gusto por el color negro en su ropa siempre encabezó las portadas de las revistas sobre negocios, era la nueva y joven cara de la inversión privada, la imagen del anciano de dientes amarillos y trajes aburridos es cosa del pasado, y a Atsumu le gusta pensar que Sakusa Kiyoomi es todo de él, aunque no es el caso en lo absoluto. Es de él, sólo en momentos como esos cuando el otro no se da cuenta. 

Su dedo juega con uno de los rizos que ha sobrevivido a la noche, y se acerca aspirando el aroma a copaiba, un olor que no es agradable pero si es un aroma vivo y bastante penetrante que podía erizaba los vellos de la nuca los omegas y alertaba a los alfas, por su aroma particular, Kiyoomi es capaz de simpatizar con los bebés y al mismo tiempo definir límites claros para el resto. Definitivamente es un aroma único, especial, a Atsumu no le molesta, siempre ha rechazado los olores demasiado escandalosos como los cítricos y aquellos que tienen una nota de almizcle, aunque en su condición como omega defectuoso jamás había tenido la opción de elegir a voluntad, e incluso cuando Sakusa y él se unieron, no tuvo opción. 

—Sakusa —llama al alfa que lo aferra un poco más a él, Atsumu se sonríe levemente.

—Duérmete, Miya  —suplica Kiyoomi con voz cascada, aunque llevan casados poco menos de un año, el alfa sigue llamando por su apellido de soltero a Atsumu, al omega le da risa, no le molesta.

—El cielo se despertó y yo desperté con él —dice dramáticamente el rubio mientras que Sakusa hundía su rostro en el cuello del rubio, gesto que hace que el omega se tense de pies a cabeza. Siempre había rehuido a ese gesto con otras personas, incluso con su hermano gemelo, pero no aparta al hombre que lo abraza porque lo escucha reír en un tono muy bajo.

—No más películas de Disney para ti —señala el alfa hablando contra los parches que cubren el cuello del mayor.

Kiyoomi suelta a Atsumu y se echa sobre su espalda a un lado tratando de que sus ojos se acostumbren a la luz del sol que entra por la ventana. Atsumu también ríe por la pequeña broma, le complace saber que Kiyoomi ha entendido la referencia. Aunque nota el disgusto en el rostro de Sakusa, seguramente es porque hay un montón de luz entrando por la ventana.

—¿No te molesta sol? —cuestiona en voz baja Kiyoomi apenas se da cuenta que no hay cortinas.

—Si te digo que entonces vas a ganar, Omi, y yo no pierdo ante alfas, Omi —señala Atsumu moviendo sus pies debajo de las cobijas, se ha girado para ver mejor a Sakusa recién despierto, su cabello está horrible y esponjado, de tener celular seguro le hubiera sacado una foto.

Los omegas también huelen a alquitrán [Haikyuu!! - SakuAtsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora