Marinette salió del auto de su amiga, con su hija dormida en su hombro izquierdo y con sus cosas en el brazo derecho. Algo complicado para alguien que no tuviera práctica, pero la ojiazul ya estaba acostumbrada y no se le hacía difícil de hacer, al menos ya no.
—¿No necesitas ayuda?—se ofreció la morena al ver todo el trabajo que su amiga debía hacer.
Marinette volvió su mirada a ella y negó con una sonrisa de agradecimiento:
—No te preocupes, estoy bien—respondió—ya hiciste mucho al recogernos a mí y a Emma. Estaré bien desde aquí.
Alya la vió un poco dudosa, pero luego sonrió mientras cerraba sus ojos. Al menos se quedaba tranquila al saber que ambas azabaches se encontraban ya en su hogar. Así que sin decir nada más, la morena se despidió de su amiga y le daba las buenas noches, ya que eran como las 23:00 hrs cuando llegaron al edificio de departamentos donde Marinette y Emma vivían.
Marinette respondió de igual manera y se despidió en un tono suave para no despertar a su hija. Vió como el auto de su amiga se perdía en la oscuridad de la noche y posteriormente, comenzó a caminar hacia la entrada del edificio, y dirigirse al ascensor con cautela.
Los minutos en el elevador se la pasó viendo y sintiendo la respiración pausada y los pequeños ronquidos que Emma daba aún dormida. Pensó en lo que sucedió ese día en el trabajo, y que ahora debería empezar a buscar un nuevo lugar donde trabajar. Talves podría comenzar siendo mesera temporalmente como había sido antes cuando apenas Emma tenía 3 meses de nacida.
Si, no sonaba nada mal. Ya tenía experiencia en recibir las órdenes de clientes y el sueldo que le dieran por trabajar todo el día sería suficiente para mantener el departamento que la pequeña y ella compartían. Aunque como consecuencia su tiempo libre para Emma se viera acortado por ello.
Las puertas metálicas se abrieron y caminó por el pasillo hasta llegar a su puerta. Hizo malabares y piruetas para encontrar las llaves, pero al fin de sintió en paz cuando ya estuvo dentro del lugar.
Caminó hacia el sofá grande de la sala y dejó todas las cosas ahí, para luego dirigirse a la habitación de su hija. Abrió la puerta blanca y con cuidado, acostó a Emma en la cama.
La pequeña se revolvió al sentir que los brazos de su madre ya no la sostenían y abrió un poco sus ojos adormilada.
—¿Mami?
—Sh, sh, tranquila cariño. Vuelve a dormir—la arrulló al mismo tiempo que acariciaba su cabello, causando que la menor cayera de nuevo en su sueño.
Tenía suerte que en el departamento, Kagami haya aceptado tener ropa cómoda y alguna pijama de Emma en la habitación de huéspedes. Así no tendría que despertar a su hija para decirle que se cambiara.
—Buenas noches cariño.
Besó por última vez la frente de su hija, y sonrió al ver como esta sonreía como respuesta aún estando dormida.
La mujer salió de la habitación, suspirando un poco cansada por todo lo ocurrido, cerró la puerta y se dirigió bostezando hacia la sala. No importa que tan cansada estuviera, debía arreglar las cosas de su hija para que mañana no tuvieran problemas en alistarse a la hora de ir a la escuela.
Cuando llegó, lo primero que revisó fue la mochila de gato de la pequeña, la abrió y se aseguró que todo estuviera en su lugar, tal y como la había arreglado donde Kagami. Enserio debería hacer algo con lo que recompensar a su prima y a su amiga. Hacían tanto por ella, quizás cuando tuviera el dinero suficiente las invitaría a comer a un restaurante familiar para ir las cuatro.
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ʟɪᴛᴛʟᴇ_ᴇᴍᴍᴀ_|| ADRINETTE_AU_||
RomanceUn padre es aquel que comparte la sangre con su hijo, eso es lo que dicen. Pero él demostrará que no hace falta que esa niña comparta su sangre para demostrar que puede ser uno para ella; a pesar que la madre no permita su cercanía debido a tantas d...