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Marinette lo veía con los ojos abiertos, casi saliédose de sus cuencas. Escuchar esas palabras salir de un hombre como él, era difícil de digerir.

Volteó su mirada a su hija que seguía concentrada en su propio mundo, y tomó al rubio del brazo, llevándolo al pasillo que los dirigía a las habitaciones.

Suspiró tratando de calmar sus nervios-¿Qu... Porqué...?¿Estás hablando enserio?-preguntó, más para ella, queriéndose convencer de que talves lo que había escuchado era una simple broma, obra de de su imaginación.

Pero Adrien permanecía serio, y sus siguientes palabras se lo confirmaron-Nunca he hablado tan enserio como ahora.

Ahora sí, la ojiazul se sentía en una pesadilla.

Apenas conocía a ese hombre de hace dos meses, y ahora le pedía algo de este tamaño e importancia. Esto le trajo malos recuerdos, cuando los hombres con los que se había relacionado le pedían conocerla para talvez intentar algo en un futuro cercano, para al final darse cuenta de la cruda verdad: Que esos hombres jamás se amarrarían a una madre soltera y que la única razón por la que soportaban su situación, era porque querían pasar una noche con ella a cambio de su confianza y el bienestar de su hija.

Adrien al ver que Marinette no decía nada, volvió a hablar:

-Disculpa si te ofendí, pero lo que digo es cierto-confesó seguro-Desde que nos vimos por primera vez-dijo refiriéndose a la vez en que chocaron en la calle-Algo dentro de mí se activó, algo que jamás pensé que volvería a sentir.

El recuerdo de la última mujer que había estado en su vida llegó a su mente. Esa etapa de su vida fue una mala experiencia, pero que le enseñó a no confiar tan a la ligera en los demás.

Luego recordó cuando la vió de nuevo en el taller, angustiada por esa niña idéntica a ella. Esos dos meses en que habían entablado un amistad, si es que podía llamar así a su extraña relación con la azabache, se dió cuenta que lo que sintió esa vez, solo fue el primer paso de muchos para comenzar a enamorarse de ella y tomar esa decisión que podría cambiar el rumbo de sus vidas.

Lo único que quería era una oportunidad de ella, porque como se había prometido antes: no se rendiría sin antes luchar.

-Al principio pensé que solo era un capricho mío-confesó avergonzado-Pero... Estos dos meses de conocerte a tí y a Emma más a profundidad, me ha hecho ver qué no todos los días conocerás a alguien así, por las que vale la pena dar todo de tí, aunque salgas lastimado en el intento.

La mujer trataba de mirar hacia cualquier lado que no fuera el hombre que se encontraba frente a ella. Su corazón le decía que le diera una oportunidad, que dejara el terrible pasado en el pasado, que se le estaba presentando una nueva oportunidad para comenzar una nueva etapa en su vida, y demostrarse a ella misma que no todo era como creía y que Adrien no le era indiferente.

Pero su mente y razón -y más que todo esa parte de ella que tenía miedo aún- era la parte de ella la que más persistía, ordenándole que se negara a tal locura y que llevara a la salida para que dejara de decir tal cosa. Que lo único que quería ese hombre era aprovecharse de ella así como todos los demás habían hecho. Parecía muy repetitivo, pero tantas desilusiones en su vida la habían llevado a aquel punto.

Y dejando que su mente dominara en la razón, se volvió hacia él con sus ojos azules vueltos tal cual hielo frío y sin vida, dispuesta a decirle lo que pensaba, y sin medir las consecuencias que podría causar.

-¿Acaso eres ingenuo o un tonto?-habló de manera fría-¿Cómo se te ocurre decirme algo así, creyendo que caeré tan fácil.

Adrien, impresionado por su repentina actitud para con él, no supo que decir en ese momento. La Marinette que le hablaba con ese tono de voz, era totalmente diferente a la que él conocía. Después de todo no siempre llegabas a conocer a una persona completamente, siempre había algo nuevo que aprender de esa persona especial, amigo o compañero.

ʟɪᴛᴛʟᴇ_ᴇᴍᴍᴀ_|| ADRINETTE_AU_||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora