La alarma de su habitación sonaba por toda la estancia, indicándole que debía despertarse. A tientas intentaba alcanzar su teléfono celular para ver la hora que marcaba el reloj. Bufó cuando descubrió que eran la 7: 30 a.m. del sábado y que al parecer había olvidado apagarla.
Volvió a cubrirse con la sábana para dormir un rato más y recuperar esas horas que el trabajo le había robado el día anterior; pero su intento fue interrumpido cuando sus oídos captaron el sonido de pequeños pasos corriendo en su dirección.
Sonrió al darse cuenta de quién se trataba y fingió aún estar dormida.
La puerta de su cuarto se abrió junto con un quejido de esfuerzo por parte de quién había irrumpido en su habitación. Los pasos se acercaron a su cama, para luego sentir como ésta se hundía un poco cuando el peso de alguien más estaba ahí.
La persona se subió en su espalda y habló:
—Mamá.
Marinette sonrió divertida, pero luego volvió a 'dormirse' para que Emma no la descubriera. La pequeña azabache bufó frustrada, pero volvió a sonreír cuando una nueva idea cruzó su pequeña mente inocente para despertar a su madre.
Con toda la fuerza que su pequeño cuerpo daba, Emma logró darle vuelta al cuerpo de la mayor, quedando ambas cara a cara. Marinette podía sentir el cálido aliento de su hija sobre ella.
Y de manera imprevista, la ojiazul mayor rodeó con sus brazos a la pequeña, causando risas en ambas, sobretodo porque Marinette le hacía cosquillas a su hija.
—¡Mami basta!—exclamó la niña de cinco años entre risas.
Aún en sus brazos, siguió con su cometido hasta que se detuvo cuando se dió cuenta de las pequeñas lágrimas que asomaban por los ojos azules de su niña.
Madre e hija quedaron tumbadas en la cama, la menor recostada sobre su madre y manteniendo su cabeza en su pecho, retomando el aliento luego de una sesión de cosquillas.
Un cómodo y tranquilo silencio se plasmó dentro de esas cuatro paredes pintadas de blanco, decoradas por algunos cuadros de fotografías, donde estaban inmortalizados algunos momentos donde salían ella y su hija, o solo la pequeña Emma.
—¿Porqué te despertaste tan temprano Emma?—preguntó Marinette mientras daba caricias en el cabello de su hija.
Lo preguntaba porque ella siempre debía levantarla todos los días; aparte de que Emma parecía una copia idéntica a ella –Kagami tuvo razón en ello–, también había heredado su hábito de quedarse dormida y levantarse tarde.
—Tuve una pesadilla—murmuró la pequeña aferrándose más al cuerpo de su madre y escondiendo su cara en su pecho.
—¿Una pesadilla?
Emma asintió—Si, un hombre feo y malo quería separarme de tí—explicó.
El corazón de Marinette se estrujó al oír las palabras de su hija.
Hace años el miedo de que el padre de su hija volviera y se la arrebatara de sus brazos había menguado y casi desaparecido –porque debía estar alerta por cualquier cosa–, pero imaginar que algo así aún podría pasar, le hizo recordar aquel momento donde había caído en una clase de depresión al enterarse que ese hombre la había engañado con sus dulces palabras para luego abandonarla.
*Flashback*
—Marinette, anímate—habló Alya al lado de la pobre chica que había perdido su sonrisa desde casi dos meses—Si sigues así le harás daño a tu bebé, recuerda que él puede sentir todo lo que tú.
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ʟɪᴛᴛʟᴇ_ᴇᴍᴍᴀ_|| ADRINETTE_AU_||
RomansaUn padre es aquel que comparte la sangre con su hijo, eso es lo que dicen. Pero él demostrará que no hace falta que esa niña comparta su sangre para demostrar que puede ser uno para ella; a pesar que la madre no permita su cercanía debido a tantas d...