Marinette salía de la habitación de su hija, luego de acostarla y esperar a que se durmiera. Había gastado muchas energías esa tarde y esta era la consecuencia de ello, aunque agradecía que fuera así. No estaba segura en si podría lidiar con Emma luego de lo que le había enseñado.
No tenía cabeza para ello, su mente se encontraba en blanco, aún procesando esa desagradable información. No podía creer aún que ese... hombre estuviera en la ciudad, tan cerca de ella y de su hija.
La azabache caminó hacia la sala como un cuerpo sin vida y sin tener idea de a dónde de dirigía. Alya la veía con lástima cuando ella se sentó en el sofá enfrente suyo, estaba segura que su amiga la estaba pasando muy mal, y aunque no hubiera querido provocarle eso desde el principio, era mejor que lo supiera desde antes por si algo malo con respecto a ello pasaba.
-¿Ya... Estás mejor Mari?-le preguntó, pero no recibió ninguna respuesta de la contraria.
Un silencio incómodo se formó entre ambas, no sabiendo que decir o cómo comenzar la conversación. Debían abarcar ese tema si o sí, no era algo que se tomara a la ligera. Pero sabiendo que a la ojiazul le costaría hablar sobre ello, decidió cambiar un poco el camino de la misma.
-Ahora que lo recuerdo, no me dijiste porqué tardaste tanto.
Marinette pestañeó saliendo de su ensoñación y vió hacia a su amiga. No debía culparla, no cuando le había avisado de ello y de lo que estaba muy agradecida. No tenía idea de cómo reaccionar o qué hacer si ese hombre se le apareciera infraganti.
-Amm, si eso, bueno es que...-Ni tan siquiera sabía cómo confesarle a Alya que ella y Emma habían salido a comer helado con un hombre, compañero en su nuevo trabajo, y que apenas si conocía-Digamos... que... Emma y yo comimos helado con un compañero de mi nuevo trabajo.
Y lo que quería evitar que sucediera pasó, Alya saltó de su asiento y gritó emocionada.
-¡¿QUÉ?!¡¿La antisocial y gruñona Marinette Dupain-Cheng tuvo una cita con alguien, más específicamente un hombre?!-exclamó eufórica.
La azabache asustada por la reacción de su amiga, parecía que Alya estaba más interesada en su vida amorosa que ella misma. Pero luego volvió a la realidad al recordar a su hija durmiente a unos pasos de allí.
-¡Alya cállate, Emma está dormida!-gritó en un susurro-¡Y no fue una cita, Emma quería comer helado y él se ofreció a acompañarnos!-agregó.
La morena se tranquilizó y volvió a su lugar, retomando la calma de antes.
-Lo siento-rió avergonzada-Pero, ¿cómo fue que sucedió eso?
Marinette suspiró sabiendo que Alya no iba a dejar el tema de lado y le dijo y explicó todo, desde su llegada a su nuevo trabajo hasta el momento en donde había encontrado a Emma. Le dió un poco de risa ver como las expresiones de la morena cambiaban según todo lo que le iba relatando, sobretodo la parte donde había abierto tanto los ojos que éstos casi se salían de sus cuencas al confesarle que Emma se había perdido.
Luego de un rato, Alya con su mano en la barbilla, procesando toda la nueva información y de un breve silencio, la conversación continuó.
-Es extraño que Emma se llevara tan bien con un hombre desconocido para ella-comentó, lo que a la ojiazul la traía confundida desde que se había dado cuenta de ese detalle-No recuerdo que se haya comportado así con los demás hombres con los que saliste.
-También estoy confundida, no sé porqué actúa así. No es usual en ella.
Dijo la azabache recordando como se mantenía tímida las primeras veces que conocía a alguien nuevo; Emma se escondía detrás de sus piernas y no se apartaba de ella en ningún momento. Y luego llega este hombre Adrien, y su hija actúa como la niña más feliz del mundo.
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ʟɪᴛᴛʟᴇ_ᴇᴍᴍᴀ_|| ADRINETTE_AU_||
RomansaUn padre es aquel que comparte la sangre con su hijo, eso es lo que dicen. Pero él demostrará que no hace falta que esa niña comparta su sangre para demostrar que puede ser uno para ella; a pesar que la madre no permita su cercanía debido a tantas d...