Capítulo II

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II.

Soy un gato, miau~.

¡¿Por qué diantres soy un gato?! ¡¿Qué está pasándome?! ¡¿Qué es todo esto?!

Todo lo que se oia fuera de mi cabeza eran maullidos de terror. Enserio me había convertido en un maldito animal... ¡En primer lugar! ¡¿Por qué un gato?! ¡¡Odio a los gatos!!

—Pues, eso es en lo que te conviertes cuando tu alma se encuentra perdida, mini miau.

La mire espantado, ¿Cómo que perdido? ¿Cuándo me he perdido? De todas formas, ¡¿Por qué un maldito gato?! Ni siquiera puedo hablar por el amor de Dios.

—No es necesario que hables, puedo leer tus pensamientos —acaricio mi cabeza. Oh, se siente muy bien. Mi cuerpo empezó a ronronear como un maldito animal—. Eres muy tierno~.

Diablos.

Esto no puede ser. Me aleje de sus dulces caricias, aunque mi cuerpo no quería. La mire desafiante. Era una extraña. La única extraña que al parecer podía comprenderme.

—Eso es porque soy tu guía, mini miau.

¿Qué? ¿Guía?

—Estas perdido.

La mire confuso, sin comprender sus palabras. A pesar de hablar muy dulce, cierto temor me lleno, ¿A que se refiere con que estaba perdido?

—No tienes nada de que asustarte, mini miau —se levantó, arreglando su capucha—. Todo a su tiempo. Solo debes recordar o simplemente olvidar.

¿Recordar? ¿Olvidar? ¿Qué quieres decir con ello?

—Es que..., estas en un limbo —pero ¿Qué diablos?

¿Limbo? Limbo es eso que dicen los tontos libros infantiles donde van a parar las almas que no llega al cielo, ¿no?

Espera..., eso solo quiere decir..., mi cuerpo se sintió liviano y mi pánico me inundo.

¡¿Estoy muerto?!

—No, no estas muerto. Es un limbo —lo mire como un interrogante de cuatro patas, diablos. No soy un maldito gato—. Tranquilízate, mini miau. Enserio no estas muerto.

Entonces, ¿Qué soy? Si no soy un muerto, ¿Qué soy exactamente?

La oí suspirar, por un segundo, vi tristeza en su mirada.

—No estas muerto, pero tampoco vivo. Esto no es el cielo, pero tampoco la tierra, gatito —alzo su mano, mostrándome una ciudad que reconocía, aunque no supiera quien soy.

Paris.

Sin embargo, era distinto. La niebla a nuestro alrededor no me dejaba ver más allá de los pies de los otros. Caminaban y seguían con sus vidas, siendo que estábamos en medio de su ruta. Muchas personas atravesaron a la chica y a mi figura al mismo tiempo.

Como si fuéramos espíritus.

—Bingo —exclamo feliz—. Eres un gatito muy listo, mini miau.

Estaba sonriendo con su dedo pulgar en afirmativa.

—Somos espíritus perdidos.

¿Espíritus perdidos? ¿Qué quiere decir?

—Estamos perdidos en el limbo por que estamos al borde de la muerte.

Parpadee ante aquello.

Su manera de hablar no coincidía con sus palabras tan siniestras.

¡¿Qué-Qué?! Sentía mi cuerpo arquearse y nuevamente mi pelaje de puntas, ¡¿Por qué diablos estoy al borde de la muerte?! ¡¿Qué diantres sucedió?!

—Eso es lo que debes investigar, mini miau. Para eso también esta tu fiel servidora —guiño su ojo izquierdo sin perder su sonrisa, haciendo una elegante reverencia—. Te ayudare a encontrar tu camino y tu tarea personal será recordar poco a poco tu vida pasada, así iras encontrando pistas y ver por fin tu cuerpo físico.

¿No es más fácil llevarme donde esta mi cuerpo? Tú deberías saberlo si eres mi guía, ¿no?

—Le quitas la diversión al juego, mini miau.

¡No me llames así! No soy un maldito gato, dije entre maullidos de furia.

—¿Recuerdas tu nombre?

La observe, sintiendo el sudor correr por mis pelos felinos. Desvié mi mirada. Ni siquiera sabía quién soy y como llegue a estar al borde de la muerte.

—Yo si se quién eres.

Abrí ampliamente mis ojos de minino. ¿Esta chica sabe quien soy? En primer lugar, ¿Quién es esta chica tan rara?

—Aunque no lo creas, se mucho de ti, mini miau —volvió acariciar mi pequeña cabeza como si fuera su mascota—. Sin embargo y por mi tarea impuesta, no puedo revelar tu identidad, porque tu mismo debes descubrirlo. Si te doy ese spoiler, iras al cielo sin resolver tus asuntos y tu cuerpo en el mundo físico morirá.

¡¿Ah?! ¡¿Eso por qué?!

Hmm..., ¿Ley de vida? —alzo sus hombros de forma despreocupada.

¡¿Cómo que ley de vida, maldita niñata?! ¡¡No juegues conmigo!! ¡¡Te arañare si no abres tu maldita boca y me explicas quién diablos soy y que está pasándome!!, grite. En realidad, maúlle como un gato en frenesí.

—Ay, eres un amargado, mini miau —hizo un puchero, tirando de mis bigotes. ¡Eso duele! ¡¡Deja de llamarme así!! —. Vamos, será divertido. Estaré a tu lado hasta que encuentres todas las respuestas. Te guiare en tu camino y... —su mirada se relajó—. Podrás volver a tu cuerpo.

¿Mi cuerpo...?

—Exacto, mini miau —esta chica era extraña, pero debo decir que sus sonrisas tranquilizan—. Me alegra que pienses eso.

Mierda, verdad que puede leer mis pensamientos.

—Palabrotas.

Ay, déjame en paz..., hmmm. Doble mi cabeza, sin tener idea de cómo llamarle. En primer lugar, ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas? ¿Por qué serás mi guía si ni te conozco?

—Haces muchas preguntas.

Tú dices pocas respuestas, guapa. Note su mirada sonrojada y yo también lo hice, ¡No me refiero a que seas guapa, es solo una manera de hablar, maldita sea!

—Gruñón —hizo otro puchero.

Niñata inmadura. Venga, dime quién diablos eres, dije entre maullidos. Odio no poder hablar como lo hacía esta chica.

La mire, notándola medianamente pensativa. Enarque una ceja, sin comprender el porque de su escasa habla.

—Ladybug.

¿Ah? ¿Qué clase de nombre es ese?

—El que me acabo de inventar —no me jodas.

¡Maldita enana mentirosa! ¡¿Me crees tonto que me creería que te llamas así?! ¡Dime tu maldito nombre ahora!

—No puedo hacerlo.

¡¿Por qué diablos no?! Me desespera, esta chica me desespera.

—Porque si te digo quien soy... —sus dedos se acercaron a mi pequeña y peluda barbilla, acariciándola con cariño y dulzura—. Morirás, mini miau

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