Capítulo IV

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IV.

Reglas.

—Primera regla, no puedes saber quien eres hasta que sepas quien eras en el mundo de los vivos.

¿Qué carajos significa eso? ¿Cómo sabre quien soy sin saber quién diablos soy?

—Segunda, paciencia. Debes tener paciencia e ir uniendo las pistas que te entregare desde ahora.

¿Paciencia? ¿Cómo se supone que debo tener paciencia con todo esto? Esta chica me pide cosas difíciles.

—No es complicado, mini miau —estábamos caminando bajo la Torre Eiffel, yo siguiendo sus largos pasos. Esta chica tiene piernas largas y rápidas—. Tienes cuatro patas ahora, fácilmente podrías ganarme el paso.

¿Podrías hacerme el favor de no leer mi mente? Es molesto, niñata desconocida y ¡Deja de llamarme mini miau! ¡No soy una maldita mascota, niñata loca!

—Ladybug, es Ladybug —me regaño con voz severa y me fulmino con sus azules..., ¡¿Me acaba de regañar?! ¡¿Quién se cree?! —. Soy quien te devolverá a la vida, deberías respetar a los humanos, mini miau.

¡Deja de llamarme así! ¡¿Por qué debería respetar a una humana que ni siquiera conozco y se pone nombres estúpidos?! ¡¿Ah?!

—Eres bastante amargado, ¿eh? Al parecer eres bueno para aparentar, gato enojón.

¡¿Qué diablos significa eso?! ¡Explícate!

—¿Quieres seguir con esa actitud, pesado? —volvió a mirarme feo.

Pues, mira... ¡Tú no me das ordenes!

—Okey, pensé que querías saber las reglas para volver a casa, a tu vida normal, con todos los que te esperan en el otro mundo. ¡Peeero! —me señalo y yo di un paso pequeño atrás—. Un gatito grosero y pesado no esta cooperando. Una pena —empezó a caminar lejos de mi y yo quede quieto en mi lugar—. ¡Suerte encontrando el camino, rubio amargado!

Se va. ¡¿De verdad se está yendo y dejándome aquí?! ¡¡Espera, niñata!! ¡¿Qué carajos hare yo solo?! ¡¿Dónde vas?!

—¡Adios~!

Enserio iba a dejarme aquí. ¡¿De verdad iba a dejarme solo?!

Su cuerpo empezó a desvanecerse, fue entonces que mi pánico aumento.

¡Okey! ¡¡Okey!! No te vayas, me arrepiento y de verdad siento ser un espíritu amargado que no sabe que hacer ¿Por qué sabes? ¡Estoy perdido! ¡No se que hacer o qué diablos pensar!

Volví a bajar mi mirada, sintiéndome frustrado y mis orejas bajas por la incertidumbre. No estaba actuando de este modo por que fuera un pesado. Es que no se como diablos actuar frente a esta situación. ¡Diablos! Estoy al borde de la muerte. No sé porque, ni como termine de este modo. No recuerdo nada de mi y de quién diablos soy.

La única que puede ayudarme..., eres tú.

Me da miedo quedarme solo.

No quiero estar solo.

—Jamás te dejare solo, mini miau.

Se agacho frente a mí. Sin tocarme, solo observándome.

—Tercera regla..., no te detengas pase lo que pase.

¿Pase lo que pase? ¿Qué quieres decir con eso?

—No puedes aferrarte a este mundo, mini miau. Sin encariñarte, sin detenerte —llevo dos dedos bajo mi mentón, acariciándolo y yo no pude evitar ronronear como un verdadero gato—, Pase lo que pase.

Ladybug era extraña. Una chica extraña. Ella sabia cosas que yo ignoraba. En un principio no me dio confianza. Pero quiero creer que ella no me dejara a la deriva.

Así fue como estiro su mano y mi pequeña pata se posó sobre su palma.

—¿Promesa de gato?

Por alguna extraña razón.

Me aterraba esapromesa. 

|1| Encuentra el camino - MLBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora