Capítulo XVII

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17.

Precio que pagar.

¿Accidente? ¿Qué accidente?

—Y-Yo... te conozco desde hace tiempo atrás.

Era incapaz de creerle. ¿Yo y Ladybug? ¿Nos conocemos? ¿Por qué no puedo recordar?

Tengo miedo. Un terror me invade al no poder recordarle. Es como si no lo hiciera..., fuera a suceder algo sumamente malo y cruel.

Las carcajadas de la muerte llegaron a mis pensamientos.

Ahogando. Llenándome de ansiedad. Tanto que podría decir que me daría un ataque de pánico.

—Siempre observándote a lo lejos, ocultándote mis verdaderos sentimientos —ella siempre, ¿Estuvo a mi lado? —. ¿Puedo contarte una historia, Adrien?

—¿Historia?

—Sobre la chica que intento tocar las estrellas y termino encontrando el cielo —sus lágrimas cayeron—. Yo..., siempre te observaba de lejos. Oculta tras mi timidez y poca habla.

¿Tímida? ¿Poca habla...? ¿Ella...?

—Es extraño, ¿verdad? —asentí, no sabiendo a donde iba a parar—. En este mundo pude ser todo lo que quise contigo en el mundo de los vivos.

—Ladybug... —¿Qué estas diciendo? ¿Quién eres?

—Siempre ibas a comprar a la panadería de mis padres. Desde muy pequeño, yo te conocí cuando tenía cinco años —¿Cinco? ¿Tanto tiempo...? Un dolor de cabeza me choco, ¿Por qué no puedo recordarla? —. Ibas con tu madre muy seguido, luego empezaste a llegar tu solo a hacer la compra. Siempre comprabas los croissants de mis padres. Chocolate y avellanas, tus favoritos.

La panadería Dupain-Cheng.

Mis ojos se abrieron por la incertidumbre. Recordando lo triste de sus facciones cuando recordé mi comida favorita.

En mi tienda favorita.

La panadería de sus padres.

¿Quién eres, Ladybug?

Ahora entiendo tu tristeza cuando recordé la panadería.

Su panadería.

¿Por qué su nombre no existe en mi cabeza?

—Estaba muy feliz cuando me enteré de que estabas en mí mismo instituto. Solía verte todas las semanas cuando ibas a comprar, pero..., estar en el mismo lugar, en el mismo salón... —apretó mis manos, llevándola a sus labios—. No sabes lo feliz que estaba —beso la unión de nuestros dedos.

¿Por qué no puedo recordar su rostro...?

¿Por qué...?

Estaba a punto de derrumbarme entre sus brazos, ¿Qué clase de broma es esta? Maldición. Maldición.

—¿Cómo hablarte? ¿Qué debía hacer para acércame a ti? Era muy tímida y de todos modos, siempre he estado sola. Nunca tuve el valor de hablar contigo —respiro hondo y continuo—. El chico que me gusto desde pequeña. A quien admiraba por su fuerte sonrisa y valentía. Deseaba llegar a ser alguien como tú.

Ella, ¿Me admirada?

Es igual como yo ahora.

La admiro.

Tanto como la quiero.

La amo.

—Siempre callada, siempre invisible..., hasta ese día.

|1| Encuentra el camino - MLBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora