Capítulo XV

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15.

Confesión.

La escena cambio por completo. Ahora estábamos ambos en un sitio de colores distintos. Sin bosques, ni estrellas.

Solo ambos, aun tomando de la mano. A la misma altura.

Con el mismo cuerpo humano.

Humano.

¿Soy...?

—Bien, mini..., cierto. Ya no eres un tierno minino —apretó mi mano.

Una humana. Tenía cinco dedos, una palma color piel humana. Bronceada, ¿Estaba bronceado?

Mi cuerpo completo.

Volví a ser un humano.

—Estás listo, Adrien.

—¿Adrien...? —mire mis manos. Enserio, volví a ser yo mismo—. Mi nombre es Adrien.

Gire mi rostro, sonriendo de oreja a oreja. Estaba demasiado feliz.

—¡Me llamo Adrien! —ella solo asintió con felicidad—. ¡Mi nombre es Adrien, my lady!

Tanto.

Tan feliz.

Me lance sobre su delgada figura, abrazándola con mis brazos. Mis brazos humanos. Gracias a ella volví a ser lo que era. Recordé quien era, pude volver a ser yo mismo.

—¡Muchas gracias, Ladybug! —aprete su cuerpo con anhelo y necesidad. Ella era mi ángel. Mi salvadora.

Al fin podre volver a casa.

No saben lo feliz que estaba y me hacía feliz que ella pudiera leer mis pensamientos, ya que así entendería mejor mi felicidad.

—Todo fue gracias a ti, my lady.

—¿My lady...?

Oh, diablos.

Se me escapo el apodo. Mis mejillas se sonrojaron y fui separándonos poco a poco.

—Bu-Bueno... —rasque mi mejilla. Oh, mierda ¡Amo tener dedos! —. Tú siempre me llamaste mini miau, entonces, ¿Por qué no darte un apodo?

Por alguna razón, su mirada estaba triste, ¿Dije algo malo?

—Eso es muy tierno, Adrien.

Me estaba avergonzando. Debo decir que la sonrisa de my lady siempre me ha puesto los pelos de punta. Solo mirarla..., me hace sentir cosas en el estómago que antes, aun estando vivo, pude sentir.

—T-Tú... —si un sin vergüenza. Tome sus hombros, acercándola para que nuestras frentes entraran en contacto—. La que siempre ha sido tierna y hermosa, has sido tú, my lady.

Gracias por quedarte siempre a mi lado.

—No tienes nada que agradecer —subió una mano a mi mejilla. Acariciándome tal y como lo hacía cuando aún era un pequeño gatito—. ¿Enserio te gustaban mis caricias cuando seguías siendo mi gatito?

"Mi gatito", esas palabras me gustaban. Me agradaba la idea. Su gatito. Me gustaba ser de ella.

Me gustaba my lady.

Sus mejillas se sonrojaron y yo inmediatamente me convertí en un tomate. Esta vez con dos piernas. Desvié mi mirada, y ella imito mi acción. Aun así, ninguno se alejó de la cercanía del otro.

—El que leas mi mente es una ventaja y desventaja, my lady —susurre.

—¿Por qué? —conectamos nuestras miradas.

Ella estaba muy cerca.

Amaba estar cercanía.

—Nunca podre ocultar lo mucho que me gustas —estaba avergonzado y a la vez tan tranquilo.

La paz de que ella pudiera saber lo que guardo dentro de mí, permitía tener la tranquilidad de no buscar tontas excusas para no confesarme.

La quiero.

Te quiero, Ladybug.

—¿L-La desventaja? —pregunto, notándonos a ambos sonrojados hasta las orejas. Ella claramente leyó mis pensamientos.

Me acababa de confesar y no podía estar más feliz de lo que ya estaba.

En realidad.

Si que podía.

La quiero tanto que solo deseo expresarle mi felicidad de haberle conocido.

—T-Tengo diecisiete años —mencione—. Es normal en los chicos de mi edad tener cierta clase de pensamientos con la chica que te gusta —reí avergonzado—. Sera un problema cuando volvamos a casa, ¿Cómo vere tu rostro sin sentirme avergonzando? Más luego de mi tiempo como tu gatito y mis sentimientos.

Todo quedo en silencio.

Yo seguía estando sonrojado y al tener mis ojos cerrados, no pude notar la mirada triste que me daba Ladybug. Me quede ahí, viéndola bajar su rostro. Me daba un dolor en mi corazón verla así de triste. Lleve mis dedos a su barbilla, buscando conectar nuevamente nuestras miradas.

—¿Qué sucede? —sus ojos fueron poco a poco llenándose de lágrimas—. ¿My lady...?

Tomo mi mano entre las suyas, besándolas con cariño. Sus puras lagrimas cayeron por sus hermosas mejillas.

—Lo siento, gatito... —me miro con dolor. Tanto que mis esmeraldas también lloraron—. No puedo ir contigo. 

|1| Encuentra el camino - MLBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora