Capítulo XII

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12.

Confusión

Estamos aún caminando.

A decir verdad, creo que llevamos unos seis meses a lo mucho. Si, estoy estipulando, pero si cuento los días desde que despierto hasta cuando duermo, estoy seguro de que han pasado una cantidad inexacta de meses.

He recordado varias cosas desde que vi a mis padres.

Volví a verlo, pero esta vez más jóvenes. Tal vez cuando yo recién había nacido. La imagen era yo mirándolos hacia arriba con sus manos extendidas hacia mi persona u fantasma, ya no sé cómo explicarlo.

Recordé a Felix y a mi tía Amelie.

Más recuerdos de Luka y Nino.

Mi primera novia Kagami, en realidad mi exnovia. La loca solo me amaba por qué era popular. Al final, descubrí que me engañaba con Kim. El capitán del grupo de natación del instituto.

—Era muy guapa, aunque no te merece —comento la chica molesta a mi lado.

No comprendo, pero desde que recordé a Kagami, ella se a vuelto ciertamente borde cuando sale a flote su rostro en mi cabeza.

Extraño.

Es mi exnovia. Tampoco es que fuera una relación muy sincera y llena de amor.

Ladybug no debería por molestarse, ¿no?

—Molesta no estoy, gato mimado.

Si, lo está.

Quien las entiende.

—No me entiendas, solo quiéreme.

Si, sí. Como digas..., celosa.

—¿Quién es celosa, gato mimado? —sería una batalla sin fin.

En fin.

Mi edad es de unos diecisiete años. Voy en segundo de instituto y tengo amigos. Bastantes que hasta mi me sorprende.

—Típico chico popular, mini miau —se estaba comiendo un helado mientras yo contaba mi historia. Gracias por interrumpir, por cierto—. Lo siento. Puedes proseguir.

¿Dónde iba? A si, al parecer soy un chico popular.

Amo el soccer.

Me gustan los croissants.

Sin embargo..., en todos mis recuerdos, lo único que no logro oír.

Es mi nombre.

Cada vez que veo alguien en mis pensamientos, se escucha una estática extraña cuando al parecer me nombran.

Es raro, ¿Por qué no puedo oír mi propio nombre?

—Es la clave para que puedas volver —expreso segura—. Si llegas a recordar, puede que vuelvas a la vida.

¿De verdad?

Ella asintió.

Pero, es raro, ¿no?

—¿Qué cosa?

El que pueda recordar el resto de las cosas y no pueda recordar mi propio nombre. Es sumamente extraño. Se supone que es lo primero que uno debería tener grabado en la memoria.

—Es tu esencia.

¿Mi esencia?

—Cada ser humano se nos da un nombre, convirtiéndose en nuestra esencia para existir —continuo—. Tú nombre es primordial. La prioridad, por eso es más complejo. Tú ancla entre la vida y la muerte.

Lo más fácil es lo más difícil de recordar, ¿no?

Yes, por eso —levanto sus pulgares en afirmativa—. Creo que, si recuerdas tu nombre, puedas volver al fin. Volver con tus padres, amigos, tus croissants favoritos, el soccer y... —carraspeo—. Tú novia.

Exnovia.

—Como sea.

Eres una celosa de primera, ¿Lo sabías?

—No lo soy.

Mentirse así mismo es un pecado que no nos dejara ir al cielo, Ladybug. Hasta yo, un pequeño minino lo sabe.

Mis bigotes fueron jalados.

—Gato simplón —estaba enojada.

¡¡Auch!! ¡Auch, auch, auch! ¡Ya detente!

Me soltó y yo la fulmine con mis mejillas hinchadas.

¡¿A que vino eso?!

—Nada —se levantó, sacudiendo su falda—. ¿Vamos?

Empezó a caminar y yo solo dije en mi mente:

¿Por qué tienes celos de Kagami? Ni siquiera te conozco y estoy seguro de que ni tú la conoces.

Su andar de se detuvo.

Por alguna razón, su figura esta rígida.

—Tienes razón. No me conoces y tampoco la conozco, solo la vi a través de tus recuerdos... —Ladybug no me miraba, gesto que me intranquilizaba—. Soy una completa extraña, ¿no?

¿Eh?

Se giro por sobre su hombro y una extraña ráfaga nos golpeó. Dejando que sus cabellos revolotearan por el viento.

Las ligas de sus coletas desaparecieron, permitiéndome ver por completo esa cabellera azabache bailar con el aroma del cielo.

Una imagen inolvidable, como hermosa a la vez.

Eco de unos latidos se metieron por mis orejas felinas.

Sintiendo un calor en mi rostro.

¿Q-Qué es esto?

¿Por qué sus ojos son tan brillantes?

¿Por qué sus mejillas se ven tan tiernas?

Los latidos no dejaban de oírse. Como si algo dentro de mi pecho chocara con las paredes, ¿Qué es este sentimiento?

¿Por qué...?

Ella no deja de mirarme con esa profunda y azulada mirada, sin dejarme tiempo para respirar.

Sonriendo tiernamente..., dejándome sin recordar nada.

¿Por qué...?

¿Por qué es tan preciosa y anhelada por mi alma...?

—Vamos, mini miau —se giro otra vez, empezando a caminar.

Dejándome ahí.

Sin entender este nuevo sentimiento dentro de mi corazón.

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