Cap 19

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Cuando Harry tuvo que levantarse, maldijo al ver la hora. Casi se le había pasado la hora de desayunar. Anoche había estado tan agotado que no configuró el hechizo de alarma como su tío Remus le había enseñado. Al parecer, no fue el único. Sus amigos parecían estar todos dormidos. No es que fuera a comprobarlo porque abrir las cortinas de las camas le parecía el colmo de la grosería y más aún cuando se conocían de solo un día.
Oh, espera. Dustin estaba despierto. Harry le vio salir del baño con un poco de pasta de dientes en la mejilla.

-Oye, Snape. Tienes dentífrico en la mejilla.
-Gracias. -Dustin se apresuró al cuarto de baño.

-¡Arriba, perezosos! Si llegamos tarde, me sentiré mortificado para siempre. -Harry llamó.

Había pensado en qué quería hacer una vez en Hogwarts. ¿Quería ser un bromista como su padre James? ¿Estudioso como su padre Alec? ¿Escandaloso como su padre magnus? ¿Tener un perfil bajo? ¿Arrogante como su tío Jace? Aún no lo había decidido aunque suponía que ser su propia persona estaría bien.

Se miró al espejo antes de salir. La túnica que llevaba no le favorecía nada. Prefería la ropa más colorida. No al nivel de la de papá Magnus, pero sí con... Chispa. No obstante, había leído, o más bien papá Alec le había hecho leer varias secciones de Hogwarts, una historia que pensó que serían de interés y llevar el uniforme era obligatorio todos los días lectivos hasta finalizar el horario de clases por el día. Después era libre de ponerse lo que quisiera así que iba a aprovechar los fines de semana. O al menos el domingo, ya que los sábados iría a su casa para entrenar.
Era un trato preferencial, pero como su padrino había dicho, "Si la gente se quejaba, él era el derrotador de Voldemort y ciertos privilegios no le harían daño."

Seamus se calló de la cama cuando quiso agarrar su zapato y Neville estuvo a punto de pisarle la cara al levantarse.
Con las risas, se les había ido el sueño así que se fueron animados a desayunar.

Harry no se olvidó de escribir a casa. Así que en cuanto se sentó, sacó su diario encantado y redactó cartas en las diferentes secciones.
La azul era para Alec, la roja era para Remus, la verde era para Sirius, bajo total protesta por su parte, la morada era para Magnus, la amarilla para Jace y la rosa para Izzi.
Escribió básicamente lo mismo en todas las secciones. Añadió un poco más para que sus padres les leyeran a sus hermanos y por supuesto, dijo que había acabado en Slytherin para inquietar a Sirius. Harry era famoso y tal vez su clasificación saldría en El Profeta, pero ya había pensado en esa eventualidad y le había pedido ayuda a su padre Magnus.
Satisfecho con sus actualizaciones y un poco lloroso por las palabras que Max le había dictado a su padre Alec, se puso a comer.
Agradeció con un gesto cuando la profesora McGonagall le pasó su horario y lo leyó sin dejar de desayunar. Estaba hambriento.

Hedwig pasó a saludar y Harry decidió escribir algo para que ella llevara.
Tenía el diario encantado, pero ella necesitaba sentir que hacía su trabajo o podría destrozar el diario. Mischiev lo había hecho un par de veces.
Así que con esa idea, escribió algo especial para sus hermanitos, eso les haría sentir importantes, para Harry lo eran, y la envió tras darle algunas caricias a su plumaje y ofrecerle tocino que ella comió.

Alec leyó tres veces las palabras de su niño. En los casi ocho años que Harry había llegado a su vida, se había convertido en alguien muy querido para él. Lo amaba como si fuera su propio hijo y para Alec lo era. Harry era suyo tanto como Rafe y Max a pesar de que ninguno era biológicamente suyo. ¿Y qué importaba eso? Amaba a los tres incondicionalmente.
Escribió una respuesta divertida y esperó a que el caos se desatara.
El desagrado de Sirius por la casa Slytherin no era un secreto. Él había tenido muchos problemas con su familia de pequeño y al ser todos Slytherin y al querer su madre que fuera allí porque otra casa no serviría, el rechazo hacia su familia se trasladó también a la casa verde y plateada de Hogwarts. No ayudaba que muchos de los mortífagos con quienes se había enfrentado en la guerra fueran Slytherin y que el que había asesinado a su hermano en todo menos en la sangre también lo fuera.
Así que Alec esperó a oír el grito de desesperación, porque Sirius tendía al dramatismo, como muchos por aquí y no tardó en escucharlo.

Harry James BaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora