Harry James Bane

Cap 16

Capítulo 16.

-No quiero estudiar estos libros. ¿Por qué debería? ¿Quién tiene perros de tres cabezas en sus casas?
-Harry, no seas denso. No se trata de que alguien pueda o no tenerlos en sus casas. Estas criaturas existen y cazador de sombras o no, tienes que aprender a defenderte de cada criatura por muy absurda que te parezca. -Su tía Clari le dijo.
Ella era muy simpática y le gustaba jugar con sus hijos. Eran más de la edad de Rafe y Max, pero siempre disfrutaba pasando tiempo con sus hermanitos y primos.
-Y aquí traigo más. -Su padrino le sonrió y a Harry le dieron ganas de ocultarse en un rincón oscuro.
-¿No puedo simplemente agarrar una espada y matar a cada bicho desagradable que vea? Prefiero la práctica a la teoría. -Se quejó.
-No vas a ir a Hogwarts sin saber lo básico. No lo permitiré. Quiero restregarles a esos pomposos británicos que tengo un ahijado brillante y que no es solo un nombre famoso glorificado.
-Soy un famoso glorificado, padrino. La gente simplemente creerá lo que le diga.
-La fama es peligrosa. Un día estás en lo más alto, y al siguiente puedes caer en picado como una escoba rota.
-Lo que sea. -El menor hizo pucheros. -Quiero estar con papá de todos modos.
El niño había tenido un ataque de magia accidental bastante fuerte cuando unos estúpidos cazadores de sombras Blackthorn habían solicitado hablar con su padre. En su opinión eran unos egoístas molestos que no respetaban a la gente cuando estaba enferma.
Vale que su padre era el mejor, ¿pero no había más brujos a quienes molestar?

Magnus cada vez empeoraba y no solo él. Cada brujo padecía la extraña enfermedad. Sirius temía que se extendiera al pequeño Max y a Harry. Catarina había dicho que sus poderes no despertarían hasta los quince años, pero igualmente era en parte brujo.

-Estoy bien, Alexander. -No necesito más almohadas. Al final me voy a perder en ellas.
-Pero Mag, no sabemos qué te pasa y...
El gran brujo de Brooklin suspiró y agarró la mano de su nefilim. Entendía que Alec se sentía impotente porque no podía hacer nada por él pero al mismo tiempo le ponía nervioso tanta preocupación y cuidado. Le gustaba ser el centro de atención, pero no así.
También tenía miedo. ¿Y si esta enfermedad lo mataba? No era nada que hubiera sentido antes y a veces tratar de mantenerse optimista se le hacía difícil.
Había mencionado el tema de la muerte una vez y Alexander no se lo tomó nada bien. Se puso nervioso, entró en pánico y Magnus se prometió a sí mismo no volver a hablar del tema... Aunque pensaba en ello cada vez más.
Esperaba que encontraran una cura porque el no saber era aterrador.

Recoger agua del lago Lynn fue agotador. Había muchos brujos y no bastaría con solo unas gotas.
Hizo falta mucha gente y todo empeoraba porque había cada vez más disputas sobre la cohorte y los que se les oponían.
Había habido encarcelamientos, falsas acusaciones, registros sin motivo... Y Alec maldecía el haber aceptado el cargo de cónsul. Pero no se centraría en eso de momento. Primero tenía que ver si este agua curaba a su brujo.
No le pareció tan descabellada la idea de otro mundo más oscuro. Él había estado en Hedom años atrás.
Le gustaba ayudar a los demás como fuera, pero también estaba un tanto molesto de que la gente acudiera a Magnus para todo. Cuando no estaba enfermo le daba igual, pero...

-Venga, bebe esto. Podrías sentirte mejor. -Harry le dijo a su padre.
Sostenía con ambas manos una jarra con agua y trataba de que Magnus agarrara la pajita con la boca después de que el pequeño se la metiera en la nariz por accidente.
-Bien. -Dijo. -Pero espera que me siente... Cuando pueda salir de este nido de almohadas.
Rápidamente Alec lo ayudó y Remus, que tenía a sus cachorros en brazos, arrulló. Es que esos dos eran muy dulces.
Magnus parecía brillar cuando su novio estaba cerca... Y no solo por la purpurina. Y Alexander sonreía tanto que era entretenido de ver.

Harry parecía más ansioso que nadie y rebotaba tanto que su padrastro tuvo que ayudarle a sostener la jarra para que no se derramara el agua por accidente.
-¿Funciona? ¿Qué sientes, papá? ¿Eh? ¿Eh? Dime, papi.
-Aún no lo sé. Espera un rato.