Cap 03

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Capítulo 03.

*Nueva York.*

Luke y Maya estaban muy preocupados.
Todo el Praetor Lupus había caído excepto Jordan Kile.
Maya había visto como moría, pero sin saber como, el licántropo había sobrevivido.
Jordan parecía un fantasma. Apenas comía ni salía del territorio de la manada de Luke.
Maya le había dicho que no sentía lo mismo por él, y eso junto con la pérdida de su familia, pues así era como consideraba al praetor Lupus, le había destrozado.
Sabía que tenía que reconstruir el praetor, pero no tenía ganas.
Se sentía sin fuerzas.
Luke y Maya no sabían que hacer.
Tendrían que buscarle algo. Tal vez, un nuevo subterráneo al que ayudar... Pero ahora mismo no había ninguno.

*Hotel Dumort.*

Raphael estaba descansando.
Era de día, y solo hacía unas semanas que se había recuperado por completo.
Después de que Sebastian le clavara la aguja en el corazón, el vampiro lo dio todo por perdido.
Pero resultó que no le había dado en el corazón y cuando unos vampiros de otra guarida le encontraron, estaba casi muerto.
Se bebió seis bolsas de sangre seguidas como si fuera un polluelo recién salido de la tumba.
Las cosas estaban relativamente tranquilas y Raphael lo agradecía.
Le extrañaba que Magnus no le hubiera llamado. Todas las noches lo hacía pero la noche anterior y la anterior a esa, no lo había hecho.
El vampiro no estaba preocupado porque si le hubiera pasado algo al brujo, todo el mundo lo sabría.
Entre los subterráneos, la información corría como la pólvora.
Se dio la vuelta y cerró los ojos tratando de dormir.
Lo consiguió enseguida.

*Casa de Magnus.*

Hacía una hora que Alec se había levantado.
Se había duchado, vestido y cuando fue a su habitación a por una sudadera, vio que el niño no estaba.
Cogió la prenda que buscaba y miró por toda la casa para encontrar al niño.
Le halló en el salón mirando desde un rincón como Presidente miau se lamía una de sus patas delanteras.
El ojiazul se acercó al menor y se agachó en frente de él.
-Harry? ¿Estás bien?
Él asintió.
-¿Te gustan los gatos?
Harry le enseñó un pequeño arañazo que tenía en uno de sus bracitos.
-¿Te lo hizo un gato?
Volvió a asentir.
-Presidente miau no araña. -Explicó Alec.
El minino se había acercado para restregarse contra las piernas del mayor y el niño se había tensado.
-¿Voy a cogerlo vale?
Harry asintió de nuevo.
-Presidente miau. Este es Harry. Ahora va a vivir con nosotros así que tienes que tratarle bien.
El felino ronroneó.
-¿Quieres acariciarlo?
El pequeño se miró las manos dudoso.
Estiró una de ellas y acercó uno de sus deditos al pelaje del pequeño animal.
Al ver que no pasaba nada, se atrevió a acariciarle con toda la mano.
Presidente miau maulló contento y restregó su cabecita contra el bracito del niño.
-Le gustas. Eso es bueno.
Alec le vio sonreír por primera vez.
-¿Quieres ayudarme a echarle de comer?
Harry asintió con entusiasmo.
El nefilim acomodó al gato en uno de sus brazos y extendió su otra mano para que Harry se la cogiera.
Normalmente, Magnus le preparaba la comida chasqueando los dedos, pero siempre tenían algo para el gato en uno de los armarios de la cocina por si acaso.
Alec y Harry llegaron a la cocina.
El mayor dejó al gato en el suelo, soltó con suavidad la mano del infante y cogió la comida.
-Ven Harry.
Le dio una cuchara con la que el niño vaciaba el contenido de la lata en un cuenco blanco con estrellitas brillantes.
Presidente miau maullaba y se restregaba contra las piernas del niño haciéndole sonreír.
Cuando acabó, Alec cogió la lata y la tiró a la basura.
Metió la cuchara en el fregadero y dijo:
-Ahora deja el cuenco en el suelo para que Presidente miau pueda comer.
Harry eligió un pequeño rincón para poner la comida.
La dejó y vio como el gatito se acercaba y comía.
Mientras tanto, Alec se movía por la cocina preparando el desayuno.
Harry se quedó allí mirándole.
Rato después, Magnus entró frotándose los ojos.
Se acercó al menor y le cogió en sus brazos.
Se tensó un poco por la sorpresa, pero al ver la sonrisa que le dedicaba el hombre que decía que era uno de sus papás, se relajó.
-¿Cómo estás Caramelito? ¿Has dormido bien?
Harry asintió.
Magnus se acercó a su novio e hizo que se diera la vuelta.
Los tres compartieron una especie de abrazo.
El brujo dejó ir a su cazador de sombras después de haberle dado un beso.
El gato, que había acabado de comer, trepó por la pierna de Magnus hasta su cintura.
Enganchó las uñas en la bata morada del brujo y se quedó allí.
Le dio con el hocico a Harry para que le prestara atención.
El menor le pasó una manita por la cabeza y le acarició las orejitas.
Magnus lo miraba todo con una sonrisa.
El timbre sonó haciendo que los cuatro, gato incluido, dieran un pequeño respingo.
-Espero que no sea ningún estúpido nefilim. Les dijimos que hasta dentro de unos días no les presentaríamos a Harry.
-No lo creo. -Comentó Alec.
-Harry quédate aquí. Voy a ver quien Osa molestar al Gran Brujo de Brooklin.
Le sentó en la encimera y le revolvió el pelo.
El día anterior, Magnus había quedado conmocionado al ver la ropa de su Caramelito y se la había ajustado a su tamaño.
Ese día, al ver lo que había en la bolsa de plástico, casi le da un ataque.
También la ajustó al tamaño del niño y la cambió un poco.
Quería aparecer ropa y juguetes, pero sabía que Alec se enfadaría así que ese día tenían planeado salir de compras con el pequeño.
Se dirigió a abrir deseando que no fuera el parabatai de Alexander.
-¿Quién osa molestar al Gran Brujo de Brooklin?
-Soy Jace.
-Dijimos que nada de visitas. -Espetó.
-Necesito hablar con Alec. Es importante.
Magnus le iba a dejar en la calle, pero decidió abrirle. Quizá fue por su tono de voz.
Sonaba... Apagado.
Ni siquiera le había vacilado por el telefonillo.
-¿Quién es?
-Tu parabatai.
-¿Qué quiere?
-Hablar contigo.
La puerta del piso se abrió dejando ver al rubio.
Magnus retrocedió de un salto debido a la impresión.
Jace cerró la puerta detrás de sí y se dirigió a la cocina.
El brujo seguía sin moverse.
Unos segundos después, siguió al nefilim.
Alec se había girado para fulminar a su hermano con la mirada, pero al ver su estado no supo que decir.
Jace llevaba el pelo revuelto, la ropa arrugada, tenía enormes ojeras y los ojos rojos y muy hinchados.
-Ese debe ser Harry musitó.
Le dedicó una sonrisa que no le llegó a los ojos.
-¿Qué tal? ¿Tu padre brilla mucho a que sí?
-Ci. -Contestó.
-Soy Jace. Encantado de conocerte.
Le revolvió el pelo al niño y se retiró a la pared de enfrente.
-¿Quieres desayunar? -Le preguntó Alec a su parabatai.
-No.
Jace ayudó a llevar las cosas a la mesa y se sentó con Harry, Magnus y Alec mientras ellos tomaban el desayuno.
Se fijó en que su parabatai le servía al niño y éste, miraba la comida con duda.
-es todo para ti. -Le dijo Magnus.
Media hora más tarde, cuando terminaron de desayunar, Alec llevó a su amigo al salón mientras Magnus ayudaba a Harry a darse un baño.
-¿Y esas pintas? ¿Qué pasa? ¿Va todo bien en el instituto?
-Sí. Todo está bien allí.
-¿Entonces? ¿Ha pasado algo con Clari?
Jace hizo una mueca de dolor.
¿Qué ha pasado?
-Me ha dejado por otro.
A Alec le dio un ataque de risa.
-¿Qué? -Preguntó cuando logró calmarse. -¿Cómo es que te ha dejado por otro? ¿Es algún tipo de broma?
-No. No es una broma. Llevaba un mes viéndose con un tío. Un cazador de sombras de Dinamarca.
-¿En serio?
-Dice que se va a casar con él y que se van a ir juntos al instituto de allí.
-¿por qué?
-Al parecer, ella se ha quedado embarazada de él.
-¿Y cómo sabes que no es tuyo?
-El hermano Isaía lo ha confirmado.
-¿Cuándo se van?
-En una semana.
-¿Alguien más lo sabe?
-No.
Jace trataba de no llorar pero le resultaba imposible.
-El amor te destruye. -Dijo.
-No a todo el mundo. -Murmuró Alec suavemente.
El rubio se incorporó de un salto y dijo:
-Tienes razón. Espero que a ti te vaya bien con Brillitos. por que si no, le castraré con una espada de prácticas.

Más tarde, cuando Harry estuvo listo, se fueron de compras arrastrando a Jace.
-No vas a quedarte muerto del asco en el instituto. -Había dicho Magnus cuando se había enterado de lo que había sucedido.
Jace trató de protestar, pero Alec se lo impidió.
-Tú llevarás a Harry. Tendrás que acostumbrarte puesto que eres su tío.
El rubio había recibido al niño en sus brazos sin quejarse.
-¿Por qué no llamáis a Izzi? Si se entera de que hemos ido de compras sin ella, nos rebanará con su látigo.
-Porque si viene ella, no saldremos del centro comercial hasta mañana. -Contestó Alec.
-Acabo de avisarla. -Replicó Magnus.
-Voy a clavarte una de mis flechas en el trasero Magnus Bane.
El asiático sonrió.
-¿Qué flecha? -Preguntó Jace señalando las partes íntimas de su amigo.
-¡Jace Herondale! ¡Que hay niños!
-No seas tan aburrido Alec. -Dijo.
Y se fue con el niño corriendo y dando saltos para hacerle reír.
-Harry. Tú y yo haremos muchas travesuras juntos. -Le susurró.
El ojiverde rió aún más.
-Cuando conozcas a la tía Izzi, te va a caer muy bien. Pero te advierto una cosa. -Le dijo con seriedad.
Le miró directamente a los ojos.
-Nunca, repito, nunca, comas nada que ella haya cocinado. ¿Lo has entendido? Tú haz caso al tío Jace y no te dolerá la tripa durante una semana entera.
Harry le miró también con seriedad y asintió.
-Así me gusta.
Minutos después, los tres chicos y el niño estaban esperando a Isabelle en la puerta del centro comercial.
La chica apareció y al verlos, corrió en su dirección.
Cogió a Harry de los brazos de Jace sin saludar a nadie y le dijo:
-Eres un niño muy guapo.
Le besó las mejillas, le abrazó, volvió a besarle y a decirle lo guapo que era.
De vez en cuando, daba grititos de emoción.
-Cualquiera diría que esa chica es Isabelle Lightwood. -Musitó Jace.
-Oye Cazadora de sombras. Que no es un bolso. -Le dijo Magnus.
Le quitó al niño de los brazos y cuando iba a acomodarlo mejor, Jace se lo quitó a él.
-Ha dicho Alec que hoy le llevo yo.
El brujo iba a replicar, pero Alec negó levemente con la cabeza.
-Yo también quiero llevarlo. -Se quejó Izzi.
-No. -Espetó Jace.
Y se llevó a Harry dentro sin esperar a nadie.
-Parece una mamá pato. -Dijo Magnus.
El rubio, que le había oído, se dio la vuelta muy ofendido.
-Yo soy mucho mejor que una de esas bestias. No te atrevas a compararme con uno de esos seres monstruosos.
Les dio la espalda, y le dijo a Harry.
-Otro consejo del tío Jace que debes seguir al pie de la letra. Nunca te acerques a un pato. Parecen inofensivos, pero son auténticas bestias salvajes.
Harry asintió muy serio.
Se había asustado un poco así que Jace le distrajo señalándole un Tío vivo.
-En lo que tardan en venir los otros tres, dejaré que subas a esos caballitos de allí. ¿Qué te parece?
El ojiverde sonrió con entusiasmo.

Fuera del centro comercial, Alec y Magnus le contaban a Izzi lo que había pasado entre Jace y Clari.
La chica no se lo tomó nada bien pero decidió calmarse por el pequeño Harry.
Cuando entraron, vieron a Harry subido a uno de los caballos del Tío vivo y a Jace haciéndole fotos.
Las mujeres jóvenes se le quedaban mirando embobadas y le sonreían coquetamente.
Un chico le sonrió y le guiñó un ojo.
Jace le guiñó el ojo de vuelta.
-¿Acaba de devolverle el guiño a un tío? -Se sorprendió Izzi.
-Eso parece. -Murmuró Alec.

*Gran Bretaña.*

En Gryngotts, un duende acababa de atar una carta a la pata de una gran lechuza dorada.
Había pasado cinco minutos haciendo eso mismo y estaba hasta las narices.
Al día siguiente se leería el testamento de los Potter y excepto Frank y Alice Longbottom que estaban en San Mungo a causa de la Cruciatus, todos debían acudir.
A los Longbottom los representaría la matriarca Augusta Longbottom.
Incluso el preso Sirius Black tenía que estar mañana en Gryngotts.

Harry James BaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora