Desconcierto

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" I had a weakness and my walls came down

My tears won't reach the ground,

Burn my new wound "


Lentamente, los ojos que habían permanecido sellados por unas largas horas, o quizás incluso algunos pocos días, fueron abriéndose a la nueva realidad. La oscuridad que absorbieron era casi total, fragmentada únicamente por la titilante luz de unas antorchas dispuestas en un angosto y húmedo pasillo forrado de ladrillos negros. El aire que se respiraba en la densa atmósfera que le envolvía era pesado y maloliente.

Kanon permanecía inmóvil, tumbado en un duro catre que parecía hacer los servicios de una improvisada cama. Sólo sus verdes pupilas recorrían sin cesar todo lo que alcanzaban a ver desde su estática posición, intentando descifrar qué era la estancia que le envolvía con frialdad.

¿Había muerto? ¿En realidad había muerto engullido por el mar y ésto era lo que se hallaba después de traspasar el impecable umbral sin retorno? ¿Tan real se sentía?

Inconscientemente sus pulmones intentaron llenarse de aire inspirando profundamente, aunque su aroma resultara repugnante, provocándole tan simple acción un punzante dolor en el pecho.

Si realmente había perecido en los dominios de Poseidón, nunca hubiera imaginado que la muerte pudiera seguir infringiendo dolor...ni que sus sentidos fueran capaces de captar los aromas del ambiente...ni mucho menos que su piel se erizara con el gélido aire que le acariciaba entre leves ráfagas que intermitentes revoloteaban a su alrededor.

No...todo se percibía demasiado real para ser fruto del sueño eterno...demasiado vívido...demasiado desolador...Otra intensa respiración acudió a dotar de vida sus castigados pulmones, y de nuevo el lacerante dolor hizo acto de presencia en su pecho, arrancándole un leve gemido que se intensificó cuando sus codos buscaron apoyo sobre la superficie del catre en su intento de incorporarse. Inútilmente. Su cuerpo volvió a caer inerte sobre la lisa piedra que lo guardaba, e inconscientemente se llevó una de sus manos hacia el abdomen, para identificar el motivo de ese insistente dolor, hallando un denso vendaje rodeándole el torso. Con esfuerzo levantó un poco el rostro, hasta poder apoyar el mentón en el hueco que forma la unión central de las clavículas, descubriéndose desnudo de cintura para arriba, con el torso vendado a consciencia. Unas tímidas manchas de sangre traspasaban las vendas, y en ese preciso instante recordó que había sido el tridente de Poseidón el que se había anclado allí, cuando él mismo sucumbió a su arrepentimiento y se dejó cazar para proteger a Athena de un erróneo final. Buscando así su propio final. El final que se creía merecer. Y que gracias a la bondad de aquella a la que tanto odió, no iba a llegar.

Poco a poco Kanon iba ensamblando las piezas de un puzzle mental que iba tomando forma, reconstruyendo lo que creía que habían sido las últimas horas de su vida. Pero algo no encajaba...algo se escapaba a la comprensión de su razón. Finalmente él se había rendido...se había entregado a la muerte...Con lentitud empezó a recordar perfectamente que se había dejado subyugar por los dictados del mar, para acabar de una vez por todas con su vida insulsa e ignorada...siempre menospreciada. Creyó firmemente haber muerto, perdiendo la consciencia y ofreciéndose a las aguas sin reservas...pero entonces...¿Por qué seguía doliendo la muerte? ¿Por qué seguía conservando su cuerpo humano, herido y luchando para hallar sanación? ¿Acaso no se perdía toda forma orgánica en el más allá? ¿Desde cuándo la muerte seguía produciendo espasmos de dolor debido a una sed atroz que demandaba ser saciada con avidez?

Definitivamente, si éso era la muerte era un escarnio demasiado fiel de la vida misma, y de todos sus mundanos sufrimientos. Sí, no cabía duda...estaba vivo. Realmente vivo. Pero ¿Dónde? ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Y quién se había tomado la molestia de sanarle unas heridas que poco debían importar a nadie más que a él?

The Dead SkinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora