Humanidad

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"You know how it must hurt, and I know,
There is nothing you've done to deserve this."

La adversa energía que le azotó tan sólo abrir la puerta era indescriptible, abrumadora...Parecía que con la aparición de su propio cosmos también había renacido sus capacidades de percibir el cosmos enemigo, y allí no había ninguna duda que la atmósfera que le rodeaba estaba cargada de hostilidad. Aunque algo le decía que no era una hostilidad pura...completa.

Con pasos cautelosos Kanon se adentró en la oscura habitación, iluminada tenuemente por unas cuántas lámparas de queroseno esparcidas por doquier. Por lo que intuía, Radamanthys se daba el gusto de vivir como si del siglo XVIII se tratara, privándose de hacer uso de la luz eléctrica, alimentando la oscuridad del lugar con objetos propios de otro siglo. Acordes con el castillo. Acordes con la reminiscencia de un alma que quizás ya había vivido mucho tiempo atrás...

Unos destellos violáceos le llamaron poderosamente la atención, y sin dudarlo se hizo con una de las lámparas y se acercó hacia esa fuente de luz. De poder...De maldad.

Y allí la vio. La armadura de Radamanthys descansaba ensamblada en la perfecta figura de un dragón heráldico, imponente, desafiante. Tremendamente amenazanante.

- Pero mira qué tenemos aquí...- Dijo Kanon para sí, andando hacia ella con la imprudencia que otorga la malsana curiosidad.

Casi sin darse cuenta, Kanon se había acercado lo suficiente para respirar el aroma a infierno que emanaba de ella, y obedeciendo a un impulso completamente irracional e infantil, alzó sus dedos con la intención de rozar el rostro de ese animal que le brindaba una penetrante mirada de recelo desde las mismas sombras del Averno.

Una descarga eléctrica impidió su tacto antes que éste se pudiera materializar, esparciéndose por todo su cuerpo, haciendo que retrocediera sobre sus pasos con torpeza y brusquedad.

Rechazándole...Mostrándole su aversión como ya había hecho ese mismo día cuando su mano había osado rozarle la espalda cuando ella vestía a su portador.

Estaba claro que su presencia no era bienvenida en esa habitación, pero no por ello iba a desistir de satisfacer su curiosidad.

Kanon optó por alejarse de ella y empezar a inspeccionar todo lo que allí pudiera encontar, olvidándose de buscar algo con lo que cubrir su torso, dejándose llevar únicamente por las ansias de obtener información de quién le había traído allí, y a quién no comprendía en absoluto.

Manteniendo aún la lámpara de queroseno en su mano, andó hacia unas grandes estanterías que forraban las paredes por completo, hallándolas repletas de libros de todas las épocas. Con cautela acercó la fuente de luz a los lomos de los libros y empezó a leer los títulos de los que hallaba más a mano. La luz iluminaba su absorto rostro de manera espectral, dotándole de la esencia de los oscuros personajes de los cuentos de Poe. Allí había de todo...libros de leyes, de metafísica, de astrología...y algunos que le robaron toda la atención...Frente a su avispada mirada descubrió un libro de poesía de Lord Byron, con una encuadernación propia de doscientos años atrás, al lado de otras obras admiradas y temidas por igual, escritas por Oscar Wilde.

- Vaya vaya...así que el Juez del Averno se deja seducir por la literatura de la Tierra a la que tanto desea aniquilar...

Siguiendo la línea desigual que formaban los lomos de los tomos llegó hasta una edición de la Divina Comedia, cuando ésta se llamaba simplemente Commedia, de Dante. Y allí Kanon no pudo contener una risa que tomó su pecho con fuerza.

- Así que el "temible Radamanthys" necesita una guía para moverse por sus supuestos dominios...- Dijo en voz alta, completamente divertido ante su descubrimiento.- A ver qué más encontramos por aquí...

The Dead SkinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora