Color

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"I see myself, my fading color

I see no hope there... Where I always used to..."

Castillo de Hades

Unas notas tan dulces como diabólicas cortaron de cuajo el pesado ambiente del gran salón.

Un grito ensordecedor escapó de la garganta de Radamanthys al recibir sin oponerse a ello otra descarga eléctrica ocasionada por la maléfica melodía del arpa de Pandora. Las rodillas de Radamanthys degustaban la textura del suelo con humillación, y las atentas miradas de los demás espectros, requeridos para presenciar las consecuencias de la insumisión, observaban a su superior y camarada recibir, una tras otra, las sacudidas de una energía que si no era controlada podría incluso hacerse con el poder de su propia consciencia.

Una gota de sudor se pudo apreciar resbalar por la sien de Valentine de la Harpía, obligado a presenciar la deshonra a la que era sometido su comandante sin poder hacer nada para evitarlo. A su lado se hallaban Minos y Aiacos, los otros dos Jueces del Infierno, compañeros de Radamanthys, que observaban la escena entre atisbos de aburrimiento y poca consideración.

Custodiando la puerta de acceso al gran salón se hallaba Zelos, arrastrándose por el suelo como era su costumbre, regocijándose sin ningún disimulo con las atenciones que estaba recbibiendo el Wyvern.

Otra conjunción de notas musicales...otra descarga casi mortal...

El casco del Wyvern había rodado lejos de su dueño cuando su cuerpo había sido electrificado por primera vez. Desde la distancia le observaba con pesadumbre, incapaz de hacer nada para aliviar el sufrimiento que se estaba cerniendo sobre su portador. Las manos de Radamanthys buscaban apoyarse sobre las baldosas, pero los brazos carecían de fuerza, y la vista simplemente no podía alzarla. No le estaba permitido si no había una voz que así se lo ordenara.

- Radamanthys...te atreviste a actuar ometiendo mis órdenes...- Dijo Pandora, que tampoco alzaba la vista, evitando ser testigo de las consecuencias que sus ataques estaban ocasionando. Otra sutil carícia a las mortíferas cuerdas de su arpa. Otra infalible descarga abrasando cada célula, cada nervio del cuerpo de Radamanthys.- Ésto es lo que se merece todo aquél que osa contradecirme...

- ¡Ya es suficiente, mi señora!- Exclamó Valentine, que ya no podía seguir soportando el ultraje al que su señor estaba siendo sometido.

- ¡Cállate, soldado! ¡No tienes mi permiso para hablar!- Pandora alzó lo mínimo su rostro, cuidadosamente escondido tras los largos mechones de su negra cabellera, para brindarle una mirada de recelo al espectro que había proclamado sus quejas.- ¿Acaso quieres degustar las mismas sensaciones que el Wyvern? ¡¿Quieres ser el siguiente?!

Radamanthys apenas podía moverse. Cada vez que lo intentaba su cuerpo se rebelaba contra él mismo, como si mil cuchillos rasgaran su carne con cada mínima contracción de sus músculos, pero aún halló las fuerzas suficientes para ladear su abatido rostro y lanzarle con su mirada una muda orden a su más leal subordinado.

Valentine le correspondió con la misma mudez, agudizando su abrumada mirada bajo las cejas completamente contraídas por la desaprobación de la escena que estaba presenciando, pero los ambarinos ojos de Radamanthys volvieron a ordenarle silencio y obediencia. Lo único que pudo hacer Valentine fue tragar saliva pesadamente al tiempo que recuperaba su compostura, evitando seguir observando la sobrepasada tortura que Radamanthys aceptaba con total sumisión.

La energía que azotaba a Radamanthys había empezado a estrujarle por dentro, y una náusea acompañada de sangre acudió a ahogar su garganta, no pudiendo evitar expulsar el rojizo líquido sobre las brillantes baldosas, mancillando el suelo con su capitulación. Sus brazos luchaban desesperadamente para poder obtener el apoyo suficiente e incorporarse, para recuperar algo de su maltratada dignidad, y esa pequeña rebeldía que seguía resistiéndose a Pandora hizo que ésta se alzara del taburete junto a su arpa y andara decidida hacia Radamanthys, pisando descaradamente su hombro. Obligándole a rendirse frente a ella una vez más.

The Dead SkinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora