No me abandones.

100 11 0
                                    

Una vez que las mujeres empezaban a despedirse, Liliana miro a Narcissa con preocupación. Le había asegurado que ella cuidaría de Draco y para su sorpresa dijo que confiaba en que lo haría, pero ahora... Desconocía lo que sucedía.

Su padre hizo una mueca de disgusto, cuando Narcissa le agradecía por ser la novia de su hijo y cuidarlo siempre. Poco después, ambas brujas desaparecieron en la oscuridad y la chica se volteo a su padre.

— ¿Qué es lo que Draco tiene que hacer?

— No tengo permitido decirte. Y tampoco averigües, o el que sea castigado no será ni yo, ni tu.

Liliana asintió con brevedad. Pero, aun así, sentía un mal en su garganta. Entraron a la casa, la chica tomo su jugo vació al igual que sus copas, dejándola en el lavaplatos, segundos después, limpiaba las copas y las hacia levitar para que se guardaran.

Sintió la mirada de Colagusano pero no le hizo caso, ya era común que hiciera eso.

— ¿Tienes sed, Colagusano?

— N...No. — respondió. — ¿D-De que hablaron?

— Nada que te importe. — dijo su padre tajante. — ¡Largo de aquí!

Y Colagusano se dispuso a correr a su cuarto como una rata asustada.

— ¿No crees que lo tratas peor que a un elfo domestico?

— Ese pedazo de alimaña, no merece ser llamado humano o un elfo domestico. Es un cobarde...

— Bueno si... — asintió en silenció. — Pero no crees que se quejara al Señor Tenebroso.

— Él está muy ocupado como para preocuparse por semejante estupidez y si lo llegara a hacer, solo lo mataría. — sonrio con malicia. — Por eso, es mi momento de...

— Iré a la cama. — anunció y camino a paso decidido a las afueras de la cocina.

No tenía humor de escuchar, nuevamente sus comentarios hacia Colagusano y todo lo que los llevara a los mortifagos. Solo le importaba saber cómo estaría Draco.

— ¿Te has enojado, Lily? — pregunto su padre con detenimiento.

Liliana saco su cabeza de la puerta y lo observo con los ojos en blancos, fríos y sin expresión alguna.

— No. — Y partió a su habitación. 

La risa de Colagusano se escuchó. — Tienes que admitir que posee la manía de Lil... ¡Ay! — se quejo cuando Snape le cerró la puerta de un manotazo.

— Asqiera rata inmunda... — maldijo por lo bajo. — ¿Como se atreve a decir su nombre...?

.      .     .

Semanas después de aquel pacto, como era de esperarse, los días en el que su padre tenía que ir a Hogwarts llegaron. Snape padre se negaba rotundamente ante la idea de que ella se quedara en su casa con Colagusano por lo que optaron a que ella fuera a quedarse en la taberna de Cabeza de Puerco.

Pero para su sorpresa de ambos, Narcissa había invitado a Liliana a la casa de Narcissa.  Así que aceptaron sin rechinar. Liliana hizo su maleta y partió allí, a la Mansión Malfoy. 

El viaje fue en silencio, pues Colagusano también se tendría que quedar allí por órdenes de Voldemort. Liliana puso los ojos en blanco mientras miraba los jardines, detrás suyo, su maleta continuaba siguiéndola.

Parecía que nunca se libraría de él, y en lugar de que espiar a Severus, sentía que era a ella quien vigilaban. 

— Ya estamos llegando. — dijo Severus, después de unos minutos llenos de silencio e incomodidad. 

La Hija De Los Potter. (6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora