Dame tiempo.

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Al día siguiente trasladaron a Katie al Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas. A esas alturas la noticia de que le habían echado una maldición se había extendido por todo el colegio, aunque los detalles eran confusos. 

Los días pasaban y la época de Navidad llegaba.

El fuerte viento del fin de semana había dejado de soplar por fin, aunque se había instalado de nuevo aquella extraña neblina, Liliana se había despertado temprano por la mañana, soltó su aliento al aire, de modo que su aliento se mostró en una nube caliente, mientras pasaba por los pasillos.

En su bolso, unos cristales sonaban, como si se rosaran y la chica emitió un sonido de exasperación, y su rostro se arrugo preocupado. Echo un vista y suspiro aliviada al saber que estaba bien.

— Menos mal... — sonrio y hurgo en su bolso para evitar cualquier contacto con los frascos de vidrio. — Creo que así...

— ¿Lily? — musito Draco, que parecía un aire de deprimente. — ¿Qué haces aquí tan temprano?

— Fui a enviarle algunas cosas a Ragnok. — le explico. — Me pidió mis notas de mi investigación por los Longbottom. Parece que están reaccionando muy bien, al tratamiento.

— ¿Enserio?

— Si. — asintió orgullosa. — La Señora Longbottom ya sabe distinguir varias cosas y personas del Hospital y el Señor Longbottom ya no ataca a las personas y está más tranquilo, por lo que estan viendo si más adelante le quitaran sus ataduras de su cama.

— ¿Entonces... se recuperarán?

— Tal vez, ese tratamiento es muy lento por lo que a unos cinco o seis años... — calculo. 

«Claro, si siguen tu tratamiento, pero... ¿Qué pasará cuando mueras? ¿Seguían trabajando de esa manera? Yo no lo creo...» Inquirió la voz. Liliana se había convencido a sí misma, y a aquella voz, que morirá, pero ahora... Le parecía extraño que fuera tan mansa, tanto, que le ponía la piel de gallina.

— Se convertirán en unas personas normales que podrán razonar como cualquier otro. — Continuó, mirandolo.

— ¿Y crees que quien-tú-sabes lo permita? — dijo arrastrando las palabras.

— No creo que le importen unas personas que están en San Mungo. 

— Bueno, nunca se sabe. 

Liliana puso una cara preocupada, los Longbottom habían avanzado en su mayoría y que sucediera eso... 

[Habrá que poner encantamientos escudo y reforzar su seguridad en San Mungo para mantener a los pacientes a salvo...]

Miro a Draco por unos instantes, extendió su mano y acaricio la cabeza. No... más tarde, cuando regresara Ekaitza, le mandaría la carta a Ragnok.

— ¿Quieres que vayamos a la torre de Astronomía? — le pregunto apaciblemente.

— Si. — concordó sin soltar la mano que Liliana tenía alzada. 

Caminaron en silencio, y cuando se sentaron al borde de la torre, donde se podía ver todo, el acomodo su cabeza en su hombro en silencio.

— Escuche que a esa Bell sigue en San Mungo y no recupera...

— Hacen todo lo posible para recuperarla, pero como estaba bajo la maldición Imperius tardara un poco en desperar.

— ¿Y si hubiera muerto? Se dice que en Hogsmeade están buscando al culpable...

— Si, papa no me deja ir por esa razón. — dijo en lo que acariciaba su cabello. — ¿Qué pasa, Draco? — Draco movió su cabeza para apegarse más a ella, temblando levemente. — ¿No quieres hablarlo? Te escucharé.

La Hija De Los Potter. (6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora