Te amo.

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Liliana suspiro y bajo la cabeza. Sin poder mirarlo a los ojos.

— Solo un poco, pero como sabia magia sanadora en aquel entonces, me cure.

— Lo lamento, — se disculpó. — Estaba desesperado y te extrañaba.

— La próxima vez piensa con la cabeza y no traigas a Crabbe y Goyle ¿Sí? — le ánimo. — ¡Ah! Y si es posible unas ranas de chocolate.

Draco se rio. — Eres tan simple.

— Y tu muy complicado. — le hizo una ceña con la cabeza. — Vamos, estamos a mitad del camino.

— ¿Por el rio? ¿Hay que rodearlo, no?

— Mas bien atravesarlo. — indico las rocas. — Aunque no lo creas no son traicionaras y nunca te caes por ahí.

— ¿No será que me quieres llevar al bosque prohibido?

— ¿Y que gano con eso? — alzo la ceja curiosa.

— Pues no se... un poco de risa por mis gritos, ¿Tal vez?

Liliana no pudo evitar reír con ese comentario, paso entre las rocas y llego al otro lado del rio. — ¡Vamos Draco, es fácil! — Draco suspiro y paso entre las rocas, quedo al frente de ella y le sonrio. — ¿Fácil, no?

— Si, claro. — acomodo su túnica. — De todas formas... ¿Por qué es tan lejos?

— Porque no queremos que nos interrumpan. 

Le aseguro Liliana, con una sonrisa, camino hacia la puerta de madera, tomo la perilla, pero... se quedó quieta. Comenzaba a dudar, comenzaba a temer miedo de lo que ocurriría después, ¿Su corazón podría soportarlo por un tiempo hasta su muerte? ¿Estaba realmente lista para esto? ¿Qué les diría a sus amigos cuando se percataran que algo ocurría entre Draco y ella? ¿Tratarían de hacerlo volver en sí, y su plan estaría arruinado? Y si... ¿Draco la detuviera... que le diría?

«Regresa, aún hay tiempo...» Liliana apretó su mandíbula inconscientemente y sintio como una gota de sudor fría, recorría por su frente hasta su mejilla, luego, seguía recorriendo hasta su mentón y posteriormente caer en su delgado y pálido cuello. «No tienes que morir... Pueden escapar, pueden ser felices... El resto no importa, el mundo en el que vives no vale nada, comparado con él.» No lo podía creer... Lo estaba considerando.

— ¿Qué pasa? — escucho un murmuro, que la hizo darse cuenta de que aún no se movía.

— Es... que... — musito por unos segundos, nos había si en verdad llegara a borrarle la memoria, como el resto estaría curioso y el sospechara. — Esto es algo que mi padre le hizo a mi madre...

— ¿Enserio? — le pregunto sorprendido. — ¿Y sabes algo más de ellos? — Draco tomo la perilla, que Liliana tenía sujeta, este movió la perilla y la abrió. — ¿Descubriste cómo se llaman o que les sucedió?

— Aun no. — negó con la cabeza. Tomo el brazo de Draco y le miro asemejándose a una sonrisa, la más sincera que pudo. — Pero solo sé que mi padre creo este lugar para declarársele a mi madre, según él, era para demostrarle todo el amor que le tenía.

Draco se quedó helado mientras observaba el lugar, sonrio de lado mientras se dirigían a la glorieta.

— Veo que a tu madre le gustaban los lirios, supongo que de ahí vino tu nombre.

— Lo más probable.

Draco observo un de los pilares de la glorieta. — ¡Mira Lily! Aquí hay algo grabado. — Liliana se le acerco. — Tu cabello rojo como el fuego, — hizo una pausa para observarla. — Así que, de tu cabello, de madre vino tu pelo... ¿He? — volvió a mirar la lápida. — Resplandece mis días más oscuros cuando te veo. Tus ojos verdes que siempre que los miro, — se rio. — ¡Cielos! Si que eres como tu madre si tienes los ojos verdes. Supongo que a él no le gustaría que su hija saliera conmigo...

La Hija De Los Potter. (6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora