El primer ataque

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Harry todavía no dominaba el encantamiento de relleno sin pronunciar el conjuro en voz alta, pero no tuvo dudas de que esa noche lo conseguiría; y en efecto, el muchacho sonrió cuando, sin que lo vieran Hagrid ni Slughorn, o Liliana.

Aproximadamente una hora más tarde, Hagrid y Slughorn empezaron a hacer brindis que no venían a cuento: por Hogwarts, por Dumbledore, por el vino de elfo y...

— ¡Por Harry Potter! — bramó Hagrid, y vació de un trago la decimocuarta taza de vino derramándoselo en parte por la barbilla.

— ¡Sí, señor! — graznó Slughorn. — Por Parry Otter, el Elegido que... Bueno, algo por el estilo — masculló, y también vació su taza.

Liliana soltó una risita y bebió un poco de la taza, alzo la copa y dijo:

— ¡Por que vivamos muchos años más!

— ¡Si, sí! — declararon ambos profesores.

Poco después, Hagrid rompió a llorar de nuevo y tendió a Slughorn la cola entera de pelo de unicornio; ni lerdo ni perezoso, el profesor se la metió en el bolsillo mientras exclamaba:

«¡Por la amistad! ¡Por la generosidad! ¡Por los diez galeones que me van a pagar por cada pelo!»

Y después de eso, sentados uno al lado del otro y abrazados como viejos camaradas, entonaron una triste canción acerca de un mago moribundo llamado Odo.

— ¿Por qué será que los mejores siempre mueren jóvenes? — farfulló Hagrid desplomándose encima de la mesa, un poco bizco, mientras Slughorn seguía canturreando el estribillo. — Mi padre era demasiado joven para morir... Igual que tus padres, Harry...

Las lágrimas volvieron a aflorarle a los ojos, rodeados de arrugas; le agarró un brazo a Harry y lo sacudió.

— Eran el mejor mago y la mejor bruja de su edad que jamás conocí... Fue terrible, terrible...

Slughorn cantaba con tono lastimero, despreocupado.

— Terrible, terrible...

Gruñó Hagrid, y la enorme y enmarañada cabeza le cayó hacia un lado, sobre los brazos. Se quedó dormido y empezó a roncar profundamente. Liliana alzo su varita e hizo que

— Lo siento — se excusó Slughorn entre hipidos. — Reconozco que el canto nunca se me ha dado muy bien.

— Hagrid no se refería a su entonación — le aclaró Harry.

— Hablaba de la muerte de los padres de Potter. — dijo Liliana

«Nuestros.» Pensó Harry en sus adentros, amargamente. «Son nuestros padres.»

— ¡Oh! — exclamó Slughorn conteniendo un eructo. — ¡Oh, lo siento! Sí, fue... terrible, es cierto. Terrible, terrible... — Como no sabía qué decir, optó por rellenar las tazas. - Supongo que... que no lo recordarás, ¿verdad, Harry? — preguntó con vacilación.

— No... Yo sólo tenía un año cuando ellos murieron — contestó el chico contemplando la vela, que parpadeaba por los aparatosos ronquidos del guardabosques. Liliana se levanto, y agarro lo que aprecia una cobija, posteriormente con su varita, cubrió el cuerpo de Hagrid. — Pero sé cómo pasó. Me he enterado de muchas cosas. Mi padre murió primero, ¿lo sabía usted?

— Pues... no, no lo sabía — respondió Slughorn con un hilo de voz.

— Sí. Voldemort lo mató primero a él, y luego pasó por encima de su cadáver y atacó a mi madre.

Slughorn se estremeció aparatosamente sin apartar la mirada del muchacho. Liliana observaba detenidamente, por lo que Harry continuó.

— Le ordenó que se retirara — continuó Harry. — El propio Voldemort me dijo que ella no tenía por qué morir. Él me quería a mí. Mi madre habría podido huir.

La Hija De Los Potter. (6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora