A la mañana siguiente, Liliana tenía jaqueca, llevo sus manos a su cabeza, mientras masajeaba sus parpados hinchados. Recordó su charla con Dumbledore, donde, a pesar de que estaba llorando como ella, lo sintió vacío, como si escondiera algo más, porque cuándo miraba su mano, parecía que tenía algo más que lamentarse.
«Murete. Es lo único que tienes que hacer. Morirte.»
Cerro los ojos por unos momentos, hacia un retroceso de números para no explotar, para no ir al frente de Voldemort y enfrentarlo. Treinta, veintinueve...
Recordó cómo se había rompido a llorar y dicho todo lo que deseaba hacer en el futuro a Dumbledore. Diez... nueve...
Recordó sus planes con Draco, una vez que acabara la guerra y fueran adultos. ¿Qué pensaría si ella muriera? Cinco... cuatro...
No pudo evitar solar más de una lagrima.
Deseaba vivir. ¿Acaso eso era un pecado para el mundo? Tres... Dos...Uno. Ekaitza revoloteo a su alrededor, le jaloneaba las puntas de su cabello y se refregaba contra su rostro, con fuerza.
— Estoy bien... — le susurró.
Liliana se levantó y miro como sus amigas seguían durmiendo, sintió su garganta amarga y una punzada al corazón al ver como dormía Astoria. Sabía que ella cuidaría de Theodore, su hermana de Blaise, pero...
¿Quién cuidaría de Draco? ¿De Ekaitza? O... ¿A su padre?
¿El poseía conocimiento sobre eso?
Se levanto y fue al baño, al cabo de unos minutos ya estaba lista, su deber de prefecta de Slytherin era importante, pero en estos momentos no le importaba. Sabía que tenía que ser cuidadosa, tal vez si tomara un poco de tiempo...
No, no podía esperar. Tal vez, era su último día de vida, tal vez era su ultimo respiro. Se detuvo a medio camino, quedo a las puertas que la llevaban a la Sala Común.
Peligro. Si, era peligroso tener que ir y enfrentarlo, si su padre no lo sabía, ¿Qué diría? La última vez que su vida corría peligro, la encerró en los calabozos de Hogwarts para no pelear contra un basilisco de más de cien años.
Soltó un suspiro prologado, no sabía cómo actuar, y mucho menos, como despedirse, si es que lo lograba. Una carta sería muy sospechosa. Y tampoco podía exponerlos a ver su muerte en el futuro, sería un gran peso para ellos.
Lleno el vaso de agua y se sirvió un poco. Sintió como alguien la abrazaba por detrás, por el rabillo de su ojo, vio una cabella lacia y rubia.
— ¿Cómo dormiste, hermosa? — dijo mientras le daba un beso en su cuello. — He extrañado dormir contigo, aunque fue tan solo un día...
El corazón de Liliana se estrujo, si moría...
— Yo también te extrañe. — le dijo sinceramente.
Aquella noche, había extrañado abrazar a Draco, solo para tranquilizarse, pero si iba y la viera en el estado tan deprimente, se podría a investigar, que era lo que sucedía, y no quería causarle problemas. Liliana dobló su cuello hacia él, se inclinó y le dio un beso en los labios.
— Te quiero, Draco.
— ¿Y eso? — Draco soltó una risa emocionada. — Normalmente nunca me lo dices.
— Simplemente quise decirlo. — se alzó de hombros. — ¿Te molesta?
— No, para nada. — negó con la cabeza y comenzaba a repartir besos en su cuello. — Es más, me gusta esto...
Liliana solo se sonrojo, ya estaba acostumbrada, era su extraña forma de despertarla la mayoría de aquellos besos.
— Oigan. — les llamo Blaise.
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La Hija De Los Potter. (6)
أدب الهواةEl mundo ya sabe que Voldemort ha regresado y en Hogwarts se duplicaron las medidas de seguridad. Liliana ha logrado quitar la maldición de los libros y se los ha entregado a Dumbledore pero ahora tiene una misión, que cree que no podrá cumplir. _...