Horace Slughorn.

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Liliana paso la última semana de vacaciones, pensando en la misión de Draco, lo le había dicho y sentía que aun que le preguntara, se negaría a comentárselo. Cerro los ojos y apretó la cubierta del libro que leía en la biblioteca cuando nuevamente se escucharon los gritos desesperados de los prisioneros que se custodiaban en el sótano.

Deseaba ir a rescatarlos, pero no podría enfrentarse a Bellatrix, o Narcissa y Draco sufrirían las consecuencias. Tampoco era que ella pudiera pelear contra aquella mujer, no era tan fuerte o lograría igual su talento como duelista. 

— Tranquila... — escucho la voz de Draco, y este le acaricio la mejilla, Liliana abrió los ojos, y vio su rostro pálido y cansado. — Yo me encargo.

Alzo su varita e hizo que el ruido no entrara a la habitación. 

— Gracias. — le dijo.

— Me encargue de hacerlo en la habitación de mi madre, la tuya y la mía. — continuó y se sentó a su lado. — ¿Estas bien?

— Si. — asintió. — Solo pensaba en estudiar un poco de Aritmancia. — le explico y miro por la ventana. — ¿Quieres salir a tomar aire?

— Me gustaría ir a nuestro jardín. — comento. — Ven, vamos.

Le tomo de la mano y caminaron en silencio, iban lo más rápido que podían e ignoraban los gritos de terror. Draco apretó con fuerza su mano, cuando uno de ellos le rogaba a Bellatrix por piedad, pero continuaron caminando a las afueras de la Mansión Malfoy. 

Al llegar, Liliana cerro los ojos, tratando de relajarse, Bellatrix estaba loca, estaba segura y no deseaba comprobarlo. Tal vez, Lucius se quedaba corto con la maldad que poseía aquella mujer. 

Recordó la vez, en la que Lucius le había destruido ese regalo para Draco y de cómo no muestra ni una pizca de preocupación, cuando casi moría a causa de aquel acantilado por culpa de aquellos chicos de sangre pura. Es más, él se había contentado con la noticia y amenazado con destruir Hogwarts, donde trabajaba su padre.

No podía decir que se contentaba que Lucius estaba en Azkaban, y aun que no le agradaba, prefería tenerlo en la Mansión Malfoy, que con Bellatrix rondando por allí. 

Cuando llegaron al jardín secreto de Draco, respiraron hondo, el silencio y más de algún pájaro que cantaba, apaciguaba el lugar, más el rio que corría por allí, cerca de las flores. Todo estaba como la última vez, que había venido.

— Honestamente ya no sé qué es mejor... — dijo, sentándose en el pasto. — O quedarme aquí y soportar esos gritos y el entrenamiento de la Tía Bella, o ir a Hogwarts y hacer mi misión.

Liliana se sentó y se sintió muy tonta, no sabía que contestar. No sabía de qué consistía su misión, ni sobre su entrenamiento con Bellatrix y siempre que trataba de abordar ese tema, Draco lo evadía.

— Huir ya no es una buena opción. — comento por lo bajo. 

— Si, o lastimaran a nuestros padres... — continuo este, entrelazando su cabello con sus dedos. — Lamento dejarte en peligro.

Liliana negó con la cabeza. — Estaba en peligro antes de que te convirtieras o que Lucius fuera encarcelado. 

— ¿O sea que desde el año pasado...?

— ¿Si me ha estado visitando? Pues sí. — se alzó de hombros. — Al principio me daba miedo, digo... no sabía lo quiere de mí, pero ahora...

— ¿Y... lo sabes ahora? ¿Qué quiere de ti?

— Mi poder. — le explico. — Quiere que le sea leal y que lo siga, pero nunca me ha dado la marca tenebrosa. Solo me observa y ya.

La Hija De Los Potter. (6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora