4. Eres lo peor

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Cuando Louis arribó a la escuela superior el martes, lo hizo tras haber pasado los peores cuatro días de toda su vida. 

No sabía cómo de dolorosos eran los celos del resto de los omegas, sobretodo de los que decidían pasarlo sin la compañía de un alfa, pero él no quería repetir la experiencia nunca mas. 

Su madre al segundo día incluso le había aconsejado y proporcionado algunos juguetes. Louis nunca había utilizado ninguno, no había sentido la necesidad porque sus celos siempre fueron calmos y nada demandantes. Pero en esta ocasión había utilizado desde el primero hasta el último, sin resultado. Sentía satisfacción y algo de alivio en el segundo que conseguía correrse, pero el calor volvía casi inmediatamente dejándolo frustrado y rabioso.

Todo su cuerpo se encontraba adolorido y su espíritu se sentía viejo y agotado. Apenas había podido pegar ojo en las tres noches que había durado su celo, y cuando lo había hecho había sido de puro agotamiento por no poder soportar mas la quemazón y el dolor. Louis se sentía sucio, había actuado como un animal, introduciendo en él hasta el mas grande de los consoladores que su madre le había conseguido, ninguno de ellos consiguiendo satisfacerle. Al finalizar su celo los había observado brevemente y había sido incapaz de creer que eso había estado en su interior, era imposible. Demasiado grande. Pero lo recordaba con nitidez. Preferiría no hacerlo.

Necesitamos a nuestro alfa. Y si tu no vas a ir por él, yo haré que lo hagas.

Maldito omega caprichoso. -¡Él no es un alfa, maldita sea!- La mitad de los omegas en el pasillo se giraron a mirarlo, probablemente tomándolo por loco. Siguieron a lo suyo al ver que se trataba de Louis y él sólo rodó los ojos. Estúpidos. Estúpidos idiotas todos.  Caminó hasta su primera clase del día, arrastrando los pies y murmurando maldiciones por lo bajo.

-Hey Lou... me alegra verte, hermano. - Suspiró, mirando a su amigo unos segundos mientras se apoyaba en la pared, a la espera de que abriesen la puerta para su clase de historia. - ¿No deberías haberte quedado en casa? No tienes buen aspecto. 

-Gracias Zayn, yo también te quiero. No todos podemos parecernos a un dios griego incluso recién levantados. -Bufó, y observó a la cachorrita dormida en la mochila portabebés del moreno, sonriendo levemente al verla soltar un suspirito en mitad de su sueño. - Nunca había tenido un celo así, te lo juro.  No se si es como debería haber sido siempre o es que mi omega ha decidido invertir en esta ocasión todo el mal trago que me ha ahorrado en los últimos años. 

Obviamente, y seguiré hasta que vayas a por nuestro alfa.

Me estás jodiendo...  La puerta se abrió y él suspiró, mirando a su amigo entrar al aula justo frente a él, dejando como siempre un pupitre libre a su lado mientras acomodaba a la niña dormida en la pequeña cuna auxiliar al lado de su propio pupitre. Es mas que habitual que los omegas estén embarazados o tengan cachorros a estas alturas, así que toda la escuela superior está preparada y adaptada para ellos. Los que tienen cachorros mas mayores pueden usar la guardería de la escuela o una de las ajenas al centro si así lo prefieren, pero los que tienen cachorros mas jóvenes pueden llevarlos con ellos a las clases siempre que no molesten ni interrumpan. Louis sabe que Zayn ni siquiera se plantea dejar a Autumn en una de las guarderías mientras pueda mantenerla con él.

El omega que no quería bebés. Louis ríe internamente. No ha conocido omega mas protector con su cría que Zayn. Cuando Autumn nació tardó dos días en dejar que nadie la viese, incluido Liam. 

-¿Tu omega sigue obsesionado con ese beta?- Louis asintió, cruzando las piernas bajo la mesa y golpeando su libreta con la punta cerrada de su bolígrafo. -Es más que una obsesión. No lo entiendo, insiste en que ese beta es nuestro alfa, no hay forma de sacarlo de ahí. ¡Ni siquiera lo conocemos! -Suspiró, observando entrar a su profesor, un amable omega en sus bien entrados cincuenta. -Y lo peor es que igual que parecía perdonarme la vida en los celos, ahora se está volviendo violento... creo que no será mi último celo horroroso. 

Y como de una predicción se hubiese tratado, apenas dos semanas mas tarde el celo volvió, mas intenso y demandante que la primera  vez. Louis llegó a desmayarse por el dolor, la rabia y la frustración de no encontrar consuelo. Ni siquiera los consoladores le daban un mínimo alivio y las caderas le dolían de frotarse contra sus sábanas. Su estómago dolía, pero era incapaz de comer o beber nada de lo que su madre pacientemente le proporcionaba. Y cuando el dolor y el agotamiento podían con él, dormía y soñaba con dos ojos verdes que encendían todavía mas su cuerpo, haciéndolo despertar en llamas, completamente empapado en lubricante.

Cuando apenas diez días después de terminar su segundo celo, un tercero llegó y acumuló tres en menos de un mes, Johannah llamó a un médico, preocupada por la repentina pérdida de salud de su cachorro mayor. Ni siquiera tenía tiempo a recuperarse de un celo cuando llegaba otro. Había adelgazado varios kilos y las ojeras no abandonaban su rostro. 

El doctor lo revisó y tras varias negaciones de cabeza y algunas preguntas que Louis apenas pudo contestar, demasiado ido por los delirios, terminó por inyectarle un supresor, observando todo a su alrededor mientras el líquido desaparecía en el interior del brazo del omega mas joven. -Conseguirás unas pocas horas de descanso, pero el celo volverá. Tendemos a creer que somos dueños de nuestros omegas, pero ellos pueden llegar a controlarnos si es su deseo. Hay que aprender a convivir con ellos, muchacho. Si tu omega te pide algo y esta es la reacción a su negativa, te sugiero que le hagas caso. Si no lo haces, sólo irá a peor. Esta clase de omegas son caprichosos.

Cuando el supresor hizo efecto y Louis cayó dormido preso de las drogas, lo último que su mente registró fue el llamado de su omega. 

¡Alfa!


Estúpido Omega L.S. Omegaverse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora