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Jaden

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Jaden

Otra vez volvía a tener esos bajones, seguía pensando en ella. Pero, ¿cómo no iba a hacerlo? Habíamos construido un nosotros y en todo lo que podía pensar es en estar con ella cada día de mi vida. La había amado, y lo seguiría haciendo. No entiendo cuando dicen "te amaré hasta el día de mi muerte", ¿por qué tiene que haber un final para dejar de amar? Estoy seguro que seguiría amando a Blake más allá de lo que pueda haber después de la muerte.

Había salido de casa a dar una vuelta a pie, tenía la necesidad de despejar mi mente pero al parecer el mundo no ayudaba mucho, ya que empezó a llover. Oh joder, la lluvia me recordaba demasiado la vez que le dije a ella que la amo y me respondió de la misma manera, fue una noche en París difícil de olvidar. No tenía con qué cubrirme, solo me senté en el suelo en plena calle, con una lata de cerveza en mi mano y dejé que la lluvia me empapase por completo, en ese momento me sentí más miserable que nunca.

Seguí bebiendo como si eso fuera a ayudarme a olvidar el vacío que siento en el alma. De pronto me percaté de una luz y un coche deteniéndose frente a mí. Solo pude fijarme que un chico se acercaba, en realidad lo veía todo borroso, no sé si era por beber como si no hubiera un mañana o porque estaba llorando.

—¿Jaden? ¿Eres tú? Oh, si eres.

Esa voz la reconocí al instante, levanté la vista empezando a esbozar una sonrisa.

—Briiiian—pronuncié su nombre arrastrando las palabras.

—Deja esa lata y hazme el favor de colaborar—se acercó para levantarme.

De un momento a otro ya estaba en el asiento de copiloto y Brian encendió su coche.

—¿Cómo se te ocurre estar debajo de la lluvia así?—me regaña y eso me da tanta gracia de alguna forma que empiezo a reírme—. Puedes pillar un resfrío y ahora te estás riendo como un tonto, ¿lo sabes?

—Verte con el ceño fruncido es graciosísimo—continuo riéndome—. ¿Cómo sabías dónde estaba?

Volteó los ojos y contestó—. No lo sabía. Iba a visitarte y en el camino te ví de lejos a punto de golpearte la cabeza contra el suelo.

Empecé a reírme otra vez sin sentido, era el maldito alcohol. Brian no dejaba de quejarse mientras que yo lo ignoraba riéndome más y más, hasta que de pronto dejé de hacerlo en cuanto escuché la canción que sonaba en la radio. El rubio me miró extrañado.

—Esa era nuestra canción—empecé a hablar.

—Yo...debería cambiarla.

—¡NO!

Acerqué mi mano despacio a la radio, siendo casi consciente que si hacía lo que tenía en mente probablemente me destruiría más de lo que ya estaba, subí el volumen al máximo y apoyé la cabeza en la ventanilla.

Todo sin ti: #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora