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Elena

Ya había llegado el punto en el que comenzaba a aburrirme demasiado de estar estancada entre el estudio que me pagó mi padre y mis pensamientos. Desde hoy son tres meses de haberme mudado a París en contra de mi voluntad. En todo ese tiempo no logré salir, porque simplemente estaba destrozada y quería seguir llorando en mis cuatro paredes. Hace unos días me sofocaba el seguir haciendo la misma rutina, por eso hice lo mas tonto que pude pensar y me matriculé en un lugar para aprender francés. Digo tonto porque el primer día la maestra hablaba y hablaba y no permitía que nadie responda o hable en otro idioma que no sea francés, pasé toda la clase sin entenderla, ni siquiera traduce nada de nada, ¿acaso espera que adivine lo que está diciendo?

Pero decidí seguir yendo para tener algo productivo que hacer a partir de ahora.

Me puse un vestido holgado veraniego porque el sol seguía saliendo todos los días y llegaba a los treinta grados, opté por un color verde agua y tenis porque era más cómodo para caminar. Mientras salía de casa, seguí al teléfono con Brian, nos hablábamos casi todos los días y en una de esas llamadas le conté todo sobre lo que pasó el día de la boda hasta ahora, evitando el tema del embarazo porque no quería que se enterara así nomás a través del móvil.

—¿Cómo van las clases de français?

Lo dijo con el acento y se me vino a la mente una imagen de Jay enseñando algunas palabras a Brian, como solía hacer conmigo. Sacudí la cabeza para quitarlo de ahí y respondí.

—Horrible.

Su risa me contagió—. ¿Ya te rendiste?

—La verdad que no, justo ahora estoy yendo, es el tercer día.

Es bueno que continúes, pero insisto que tu maestra debería traducir lo que no entiendes.

—Entonces sería todo.

Salgo del edificio y camino por toda mi rue y en unos trescientos metros tengo que voltear a la izquierda, el lugar no me quedaba lejos por eso podía ir a pie sin utilizar transporte.

Cuando te pregunta algo, ¿cómo le respondes?

—Decía "oui" y me miraba raro, hasta que en la segunda clase dejó de preguntarme.

Si que se dio cuenta, esperaré a que más tarde me cuentes como te fue en esta clase.

—Voy a intentar utilizar el traductor.

SI, por favor practica los trucos que hacíamos en la escuela.

Volteé para la Rue Dupleix y en seis minutos llegaría a mi destino.

—De acuerdo. ¿Y tú qué harás? ¿Algún plan con Eloïse?

Iremos a cenar y pienso dar ese paso—suelta un gritito.

—¡QUE EMOCIÓN! Necesito que me lo cuentes todo cuando regresen, ¿vale?

Vale. Te juro que presiento que todo saldrá bien.

Así será Brian.

Al llegar nos despedimos y le deseé mucha suerte con su cita y finalmente entré a mi clase.

Me senté al fondo como siempre, junto a una chica de cabello negro, ya la había visto antes solo que esta vez se cambió de lugar. La clase empezó a los pocos minutos de mi llegada y de nuevo no entendía nada. Quise entretenerme tratando de dibujar corazones en mi libreta, no sé porque siempre hacemos eso cuando nos aburrimos. Escucho un carraspeo y miro a la profesora que está adelante en su escritorio, mirándome seria.

—¿Oui?

¿Avez-vous fait le travail que j'ai laissé la semaine dernière?

A ver, semaine dernière significa semana pasada, eso no fue tan complicado de entender, pero, ¿lo demás que significaba? Estoy tan perdida y me pongo nerviosa por los otros ojos que están puestos en mi.

¿Pardon?

Digo perdón como pregunta para que vuelva a repetir lo que me dice y tratar de adivinar que significa, pero solo voltea los ojos y dice.

Oublie ça.

Continúa llamando a otros y yo me quedo más confundida que antes.

—Preguntó si hiciste el trabajo de la semana pasada.

Miro a la chica de al lado que acaba de ayudarme, me mira sonriendo y vuelve a anotar cosas en su libreta.

—Hablas español—confirmo.

—Si—sonríe—. Soy de Perú.

No conozco ese país. Ella lo nota y empieza a explicarmelo.

—Está ubicado en América del sur.

—Genial, averiguaré más sobre tu país, suena interesante. Por cierto, gracias por traducirme lo que dijo la profesora.

—No hay de que—se acerca susurrando—. Además comprendo que no entiendas, la profesora es la que no sabe ayudar a los que no comprenden.

Volteo los ojos—. Tienes toda la razón.

Nos reímos bajito y regresamos a la charla.

—Soy Bárbara, un gusto.

—Elena—estrecho su mano.

Volvimos a centrarnos en la clase, algunas veces ella me traducía lo que decía la profesora loca y le agradecía. Guardé mis cosas cuando la clase finalizó, esta vez sí supe que trabajo estaba dejando para la próxima semana. Al salir, Bárbara se acercó a mí.

—Nos vemos pronto, Elena.

—Gracias.

Nos despedimos y se fue para el lado contrario. Se supone que debía ir por ese lado también pero algo me hizo girar a la izquierda y caminar hacia donde mi corazón lo pedía.

Conocía bien el camino, el puente de los candados no estaba tan lejos. Llegué y me dirigí casi al medio. Ahí, al lado derecho, justo daba hacia la torre Eiffel, el candado que había puesto junto a él. Me acerqué, pasé mis dedos por las iniciales "J y E" y volví a llorar. Lo extraño demasiado y hay días como estos que no soporto la idea de no saber nada de él, de no estar a su lado. No soporto no poder estar con quien amo.

Todo sin ti: #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora