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Jaden

Intentaba encajar en mi cerebro el porqué había aparecido así de pronto en la puerta de donde me hospedaba, en Lisboa, ¿qué hacía aquí?

—Eh, hola. ¿Puedo pasar?

Regreso a la tierra luego de un tremendo viaje astral y al final la dejo pasar. Se sienta en el sofá donde hace unos momentos estuve tranquilo hablando con mi madre.

—¿Te ofrezco algo?

No tengo ni puta idea de que más podría decirle, mi cabeza no dejaba de estar bloqueada, cosa que nunca pensé que me pasaría.

—Agua, por favor, tuve un viaje largo y me muero de sed—se quita la chaqueta morada que tenía puesta.

Le pongo unos cuantos hielos porque aún recuerdo que le gustaba servirse el agua así y regreso a la sala para entregárselo, agradece y finalmente me senté frente a ella.

—Se me hace raro no verte con Liam—intervengo—. siempre andan juntos, o ya no?

Después de beber deja el vaso en la mesa pequeña que está entre nosotros. Sophia responde al instante, con la mirada un poco seria.

—Se quedó en mi hospedaje, esta vez le dije que tenía que venir a verte yo sola—explica.

¿Por qué? ¿Acaso quería chequear lo destrozado que estaba a causa de su hermana?

—¿Y precisamente para qué?

—Tenemos que hablar—contesta.

—¿Sobre qué?

—Elena.

Me dolía demasiado el escuchar su nombre.

—No—dije tajante y me levanté para abrir la puerta—. Es hora de que te vayas.

Se acercó también, sin embargo, no cruzó la puerta. Olvidé que ella no suele rendirse así nomás.

—Por favor, tengo que hablar contigo.

Sigo con la mano en el pomo, esperando que decida rendirse e irse, pero es todo lo contrario.

—¿Ah, sí?—la miro—. ¿Qué tienes que decir? ¿Acaso pretendes contarme lo feliz que es su vida como casada, junto a Louis? Vaya mierda.

A grandes zancadas se acercó para tomar el control del pomo, cerrando la puerta de golpe y volteó a verme.

—No se casó.

—¿Qué?—me congelé.

Se pasó las manos por el cabello rubio y suspiró—. No se casó, ni con Louis, ni con nadie.

—¿Qué?—mierda, era lo único que podía articular.

—Tienes que sentarte—me guió al sofá—. Es hora de que escuches la verdadera historia.

Le pedí que me diera un poco de tiempo para poder procesarlo. Estábamos sentados en los sillones, frente a frente y ya habían pasado cinco minutos. Es imposible que no se haya casado, yo la vi cuando aceptó.

—Yo lo vi—hablé finalmente.

—Pero no lo que pasó después—contesta.

—Cuéntamelo.

—Si, ella aceptó, pero luego de que te cerraran las puertas en la cara le tocó el turno a Louis—explica—. Dijo que no y salió corriendo del lugar.

Mi cerebro no podía procesar lo que estaba escuchando.

—Su padre se avergonzó tanto que lo canceló todo—prosigue.

—¿Eso quiere decir que ya no se casará más?

Negó.

—¿Entonces por qué ella no regresó a mí?

Esa pregunta salió sin siquiera pensarlo.

—No podía...

La interrumpo—. No tiene sentido que me digas esto cuando fue ella quién tomó su decisión.

—Mi madre la obligó a dejarte y la amenazó con destruir a tu madre y a ti si no se casaba—lo suelta.

No me di cuenta que me había levantado de pronto y me quedé paralizado de nuevo.

—Elena tuvo que hacerlo para que no te pase nada malo, se sacrificó por ti.

No quería llorar. No quería. Si no la conociera tanto no habría sabido que desde siempre ella ha puesto delante a otras personas y no a sí misma. Sophia también se puso de pie acercándose.

—Con la boda cancelada mi madre la mandó a vivir a otro país, para que no pueda siquiera intentar comunicarse contigo—siguió contando.

—¿Dónde está?

—París.

Me pase la mano por el cabello. Todo este tiempo he estado pensando lo contrario, cuando ella no la debe estar pasando bien.

—He venido hasta aquí para decírtelo porque quiero ayudar a mi hermana, odio tener que verla tan destruida cada vez que la visito.

—No sé qué hacer—me agarro la cabeza—. Ojalá pudiera dejarlo todo e ir ahora mismo, pero no puedo.

—Yo te ayudaré, pero entiendo que no puedes dejar la gira. ¿Cuáles son tus próximos destinos?

—Italia, Suiza, Francia...

Nos miramos al mismo tiempo.

—Lo planearemos todo antes de llegar a Francia, ¿estás de acuerdo?

—Si, ¿hay otra cosa que debería saber?—pregunto por si acaso.

Niega rápidamente.

—Bien.

Nos quedamos un rato en silencio y luego la invité a cenar, más tarde regresó a su hospedaje y acordamos mantenernos en contacto. Yo aun seguía procesando todo lo que me había contado y por eso la noche estuvo tan pesada que no logré pegar el ojo.

Todo sin ti: #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora