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Elena

Estaba empezando a darle vueltas a lo que quería hacer, porque en cuanto lo pensé sabía que no iba a poder olvidarlo.

Seguía acostada en la cama, descansando los pies, había caminado por toda mi habitación sin parar. De lejos podía ver el móvil reposando en el escritorio. Maldita sea. Pensé y pensé, hasta que entendí que mi madre tal vez ni se enteraría de eso, con ese pensamiento me armé de valor y me acerqué para coger el móvil.

Marqué el número de mi mejor amigo, aún lo recordaba y eso me alivió. Tenía que hablarle y saber sobre él, lo extrañaba tanto.

Al primer pitido contestó y lo escuché, con el corazón acelerado por la emoción.

—¿Si? ¿Quién es?

Por un momento perdí la voz y no supe cómo comenzar.

A ver, si es la operadora otra vez, ya le he dicho mil veces que no me interesan sus promociones, adiós...

¡NO!—grité y se formó un silencio del otro lado—. Soy y-yo.

Se tardó unos segundos en responder.

¿Estoy escuchando bien? ¿Eres tú, de verdad?

Sonaba muy nervioso, lo conocía tan bien que seguro estaba temblando.

—¿Tan pronto olvidaste mi voz?

Nunca podría, es que no puedo creerlo. Elena, como...

—Tenía que haberte llamado antes, pero no me dejaban hacerlo—comencé a llorar—. Quería asegurarme de que estuvieras bien.

Oh, Elenita, entiendo que no podías, no es tu culpa. Estoy bien físicamente, pero te extraño demasiado.

Los dos lloramos al mismo tiempo, descargándolo todo y juro que había echado de menos escucharlo.

Por favor, te pido que no dejes de llamarme bebé, no puedo soportar más sin saber de ti.

—De acuerdo, lo prometo. Hay tanto que tengo que contarte y es importante.

Me encantaría escucharte, pero ahora no me pillas en buen momento.

—Oh, puedo llamarte otro día mejor...

No no, espérame un minuto, no cuelgues—de pronto escuché  otra voz y se paralizó el tiempo—. Se acabó, ¿dónde está la basura?

Tenía que decirle a Brian que no dijera nada pero en ese momento no me salía la voz. Lo había escuchado, después de tanto tiempo, era él, su voz totalmente apagada sin ánimo me partió el corazón. Empecé a temblar, juro que tenía la bilis en la garganta y no podía pensar con claridad.

¿Pasó algo?—su voz podía hacerme sentir cosquillas al instante. Brian respiró con dificultad y habló—. No no, ahí está la basura.

Traté de concentrarme en sus palabras, en el sonido de su voz y luego dejé de escucharlo. Volví a la realidad y encontré mis palabras.

—Por favor, no le digas que te llamé.

Es un poco complicado lo que me pides—hizo una pausa—. Él se ha vuelto mi amigo, no quiero ocultarle nada.

Me sorprendí ante eso, necesitaba saber más.

—Bien, puedes decirle pero nada de lo que te contaré, por favor Brian.

Tranquila, eso lo sé. Ahora tengo que irme, te llamaré en unos minutos, ¿si?

Aquí te esperaré.

Bien—pude notar que sonreía, podía sentirlo—. Me alegra que estés de vuelta.

Colgué con una sonrisa, estaba feliz de poder volver a hablar con mi mejor amigo, pero a la vez triste por escuchar esa voz sin brillo, y por saber que yo soy la causante.

Entré a instagram para buscarlo, sabía que hoy iba a tener su primer concierto y eso me entristecía más porque él siempre decía que quería pasar ese momento a mi lado. Dolía tanto recordarlo todo.

Me aseguré de buscar entre sus fans a alguien que le apeteciera transmitir en vivo el concierto, porque yo tenía que verlo y eso me iba a destrozar, pero tenía que presenciarlo todo. Aún faltaban horas, así que traté de acomodarme de nuevo en la cama, me puse los audífonos y reproducí su álbum por quinta vez en esa mañana. Pasé un auricular por mi vientre, para que mi esperanza escuchara el talento de su padre y lloré. Todo eso ya era una rutina.

Todo sin ti: #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora