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Elena

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Elena

Cuando nos suceden situaciones que de alguna manera nos deja destruidos, lo que dicen por ahí es cierto "No se olvida, solo se aprende a vivir con ello", pero no nos ponemos a pensar que algunos no llegan a vivir con aquello, porque son cosas que marcan tanto que nada ni nadie podría ayudarnos. Eso me pasa a mí y lo peor de todo es que desde lo que pasó no he podido estar ni la mitad de bien.

Todo era felicidad y parecía que por fin todo tenía sentido pero de un momento a otro llegó un tornado tan fuerte que se llevó la luz y la paz. Y cada día seguía echándome la culpa porque al final fui yo quien destruyó ambas almas por amor.

Los días pasaban y me sentía con menos vida, sin ánimos, sin siquiera esforzarme en comer o levantarme de cama. Dolía tanto tener que haber dejado al amor de mi vida, pero ya no había espacio para los arrepentimientos. Ahora las noches se sienten solitarias y son esas donde lo recuerdo todo con claridad, y es que por la noche todo duele el doble, lo había comprobado.

No hacía más que pensar y pensar, recordar y recordar, llorar y llorar. Esa es la rutina de siempre. En esas primeras semanas después de la boda no pensaba en nada, solo en el momento en el que desapareciera aquel dolor, hasta que pronto lo descubrí, y no supe como describir aquello que sentí. Fue una mezcla de tristeza con sorpresa y esperanza.

Esperanza.

Ese es el sentimiento que me ayudó a seguir un poco más, cuidándome a partir de ese momento, porque pensé que aquello es lo único que me haría recordar el nosotros que algún día tuvimos y lo iba a proteger con mi vida, más de lo que no pude hacer con él.

Todo sin ti: #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora