PUERTO DANTE
MIAMI, FLORIDA
Angie se sentó en el porche de su casa de playa observando el movimiento de las olas en el mar. Eran las cuatro de la mañana, pero no podía dormir. Estaba esperando el acostumbrado desayuno que llegaba siempre a las cinco, luego volvía a su apartamento en mitad de la madrugada, dormía o trataba de dormir una hora y empezaba su día de trabajo. Esa era su vida.
Dobló sus piernas y las abrazó con sus brazos mientras escuchaba el sonido del mar y sentía el frescor de la madrugada. Era un momento ideal para reflexionar sobre el rumbo de su vida. Emilia se había reído de ella cuando le había dicho que iba a estar viajando entre su apartamento y su casa de playa hasta que ambas estuvieran completamente amuebladas y listas. La casa de playa tenía un dormitorio y todo lo demás, pero su cocina no estaba funcionando. Aunque Angie nunca había sido de las que cocinaba.
En realidad lo que le había dicho a su pequeña paciente ese mismo día era cierto, se le quemaba hasta el agua. Una pequeña sonrisa llenó su rostro al recordar a la pequeña Emily Domínguez. Siempre recordaba a sus pequeños pacientes, pero con Emily las cosas eran diferentes porque le había recordado tanto a ella misma que durante el día la había tenido en su pensamiento. Era una niña maravillosa con ganas de cambiar el mundo, una niña de solo diez años. Angie había estado tan sorprendida que a tan corta edad una niña pudiera ser tan madura.
Pero Angie sabía a quién se debía. En la hora de conversación que había tenido con la pequeña Emily había recolectado información acerca de su ambiente familiar. Su abuela era su adoración, y por lo que Angie había escuchado era una mujer llena de convicciones que pasaba la mayor parte de su tiempo con Emily, ya que su madre trabajaba muchísimo.
El recuerdo de Brisa Domínguez vino a su mente, y la descripción que Emily le había hecho de su madre se unió a él.
"Ella es la mejor mamá del mundo. Yo estoy aquí porque quiero que ella se sienta orgullosa de mí porque trabaja mucho para poder pagarme las sesiones".
"Mi mami tiene una amiga que es dueña de un restaurante, y le pidió trabaja hasta muy tarde solo por mí".
"Ella dice que, aunque yo no tenga papá jamás va a faltarme su amor y siempre trata de darme todo lo que necesito, aunque no sean cosas caras como algunas compañeras de mi colegio. Mi mamá me lo da con amor porque se esfuerza para comprarme las cosas".
Brisa eran una mujer sin duda admirable. Angie lo había notado por su forma de ser con su hija y por la forma en que Emily hablaba de ella. Era una mujer dulce por naturaleza a la que la vida le había puesto una prueba grande siendo muy joven y era admirable que a pesar de todos sus problemas hubiera criado a una hija con la mentalidad y el espíritu de Emily. Angie sonrió pensando en el mensaje que le había enviado a su secretaria en un momento en que Emily le había pedido ir al baño. Le había ayudado un poco a Brisa sin herir su orgullo de madre, y se sentía bien. Por alguna razón esa madre esforzada que luchaba día a día por su hija, le recordaba a su propia madre, Claudia.
Claudia había llegado a Estados Unidos sin casi nada de dinero desde Argentina. Había luchado por salir adelante y se había enamorado y casado con un hombre argentino residente.
El esfuerzo que habían hecho por darle su estudio y ahora que ella tenía la oportunidad de retribuirles un poco, lo hacía con gusto. Vivían en una linda casa, les daba dos viajes cada año al destino que ellos quisieran y los visitaba constantemente. Los quería mucho y sabía que habían luchado para sacarla adelante.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por las luces de un coche que prácticamente la cegó en la oscuridad de la noche. Se levantó del escalón sabiendo que podría ser esa amable dueña de un restaurante en la bahía que cocinaba delicioso y nutritivo. Quizás no pudiera cocinar, pero no descuidaba su comida. Había descubierto ese restaurante cerca de la bahía que era dirigido por una agradable y amable mujer que se había ofrecido a prestarle su servicio a domicilio para llevarle su comida. Era un lugar de veinticuatro horas, lo cual era perfecto para una persona tan nocturna como ella. No dormía mucho, y sabía que se debía a su caos emocional. Había luchado por acabar con sus problemas dos años atrás cuando se había perdido a sí misma un poco. Ahora era una mujer exitosa y el pasado había quedado atrás de cierto modo.
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The Sweetest Love ADAPTACIÓN (brangie) CANCELADA
FanfictionNinguna de las dos buscaba el amor, pero el amor las encontró a ellas. Brisa Domínguez necesitaba ayuda urgente, su hija Emily, de diez años había recibido un ultimátum: debía mejorar su conducta o sería expulsada del colegio al que asistía por mal...