UN DÍA DESPUÉS
SOUTH BEACH WINE & FOOD FESTIVAL
BRISA'S POV
Era el cierre de los cuatro días de festival y la aglomeración de gente en la entrada era muy grande. Era el lugar perfecto para inspirar arte y talento en el mundo gastronómico. Cada stand representaba algo especial y mostraba al público en general una nueva percepción del arte gastronómico que poseían cada uno de esos maravillosos chefs que enfocaban su pasión y su dedicación hacia la comida.
Mis ojos no podían dejar de pasear por cada lugar imaginando que estaba en un sueño. Pero a diferencia de muchos sueños que había tenido antes, este era completamente real. Estaba sentada tomando una copa de champaña observando a Angie bailar con Emily en la pista de baile mientras las dos hacían pasos torpes riendo y jugando entre ellas. Mi sonrisa no podía ser mayor a pesar de tantos años en la que la creía olvidada. Aunque había aprendido algunas veces a fingir muchas y otras a pesar de ser auténticas no eran totalmente apreciadas por mí debido a los problemas.
Estaba la sonrisa hacia mi hija. La sonrisa hacia mi abuela y sus cosas. La sonrisa que le daba a mis amigas y algunos clientes. Pero la sonrisa que tenía esa noche era diferente a todas las demás. Esa noche estaba sonriendo porque en realidad era completa y absolutamente feliz. No existía nada que empañara ese momento mágico de ver a mi hija bailar, reír y ser feliz en brazos de la mujer que tanto me había dado. Angie era de las pocas personas que con solo su presencia me reconforta y me hace feliz. Su espíritu es similar al mío y su alma es pura e inocente a pesar del sufrimiento. Tiene los ojos más tiernos que me han visto en mucho tiempo. Tiene los labios más dulces que alguna vez probé en mi vida. No lo podía olvidar.
Las escenas de la noche anterior se repiten en mi cabeza una y otra vez mientras la veo moverse en la pista de baile con esa sonrisa llena de pureza y sus ojos marrones llenos de comprensión ante la misma soledad que yo siento en este momento, una soledad que se acaba en el momento en que estoy con ella. Mi soledad acabó desde el momento en que su presencia se volvió una constante en mi vida. Sus visitas improvisadas, sus chistes malos pero adorables, y su compañía en la cocina.
En toda mi vida jamás me había sentido conectada a otro ser humano de la forma en que lo estaba con Angie. Era algo tan único y especial que jamás había sentido con nadie más. Era algo que me llenaba por dentro de miles de formas; primero con su amistad, su confianza y su preocupación. Pero desde la noche anterior las cosas habían cambiado porque por primera vez en mucho tiempo Angie me había hecho sentir muchas cosas que se aplican a mi aspecto más físico. No podía mentirme a mí misma al decir que no había sentido deseo. No podía negarlo, ni quería hacerlo. Me había sentido deseada mientras sus labios permanecían sobre los míos. Sus caricias, sus abrazos y cada cosa que la noche anterior me había regalado eran regalos que ahora guardaba en lo más profundo de mi corazón.
La noche anterior había sido maravillosa.33
Los besos. Dios mío, esos besos. Jamás había sentido algo igual y ahora ver a Angie provocaba que mi cuerpo se sintiera diferente. No sabía que significaba ni como detenerlo a pesar de que no era algo típico sentir algo así. Angie era alguien especial en mi vida y por nada del mundo quería perderla mucho menos por sentimientos que no podía entender. Pero sus ojos no ayudaban. Esos ojos que desde que nos encontramos esta mañana en la cocina me buscaban constantemente sabiendo de que ambas guardábamos un secreto.
Yo pensé que la noche anterior iba a ser solamente una forma de demostrarnos que éramos capaces de sentir. Pero no fue suficiente un solo beso. No fue suficiente una hora, sino que necesitamos toda la noche. Nos dormimos abrazadas en el porche de la casa de playa después de besarnos durante horas entre conversación y vino. Por una noche mi adicción fueron sus labios, su sonrisa y sus ojos.
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The Sweetest Love ADAPTACIÓN (brangie) CANCELADA
FanficNinguna de las dos buscaba el amor, pero el amor las encontró a ellas. Brisa Domínguez necesitaba ayuda urgente, su hija Emily, de diez años había recibido un ultimátum: debía mejorar su conducta o sería expulsada del colegio al que asistía por mal...