The Sweetest Love ADAPTACIÓN (brangie) CANCELADA

Capítulo 31

PASTELERÍA SWEET LOVE

BRISA'S POV

Martina me hablaba de lo que había pasado con Emilia esa mañana y a medida que iba hablando me daba cuenta de lo complicada que era la situación. No solo por el hecho de que Emilia la dejara desnuda en su oficina después de haber estado con ella, sino que le hubiera llamado Angie mientras le hacia el amor.

Martina estaba furiosa y lo podía notar en sus facciones, pero lo que me preocupaba era asimilar lo fuerte que podrían ser los sentimientos de Emilia con respecto a Angie. A mi forma de ver las cosas no era más que una obsesión, pero no dejaba de ser preocupante porque sabía lo mucho que Angie quería a Emilia. La había abrazado mientras estaba conmigo en la playa pensando en que su amistad estaba acabada y en lo triste que estaba por cómo pasaron las cosas entre ellas.

Me da tristeza saber que posiblemente la amistad de ellas dos nunca vuelva a ser la de antes. Me duele por Angie porque es una mujer tan increíble, tan honesta que no merece perder a la persona que ha estado con ella todos estos años por sentimientos que ella no puede corresponder. Por una atracción que no existe entre ellas por parte de Angie. Por una conexión que no podían forzar. Esa conexión que yo siento con Angie cada vez que la veo.

—Voy a olvidarme de ella—declaró Martina haciendo que dejara mis pensamientos un momento y la observara—. Me acosté con ella por segunda vez y finalmente me quité las ganas. Ya nada que tenga que ver con ella me importa.

—Si no te importara no estarías tan molesta—le dije y Martina me observó fijamente mientras yo trataba de ser racional—. Además, debo reconocer que lo que hiciste no estuvo correcto.

—¿No estuvo correcto? —repitió Martina viéndome con sorpresa y yo asentí.

—Te aprovechaste de ella en un estado vulnerable y permitiste que se acostara contigo—le expliqué—. Una mujer en un estado vulnerable puede hacer muchas tonterías sobre todo cuando el secreto que ha guardado por años se ve descubierto.

—¿Estás defendiéndola? —me dijo con incredulidad y yo suspiré pensando en si en realidad la estaba defendiendo o no—. ¿Defiendes a la mujer que te tira mierda?

—No la estoy defendiendo, Martina—dije sincera—. Solo estoy siendo honesta y trato de buscar la parte racional de todo esto.

—Bueno, la parte racional es que ya me quité las ganas de estar con ella y puedo seguir con mi vida—yo negué mientras ella se ponía de pie—. Ya no me importa que ella siga con su estúpida obsesión, la que debería de preocuparse eres tú.

—¿Yo? —pregunté frunciendo el ceño y Martina me vio con ironía.

—Honesta y buscando la parte racional, ¿eh? —me dijo sonriendo—. Entonces acepta que Angie y tú tienen algo más que amistad.

Yo no respondí y simplemente me puse a trabajar mientras sentía la mirada de Martina sobre mí. ¿Algo más que amistad? ¿Eso era lo que teníamos Angie y yo? Tenía que reconocer que sí. Las amigas no se besaban ni sentían que su cuerpo se estremecía ante la cercanía de la otra. Eso era lo que me pasaba y no pretendía negarlo. Era ilógico negar que beso a alguien y no siento nada.

Desde que Angie y yo nos besamos siento que no hemos podido parar de hacerlo. Recuerdo que las dos dijimos que sería únicamente cuando lo sintiéramos. ¿Pero qué puedo hacer cuando quiero besarla todo el tiempo? Cuando sus besos me persiguen incluso en sueños. Cuando cada vez que la veo quiero darle un beso de buenos días, de buenas tardes o de buenas noches.

Jamás me sentí de este modo y me asusta, pero al mismo tiempo me parece increíble. No tengo miedo con Angie. Es la mujer que más me conoce en el mundo. La mujer que me ha ayudado a ser mejor persona y una mejor madre. La mujer que sin quererlo había cambiado todo mi mundo. Tenemos la confianza para saber hasta qué punto somos importantes para la otra.